Los drones norteamericanos Global Hawk también tienen problemas para volar.


Los dieciocho sistemas aéreos no tripulados (UAS) Global Hawk que Northrop Grumman ha construido para EE.UU. podrían quedarse en tierra si no se resuelven, entre otros, sus problemas para volar en determinadas condiciones. Los aparatos acuciados por su alto precio y algunas características limitadas respecto a sistemas más antiguos, como su capacidad de carga no pueden sobrevolar tormentas por las restricciones especiales que su condición de no tripulados les impone. Por este motivo, las tres unidades destinadas en la base aérea de Guam, en pleno tormentoso Pacífico, y que vigilan los movimientos de Corea del Norte, se quedan periódicamente sin poder cumplir su misión, como ocurrió el año pasado durante todo un mes.

Estas dificultades no afectaban al antiguo avión espía tripulado U-2, al que el Global Hawk quería sustituir. La Fuerza Aérea norteamericana ya afirmó hace un año y medio que no necesitaba estos drones de más de 200 millones de dólares (por encima de 150 millones de euros) cada uno para cumplir con un trabajo que los U-2 ya han demostrado sobradamente poder hacer. El portal de información aeronáutica especializada Air Force Times, que ha dedicado un amplio reportaje a este asunto, explica que, en vista de todo ello, la Fuerza Aérea quiere aparcar la flota completa de Global Hawk en el almacén de aviones de la Base Aérea de Davis-Monthan, en Arizona.

El avión espía U-2, un competidor de 60 años

Ante este panorama, explica la publicación, se augura una dura batalla entre el fabricante de los drones, Northrop Grumman, que cuenta con poderosos argumentos y la ayuda de algunos miembros del Congreso, y la propia Fuerza Aérea, empeñada en mantener los U-2 construidos en su momento por Lockheed Martin y fruto de un proyecto iniciado hace ya casi sesenta años. Los modernos Global Hakw pueden operar durante 32 horas seguidas, más del triple de lo que suele hacer un U-2, pero tanto su techo operativo como su capacidad de carga son menores. Un mal precedente para las aspiraciones del fabricante norteamericano es lo ocurrido hace algo más de dos meses con la versión del Global Hawk preparada junto a Cassidian para Alemania, denominada Euro Hawk. 
 
Aunque no se trata del mismo caso, el varapalo sufrido por la decisión germana de cancelar ese programa, después de haber invertido 500 millones de euros por las dificultades para lograr los pertinentes permisos de vuelo, ha pasado factura en la consideración del UAS norteamericano. Tras la decisión alemana, fuentes de la OTAN aclararon enseguida que su proyecto de adquisición de cinco aeronaves de la versión modernizada Global Hawk 40 no va a quedar afectado. En este programa valorado en 1.700 millones de dólares (1.300 millones de euros) y que prevé comenzar a operar las aeronaves en 2017 desde la base siciliana de Sigonella– participan catorce países: Alemania, Bulgaria, Dinamarca, Estados Unidos, Estonia, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Noruega, Rumanía, Eslovaquia, Eslovenia y la República Checa.

Corea también se replantea su programa por el alto coste
El que sí podría quedar afectado, más por precio que por capacidades, es el plan coreano para adquirir estos aviones concebidos para desarrollar tareas de vigilancia de larga duración y a gran altitud (HALE). A principios de este mes un informe de la Asamblea Nacional de Corea del Sur aconsejaba a su Gobierno replantearse sus intenciones de adquirir UAS Global Hawk. 
 
El argumento principal es el precio: los planes coreanos contemplan un desembolso de poco más de 485.000 euros (unos 330 millones de euros) para disponer de las aeronaves en 2017. Sin embargo, Northrop Grumman pidió hace tres meses por ellos 880.000 millones (cerca de 600 millones de euros). Los Global Hawk tienen un techo operativo de 20.000 metros de altura, desde donde pueden tomar imágenes nítidas de los movimientos de una persona, por ejemplo.

Fuente: http://fuerzasmilitaresdelmundo.blogspot.com.es/

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