Un submarino es la única pieza que le falta a Marruecos para completar su fuerza naval y Rusia está más que satisfecha con el país para poder ofrecerle el Amur 1650. Mientras España espera a este febrero para celebrar la Reunión de Alto Nivel con Marruecos, el país africano no se ha detenido ni un instante en entablar relaciones comerciales con otros países, sin excusas por la Covid-19. Esta vez, y tras la reapertura diplomática con Israel, el turno de contacto ha recaído sobre Rusia. Los intereses del país presidido por Vladímir Putin en territorio marroquí abarcan sectores tan dispares como la industria petroquímica, la ingeniería civil, la minería y también todo lo que rodea a la industria militar.
Y eso que los proveedores de material de defensa por excelencia son Estados Unidos y Francia. Estos dos países clave para Marruecos lo son también para la continua renovación de su fuerza aérea, marítima y terrestre. Principalmente Estados Unidos como encargado de proporcionar las nuevas versiones de los cazas F-16, los drones Predator, armamento y los Lockheed Martin F-35 en un futuro no muy lejano. Pero lo que no tiene Marruecos, por ahora, es un submarino. Un hecho que lleva sobrevolando muchos años y en el que Rusia juega ahora un papel fundamental como posible encargado de fabricarlo.
Próximo submarino marroquí
Los
primeros reportes de la relación de Marruecos con Rusia para la compra
de un submarino datan del 2013. Camino de hacer ocho años, la compañía
rusa de venta de armas Rosoboronexport se encontraba en mitad de las
labores de promoción del submarino Amur 1650. Anunciando en julio de ese
año que participarían en el concurso si Marruecos finalmente iniciara
un proceso de licitación. "Rosoboronexport
pretende desarrollar una cooperación militar con Marruecos", declaró
Viktor Komardin, el por entonces subdirector de Rosoboronexport, en una
feria naval internacional. Desde ese momento, el Amur 1650 ha aparecido
en todas las listas de candidatos, pero no fue hasta 2016 cuando el
posible submarino ruso-marroquí comenzó a coger forma.
Lo
hizo en una visita del rey Mohamed VI al Kremlin y se llevó a cabo un
acercamiento para adquirir una primera unidad por 300 millones de euros
con 18 misiles antibuques incluidos. Poco más se sabe acerca de aquel
preacuerdo, tan solo que Marruecos intensificó la búsqueda en 2019
preguntando sobre la posible adquisición de submarinos de segunda mano a
Grecia. Como respuesta al rearme de Argelia que anunció la compra de
submarinos rusos -de la época soviética- de la clase Kilo, más antiguos
que el Amur 1650. Desde
entonces Marruecos no ha cejado en el empeño de hacerse con un
submarino. Es el único eslabón que le falta para tener una fuerza naval
completa y el Amur 1650, con la renovada senda de relaciones
diplomáticas con Rusia, vuelve a ser el candidato perfecto. En
cuanto a especificaciones, una de la más importante a mencionar es que
no se trata de un submarino nuclear, pero no por ello es menos válido.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, y monarca marroquí, Mohamed VI, en 2016
El Amur 1650 candidato de Marruecos equipa el sistema de propulsión AIP
(Air-Independent Propulsion), que le permite permanecer más tiempo sin
regresar a la superficie ni utilizar un snorkel para alimentar de
oxígeno a los motores. Según
la ficha técnica de Rosoboron, el Amur 1650 "está diseñado para la
destrucción de submarinos, embarcaciones de superficie, buques, objetos
en tierra firme y para labores de reconocimiento". La versión con AIP
cuenta con una eslora de 83.3 metros, un diámetro de 7.4 metros, una
profundidad máxima de inmersión de 400 metros una velocidad de 19 nudos y
una autonomía sumergida de 2000 millas a 5 nudos. Además,
la autonomía es de 60 días con capacidad para albergar hasta 38
tripulantes, 6 tubos de lanzamiento y una capacidad de almacenaje para
18 misiles, torpedos y minas.
Por el momento, no se han construido
ninguna unidad de Amor 1650 pese a que Rusia se lo ha ido ofreciendo a
diferentes clientes potenciales como India, que lo rechazó en 2005. Se
espera que el próximo submarino tenga su base de operaciones
Alcazarseguir, un enclave situado entre Ceuta y Tánger. Una localización
privilegiada para la vigilancia y que actuaría como 'llave' del
estrecho de Gibraltar. Con posibilidad de internarse tanto en el
Atlántico en aguas próximas al Sáhara Occidental y Canarias como en el
Mediterráneo.
Submarino español
Regresando
a territorio nacional, la Armada cuenta con un par de submarinos
operativos S-70 de clase Agosta o clase Galerna, como se les conoce en
España. Un desarrollo llevado a cabo por los astilleros franceses DCN
(ahora Naval Group) en los años 70 y que fue licenciado para su
construcción en los astilleros Bazán (ahora Navantia) en Cartagena. Los
S-71 Galerna y S-74 Tramontana son los únicos submarinos operativos
actualmente y se encuentran ya finalizando su vida útil.
S-74 Tramontana
Para alargarla,
la Armada está llevando a cabo un mantenimiento profundo (gran carena,
en el argot naval) al Galerna que regresará a la flota a finales de 2021
y se espera que haga lo propio con el Tramontana. Todo ello con vistas
al despliegue de los submarinos clase S-80 Plus, que lleva un coste de desarrollo acumulado superior a los 4.000 millones de euros y años de retraso. Se
espera que el S-81 Isaac Peral -como primer ejemplar de la clase- se
ponga a flote en algún momento entre marzo y abril de este 2021. Unos
seis meses después de la fecha estimada que fue retrasada debido a la
pandemia de coronavirus. Antes
de este aplazamiento, la entrega final del S-81 a la Armada estaba
fijada para septiembre de 2022. Por lo que no es de extrañar que
finalmente sea en la primera mitad de 2023 cuando comience a operar
dentro del arma militar.
Lo mismo con los S-82 Narciso Monturiol, S-83
Cosme García y S-84 Mateo García de los Reyes; con una cadencia que va
desde finales de 2024 a principios de 2028. Si no se acumulan más
retrasos. La
clase Galerna cuenta con una eslora de 67,57 metros, una manga de 6.8
metros, un desplazamiento de 1.490 toneladas y una velocidad de 12
nudos. Tiene 9.000 millas náuticas de autonomía en superficie a 8 nudos,
45 días de operación ininterrumpida y capacidad para una tripulación de
60 personas. En
cuanto a la clase S-80, tiene una eslora de 80,81 metros, una manga de
11.68 metros, un desplazamiento de 3.700 toneladas, una velocidad de 12
nudos y una profundidad de inmersión de 460 metros. En lo relativo a la
autonomía, la ficha técnica recoge entre 50 y 60 días de navegación en
superficie, de 21 a 30 de navegación en inmersión y 8.000 kilómetros a 3
nudos en superficie.
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