A partir de este sábado, Corea del Norte suspende sus ensayos nucleares y de misiles,
y además cerrará el silo donde ha llevado a cabo sus seis pruebas
atómicas desde 2006. Una semana antes de su cumbre con el presidente
surcoreano, Moon Jae-in, el joven dictador Kim Jong-un sorprende con este gesto de buena voluntad después de varios años de tensión militar por sus constantes provocaciones.
Tras
una reunión el viernes del comité central del Partido de los
Trabajadores, la agencia estatal de noticias KCNA ha anunciado la
decisión esta madrugada (hora española). «Cesaremos las pruebas
nucleares y de misiles balísticos intercontinentales desde el 21 de
abril», aseguró la KCNA citando el resultado del encuentro del comité
central, según informa la agencia surcoreana Yonhap. De igual modo, el
régimen estalinista cerrará el silo nuclear de Punggye-ri,
que se sitúa al nordeste del país y ha sido el escenario de todos sus
ensayos atómicos. «El complejo de pruebas nucleares del norte será
desmantelado para garantizar con transparencia la interrupción de dichos
ensayos», señaló la KCNA. Aunque esta suspensión no es la
desnuclearización que le exige la comunidad internacional, se trata de
un paso importante dentro de la distensión que Kim Jong-un ha emprendido con Corea del Sur y Estados Unidos.
«La decisión es un avance significativo para la desnuclearización de la
Península Coreana», se congratuló en un comunicado la Casa Azul, sede
presidencial del Sur. A tenor del Gobierno de Seúl, el fin de los ensayos atómicos y de misiles «contribuirá
a crear un ambiente muy positivo en la cumbre intercoreana y del Norte
con EE.UU.», previstas respectivamente para el próximo viernes y para
finales de mayo o principios de junio. A la espera de concretar la fecha exacta y el lugar de esa última cumbre, el presidente estadounidense, Donald Trump,
saludó en Twitter «esta muy buena noticia para Corea del Norte y para
el mundo», que definió como un «gran progreso». «Espero con ilusión
nuestra cumbre», escribió el inquilino de la Casa Blanca, quien hace
solo un año se intercambiaba insultos personales y amenazas nucleares
con Kim Jong-un. En un sorprendente giro político, ahora se disponen a
protagonizar una reunión que será histórica porque jamás ha habido un
encuentro entre los dirigentes en activo de ambos países, enfrentados
desde la Guerra Fría.
Política «Byongjin»
Además
de servir para crear el clima propicio de cara a estas dos citas, la
suspensión de las pruebas nucleares y de misiles responde a los nuevos
intereses estratégicos de Corea del Norte. Como el régimen estalinista
de Pyongyang considera que ya puede montar una cabeza nuclear en un
misil capaz de golpear a Estados Unidos, a partir de ahora se centrará
en mejorar la economía. «La misión del silo de pruebas nucleares del
norte ha llegado así a su fin», sentenció Kim Jong-un, quien marcó como
«línea estratégica concentrar todos los esfuerzos del Partido de los
Trabajadores y del país en la construcción económica socialista». Desde 2013, Corea del Norte ha seguido la denominada política «Byongjin»
para desarrollar de forma paralela tanto su capacidad nuclear como su
progreso económico, con notables avances en ambos sentidos.
Pero esta
mejora económica, evidente sobre todo en la capital, puede haberse visto
mermada por las sanciones de la ONU contra sus continuos desafíos a la
comunidad internacional. A tenor de algunos expertos, esa es la razón
detrás de su distensión, que perseguiría aliviar las restricciones sobre
su maltrecha economía. Para otros, Pyongyang ha alcanzado ya tal nivel militar que puede volver a la mesa de negociaciones con mejores cartas. Buena
prueba de ello es que ya no exigiría como condición para
desnuclearizarse que se retiren las tropas estadounidenses de Corea del
Sur, como desveló el presidente Moon Jae-in este jueves en un encuentro
con editores de medios de comunicación en Seúl. A su juicio, Pyongyang
solo pide a cambio que Trump le garantice que no intentará derrocar su
régimen, así como normalizar sus relaciones y apoyo económico. Después
de tensar la cuerda durante los últimos años, Kim Jong-un ha aprovechado
los Juegos Olímpicos de Invierno, celebrados por el Sur en febrero,
para iniciar un deshielo que ha devuelto la esperanza a la dividida
Península Coreana, la última frontera que queda de la Guerra Fría. (Jesús.R.G.)
Fuente: http://www.abc.es/
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