La hora del tanque
como emperador del campo de batalla puede haber llegado a su fin. Los
inexpugnables Merkava israelíes, diseñados para proteger a sus
tripulaciones a toda costa, resultaron vulnerables a las emboscadas de
Hezbollá en el sur del Líbano con masivas bombas improvisadas y misiles
avanzados; los carros de combate fabricados por Rusia sobre diseños de
la Unión Soviética cayeron víctimas de los misiles anticarro de la
infantería (irregular, para más escarnio) en Chechenia y ahora en Siria,
al igual que los M-60 turcos modernizados por Israel. En Irak los formidables M-1 Abrams
resultaron ser vulnerables también. No sería la primera vez que un
sistema de armas desaparece de la historia por culpa del desarrollo de
uno nuevo: recordemos el pase a la situación de retiro de los acorazados en la Segunda Guerra Mundial
de la mano de los portaviones.
Ni siquiera sería la primera vez que se
predice el fin del tanque: los Panzerfaust alemanes y los bazookas
estadounidenses acabaron con muchos carros en los últimos meses de la
Segunda Guerra Mundial, y la masacre de blindados israelíes en la Guerra
del Yom Kippur a manos de soldados egipcios con misiles filoguiados
provocaron predicciones de que la era del tanque llegaba a su fin. Pero
por eso mismo no conviene tocar a duelo por las bestias de acero
todavía: en el pasado han mostrado gran capacidad de adaptación, y la
aparición de nuevos modelos, como el ruso T-14 Armata, está provocando
una revolución. Una nueva generación de tanques viene de camino con una
serie de avances tecnológicos en ataque y defensa que harán posible la
supervivencia del concepto al menos por otra generación. El T-14 Armata ruso, el primer diseño de tanque completamente postsoviético de la potente industria militar de aquel país.
El
carro de combate que ha causado no poca inquietud en círculos de la
defensa occidental es el T-14 Armata ruso, el primer diseño de tanque
completamente postsoviético de la potente industria militar de aquel
país. La columna vertebral de las divisiones blindadas rusas está
formada por diseños derivados de los T-80 y (sobre todo) T-72 de los
años 80 como los famosos T-90
cuya aparición en el conflicto sirio provocó serios cambios en el campo
de batalla. Son tanques de pequeño tamaño y peso que se caracterizan
por disponer de cargadores automáticos de munición, lo que rebaja su
perfil y les permite reducir sus tripulaciones a 4 soldados: la
progresiva mejora de sus sistemas electrónicos y de protección a lo
largo de los años ha culminado en el modelo T-90. El T-14 Armata, sin
embargo, es un diseño original desde cero que pretende ser el principio
de toda una familia de nuevos vehículos blindados mucho más potentes y
capaces que los actuales.
El Armata cuenta con una torre no
tripulada que en el futuro podrá montar potentes cañones por encima del
calibre 125mm actual, un potente motor de 1.200 caballos que mejora su
agilidad y electrónica mejorada que, se dice, incluye radares de barrido
lateral derivados de los desarrollados para el caza furtivo PAK-FA.
La tripulación de sólo tres soldados va en una cápsula en el centro del
caso, mucho más protegida, y vigila los alrededores mediante sistemas
electrónicos de 360 grados. Pero, sobre todo, el Armata cuenta con
nuevos sistemas de protección pasivos (blindaje mejorado, camuflaje) y
activos (deslumbradores láser Shtora, blindaje reactivo avanzado
Malakhit y APS -active protection system- Afganit) que lo hacen mucho
menos vulnerable a los misiles anticarro de la infantería y tal vez
incluso a los proyectiles penetradores de otros tanques.
Estos
sistemas activos harían al Armata capaz de sobrevivir incluso a los
misiles de última generación con doble carga hueca que pueden derrotar a
los blindajes reactivos convencionales. Aunque algunos analistas dudan,
por razones tecnológicas y económicas, de que el estado ruso tenga
capacidad para desplegar el Armata en números suficientes lo cierto es
que países como Alemania, Gran Bretaña, Israel y Estados Unidos se han
puesto a mejorar sus carros actuales (nuevo cañón del Leopard 2, mejoras
del Challenger 2, Merkava Mark IV, M1A3 Abrams) para mejorar sus
posibilidades. Alemania y Francia incluso trabajan juntos para desarrollar un futuro nuevo carro (¿Leopard 3?),
ya que las plataformas occidentales ya están muy maduras y han
alcanzado su límite de modernización: hacen falta diseños nuevos.
Rusia señala el camino
Las
tendencias del futuro, marcadas por el prototipo ruso, son claras:
torres con autocargador para poder montar cañones de mayor calibre y
reducir el perfil y la tripulación, mejoras de la protección con énfasis
en los sistemas activos, electrónica y sensores más sofisticados para
mejorar la conciencia de situación y la puntería, tecnologías de
ocultamiento (stealth) para dificultar la localización de blancos del
enemigo y reducciones de peso para facilitar su transporte y reducir su
consumo de combustible. Otras tecnologías, como blindajes reactivos eléctricos o la capacidad de dirigir enjambres de drones, se encuentran en fase aún más embrionaria y tardarán más en desplegarse.
