Putin despide al ‘Carnicero de Mariupol’.


Las guerras son las mejores fábricas de apodos. Allí donde hay un frente de batalla se generan motes y sobrenombres que reflejan la evolución de la contienda bajo una estela a veces chistosa y siempre escalofriante. Y además trascienden al propio conflicto; solo esta fórmula legendaria explica la iconicidad de figuras como el ‘Barón Rojo’ o el ‘Zorro del desierto’ en los primeros compases del siglo XX. 
 
 
Cuando la guerra volvió a llamar a la puerta de la Vieja Europa, este espíritu invadió al ejército ruso. Nacieron así el apodo de ‘Chef de Putin’ para el líder del grupo Wagner, Yevgeny Prigozhin, y el de ‘Señor de la Guerra’ para Ramzan Kadyrov, un líder militar que se había ganado el sobrenombre por su pasado en Chechenia. Y entre todos, se volvió muy significativo el nombre de Mikhail Mizintsev, alias ‘el carnicero de Mariupol’. Ahora ha vuelto a resonar mediáticamente. Esta vez no por sus matanzas, sino porque ha sido fulminado por el Kremlin. 
 
Un cese que refleja la evolución de la guerra 
Tiene 60 años, cabello blanco y ojos del color de la nieve. Ya había comandado el bombardeo sobre Alepo durante la guerra civil siria. Hasta ahora estaba considerado funcionario de alto rango del ministerio de Defensa; su función se describía con las palabras “logística militar”, eufemismo con el que se atiende a la brutalidad de las ofensivas que lanzó sobre la ciudad portuaria de Mariupol. Estos ataques, muy significativos en otros episodios de la invasión, han perdido fuelle a medida que el gran intento ruso de apoderarse del Donbás -en invierno- se iba congelando. Y ahí está el motivo de su destitución. 
 
El cese del coronel general Mikhail Mizintsev está estrechamente ligado a la evolución de la guerra. Los continuos fracasos en las ofensivas por los problemas con el suministro de municiones, labor que recaía directamente en las responsabilidades bélicas del ‘carnicero’. Fiel a su estilo, el ministerio de Defensa ruso no ha realizado declaraciones al respecto. Mizintsev se ganó a sangre y fuego su apodo. Fueron los funcionarios ucranianos quienes se lo colocaron, y las sanciones del gobierno británico por su papel en el episodio de Mariupol elevaron la popularidad y el terror que desprendía su sombra en el campo de batalla. Él era el jefe del centro de gestión de defensa nacional en Moscú cuando se produjo la destrucción de esta ciudad. Se llevó por delante un hospital de maternidad en una de las fotografías más salvajes del conflicto. 
 
Un “puesto maldito”
Después de estos hechos probó la fama. Su punto de máximo reconocimiento se dio en septiembre, cuando fue ascendido a viceministro de defensa reemplazando al general Dmitry Bulgakov. En realidad, su predecesor, también encargado de “logística militar”, había sido destituido por un motivo parecido: fallos en las líneas de suministro. En realidad, se trata de un puesto “maldito”. No porque exista un hechizo detrás, sino por la intensidad de los enfrentamientos en el este del país. 
 
 
Desde hace semanas, las tropas rusas que luchan alrededor de Bajmut, en el Donbás, cuentan casquillos y disparan casi sin proyectiles de artillería. Y los que hay, son deficientes. No obstante, el contexto de su cese no proviene, en ningún caso, del silencio moscovita. Para entenderlo es más efectivo analizar el transcurso de la invasión y la mancha negra que supone en su expediente militar. El fallo inevitable de cualquier guerra de desgaste: el suministro. Desde hoy pasará a la sombra y a un discreto segundo plano; aunque, como todos los motes en todos los conflictos, el nombre del ‘carnicero de Mariupol’ todavía se escuchará entre los silbidos de las balas ucranianas. 

Fuente: https://as.com/

Comentarios