El
presidente de Estados Unidos tiene retos internos que resolver como el
abismo fiscal, que puede poner al país al borde de la recesión y, por
ende, al resto de la economía mundial, si antes de final de año no
llegan a un acuerdo en el Congreso demócratas y republicanos. Sin
embargo, Obama no puede descuidar el patio exterior de EEUU porque sigue
siendo la gran potencia económica y militar del mundo.
El
recorte en el presupuesto militar de cerca de 500.000 millones de
dólares en los próximos 10 años, unido a una sociedad más renuente a
intervenciones militares externas en época de austeridad, auguran una
adaptación a nuevos tiempos con recursos más limitados. Aun
así, los presidentes norteamericanos suelen prestar más atención a la
política internacional en los segundos mandatos para intentar pasar a la
historia. Y algunos acontecimientos van a exigir una respuesta urgente
de Obama. Una posible intervención en Siria para acabar con la guerra
civil, la bomba núclear de Irán, la contención de China, las complejas
relaciones con Rusia, el ascenso del salafismo en el mundo musulmán y el
atentado en Libia que investiga el Congreso.
Una política exterior más modesta
La
crisis económica ha llevado a la administración demócrata a una
política exterior más modesta pero sin renunciar a la defensa de sus
intereses. EEUU sigue liderando al mundo pero lo hace desde un segundo
plano, si no es algo prioritario, y compartiendo las cargas con otros
aliados. El Ejército americano en el exterior tiene como objetivo
prevenir conflictos, mantener alianzas y asegurar los intereses
americanos en las regiones críticas de manera eficiente y efectiva. Obama apuesta por el soft power, las nuevas tecnologías y las fuerzas especiales.
EEUU
no puede solventar todos los problemas del mundo, pero los problemas
globales no pueden arreglarse sin el concurso de los estadounidenses. El
presidente demócrata no es partidario del excepcionalismo americano.
Apuesta por un país menos protagonista, lo cual no quiere decir que EEUU
esté en decadencia sino que emergen nuevos países con los que hay
contar a la hora de mantener la seguridad mundial. Todo
ello con un país en plena recuperación económica y cercano a la
independencia energética, que se ha convertido en una superpotencia
selectiva. Si la mirada de Obama está en la región de Asia-Pacífico, eso
supone dejar desguarnecidos el flanco europeo y el de Oriente Medio. El
enorme déficit del país obliga a seleccionar objetivos así como a
compartir responsabilidades en las zonas menos prioritarias.
Contención flexible con China
China
es el gran rival del siglo XXI, con el que se llevará a cabo una
política de contención flexible. EEUU planea desplegar parte de su flota
a esa región para cooperar militarmente con Singapur, Filipinas,
Tailandia y Vietnam, así como mantener su presencia militar en Japón y
Corea del Sur e incrementarla en Australia.
El
programa nuclear iraní es otro de los quebraderos de cabeza de Obama.
Su política todavía no ha tenido resultados palpables pero las sanciones
económicas comienzan a hacer mella en el régimen de los ayatolás con
quien podrían estar en conversaciones. La seguridad de Israel sigue
siendo una prioridad para Obama pese a la mala relación con Netanyahu,
partidario de la intervención militar en Irán. El presidente
norteamericano sólo daría luz verde una operación militar, si se dieran
condiciones de peligro inmediato real.
Intervenir en Siria
El
aliado de Teherán en la zona, Siria, sigue desangrándose con más de
30.000 muertos. EEUU deberá pensar en una intervención militar con una
coalición de países árabes junto a la OTAN. Previamente habría que
aprobar una resolución en la Asamblea General de la ONU, en favor de la
responsabilidad de proteger, donde Rusia no tiene capacidad de veto. El
voto de la membresía de Palestina en la Asamblea General de la ONU, que
previsiblemente se dilucidará en un mes, también va a generar disputas y
sanciones de Israel y EEUU a la Autoridad Palestina, lo que podría
inflamar la franja de Gaza y Cisjordania.
El asesinato del embajador norteamericano en Libia es otro de los retos que tiene Obama a corto plazo. La secretaria de Estado, Hillary Clinton, asumió toda la responsabilidad durante la campaña electoral, aunque se sospecha de malentendidos a la hora de actuar con el ex director de la CIA, David Petraeus. La relación con Rusia parece que será complicada sobre todo por el escudo antimisiles y por el tono autoritario de Putin. Europa sigue en el olvido, excepto por la crisis del euro y el miedo a la caída de España e Italia. Iberoamérica también ha pasado a un segundo plano pese a la inmigración hispana, el problema del narcotráfico o la retórica antiamericana del eje bolivariano. La importancia de la agenda interna de Obama no le permitirá obviar estos retos externos que van a requerir de su atención y de soluciones urgentes en muchos casos.
Fuente: http://www.revistatenea.es/
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