Un
ejemplo de por dónde va a ir los tiros es el prototipo polaco PL-01,
presentado hace un par de años como ‘concept tank’ y que integra buena
parte de estas tecnologías: torre automática con cargador de munición,
peso reducido (35 toneladas frente a las casi 70 de la última versión
del Abrams) y, sobre todo, un sistema de camuflaje infrarrojo muy
avanzado capaz de confundir a los sensores que operan en estas
frecuencias. En esta dirección se mueven ideas como el Proyecto Griffin,
creado para responder a la nueva demanda de un tanque ligero por el
ejército de Estados Unidos. Aunque en este tipo de vehículos la
protección siempre va a ser un problema: tanto el Griffin como el PL-01
están basados en Vehículos de Combate de Infantería, mucho menos
resistentes que los carros de combate propiamente dichos. Por eso los
sistemas activos van a resultar vitales.
Los
APS (Active Protection System, sistema de protección activa) pueden ser
de varios tipos; algunos se limitan a cegar los sistemas de puntería de
los misiles o carros atacantes, como los deslumbradores láser del
sistema ruso Shtora.
Pero los más avanzados no sólo confunden la puntería, sino que intentan
destruir los proyectiles enemigos o bien afectar a su desempeño
impidiendo que perforen el blindaje. En esta última categoría entran los
extendidos blindajes ‘de rejas’ (slat armor, que hacen detonar las
cargas huecas prematuramente) y también los reactivos (que destruyen el
efecto de las cargas huecas mediante una contraexplosión). Pero los más
sofisticados y efectivos son los diseñados para derribar los proyectiles
entrantes antes de que toquen el caso del carro: los llamados ‘sistemas
hard kill’.
Un APS ‘hard kill’ detecta el lanzamiento de un
proyectil enemigo, identifica su rumbo y lo ataca cuando está a unos
pocos metros del blanco ya mediante un contramisil (como el sistema
estadounidense Quick Kill), perdigones (el israelí Trophy), un explosivo
de fragmentación (el ruso Arena) o bien un EPS (explosively formed penetrator,
proyectil formado por la explosión) como el Afganit que lleva el
Armata. Este último sistema se dice que es capaz de interceptar no sólo
los lentos misiles anticarro con carga hueca que usa la infantería, sino
también los penetradores cinéticos que disparan los cañones de los
tanques. De ser cierto, un carro armado así sería poco menos que
invulnerable en el campo de batalla.
Algunos
carros israelíes Merkava IV ya han entrado en combate con sus Trophy en
funcionamiento, obteniendo excelentes resultados contra misiles. Del
Afganit ruso hay vídeos que lo muestran en funcionamiento en pruebas,
pero otra cosa es desplegarlo en condiciones de combate, y especialmente
asegurar su fiabilidad contra proyectiles anticarro que viajan a varias
veces la velocidad del sonido y son, esencialmente, una barra de metal
ultradenso. Algo debe haber, ya que Estados Unidos ha decidido
acelerar la investigación y el despliegue de un APS cuanto antes.
Este
año se llevarán a cabo pruebas comparadas entre el Quick Kill, el Trophy
y otros sistemas en oferta
para equipar a los blindados de su ejército, lo que supondría aumentar
notablemente su capacidad de supervivencia. A medio y largo plazo, sin
embargo, está claro que los carros de combate tenderán a reemplazar los
sistemas puramente pasivos de protección por sistemas de interceptación
de ataques, y pasarán del ‘escudo pasivo’ a uno mucho más activo. Al
igual que los coches la tendencia es clara: reemplazar átomos por bites,
material por información y capacidad de reacción: el tanque del futuro
no vendrá definido por su coraza, sino por su inteligencia. Y, por
tanto, será tan diferente de un carro de combate actual como los buques
de guerra modernos difieren de un acorazado de la Segunda Guerra
Mundial. (Jesús.R.G.)
Fuente: http://www.elconfidencial.com/
Hay un principio en física que es que a toda acción surge una reacción.eso ocurre con los sistemas de armas. SI un tanke es invulnerable a los sistemas anticarro alguien desarrollará un arma que los pueda destruir y cuando ocurra eso el fabricante del tanke creará sistemas que lo vuelvan hacer menos vulnerable y esto será así hasta el fin de los tiempos.
ResponderEliminarestoy de acuerdo con este comentario.
EliminarO hasta que el concepto de tanque evolucione o se reemplace por otra cosa,tardara decadas algo asi pero tarde o temprano ocurrira.
ResponderEliminarSi es muy posible que eso ocurra,con los avances de la tecnología los tankes se,convertirán en una gran cantidad de sistemas de armas integrados.
ResponderEliminarEl tanque tripulado pienso que evolucionara a un sistema de armas autonomo, no tripulado, que acompañe a la infanteria, que sea la vanguardia en los ataques y la cobertura en retiradas, mas ligero, pequeño, con mas movilidad en entornos urbanos, aerotransportable
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