La OTAN y la UE se alían frente a los ciberataques.

Jens Stoltenberg y Federica Mogherini se dirigen a la prensa tras la reunión conjunta OTAN-UE.

Ciberataques y desinformación amenazan los cimientos de las dos principales organizaciones occidentales, la OTAN y la Unión Europea. Sus responsables han añadido nuevas áreas de cooperación a las que ya desempeñan desde el año pasado en ese dominio. Al igual que en ese primer intento, las llamadas amenazas híbridas —las que desestabilizan los países sin emplear métodos convencionales de ataque— centran la cooperación de las dos entidades con sede en Bruselas. Los ministros de Exteriores la OTAN y de la UE han dado ya el visto bueno a este nuevo paquete de 34 medidas, que pretende mejorar lo que se hace hasta ahora. La creciente inquietud que generan los intentos de influencia externa en países de estas dos organizaciones (con campañas que alientan el terrorismo o con intentos de interferir en elecciones) obliga a aumentar los esfuerzos. 

“La OTAN y la UE pueden ahora intercambiar alertas sobre ciberataques y virus en tiempo real”, ilustró el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg durante la cita ministerial que concluyó este miércoles en Bruselas. El texto insta a intercambiar más información —un terreno siempre escurridizo, especialmente la confidencial— y a afinar los esfuerzos contra las noticias falsas, especialmente las que pueden incitar al terrorismo. También se buscan “potenciales sinergias” en la lucha contra los ataques cibernéticos, en particular en los equipos de respuesta rápida que albergan por separado la UE y la OTAN. Ambas organizaciones citan con libertad la necesidad de mejorar la comunicación estratégica en la lucha antiterrorista, con el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) como principal foco de inquietud. Más sutil es la otra amenaza, la que emana de fuerzas difíciles de identificar que influyen en los procesos democráticos de países europeos y de los aliados (en buena medida, los mismos). En ese campo, las referencias son siempre indirectas. 

Mucho por hacer 
“Atribuir [esos intentos de desestabilización] es una decisión de los Estados miembros y la UE no reúne información de inteligencia en este terreno. Pero escuchamos lo que nos dicen los Estados y está claro que en los últimos años hay tanto campañas de desinformación como ciberataques contra las instituciones democráticas en la UE”, aseguraba el comisario europeo de Seguridad, Julian King, en un reciente encuentro con EL PAÍS. Fuentes aliadas admiten que queda mucho por hacer en un terreno en el que Rusia lleva ventaja. La UE y la OTAN han querido avanzar en los últimos meses. 

La Alianza considera los ciberataques como episodios que pueden desencadenar la necesidad de defensa colectiva. Y la UE ha acordado que un incidente grave en el ciberespacio obligue a los Estados miembros a prestar asistencia militar al país que lo sufre. En el terreno de la contrapropaganda, Bruselas acaba de acordar por primera vez un modesto presupuesto (800.000 euros en 2018) para la unidad que lucha contra la desinformación de actores externos. Los dirigentes de la UE y de la OTAN confían en mejorar estas habilidades. Para coordinarlas, han creado un centro de excelencia contra amenazas híbridas que opera desde septiembre en Finlandia. Pese a todo, algunos obstáculos entorpecen los avances. Entre ellos, los recelos de Turquía (miembro de la OTAN que vive un periodo de hostilidad con Europa) a estrechar lazos. (Jesús.R.G.)


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