La cooperación entre Finlandia y Estonia convierte el Mar Báltico en un lago de la OTAN.

 
 
Finlandia y Estonia han llegado a un acuerdo por el que sus respectivas armadas integrarán sus defensas costeras para estar mejor coordinadas y cerrar el Golfo de Finlandia a los buques enemigos. Uno de los ámbitos en los que la entrada de Finlandia en la OTAN tendrá un efecto drástico es en la situación estratégica del norte del Mar Báltico, incluido el Golfo de Finlandia. Este pequeño golfo alberga algunas de las rutas marítimas más transitadas del mundo, como los transbordadores de pasajeros, las exportaciones de petróleo y gas, y otros buques mercantes. Desde el punto de vista ruso, también es la puerta de entrada a los océanos para los buques que operan desde y hacia la región de San Petersburgo, así como la ruta de tránsito para cualquier buque naval que pase entre las dos principales bases de la flota rusa del Báltico: Baltiysk, en el enclave de Kaliningrado, y Kronstadt, a las afueras de San Petersburgo. 
 
Por ello, el anuncio del ministro estonio de Defensa, Hanno Pevkur, al tabloide finlandés Iltalehti a principios de este mes, de que Finlandia y Estonia habían llegado a un acuerdo sobre la integración de sus defensas costeras es un duro golpe para cualquier ambición rusa en el Mar Báltico en caso de guerra entre Rusia y la alianza. La medida significará que Finlandia y Estonia podrán cerrar las vías marítimas hacia y desde San Petersburgo para los buques de superficie rusos, creando lo que Pevkur denominó un mar interior del Báltico propiedad de la OTAN. En el centro del concepto se encuentran las baterías de misiles terrestres operadas por ambos países, así como los buques de superficie de la Armada finlandesa. Se trata de misiles Blue Spear para Estonia, desarrollados por Proteus Advanced System (una empresa conjunta formada por Israel Aerospace Industries y ST Engineering Land Systems de Singapur). 
 

El sistema se presentó recientemente en Eurosatory 2022. Finlandia utiliza actualmente el RBS 15SF de Saab, que será sustituido por el misil Gabriel V de IAI en un futuro próximo. Es probable que las armas estén relacionadas y que tengan una alta velocidad subsónica, modernos enlaces de datos, capacidad de ataque terrestre secundario y un alcance de 200-300 km. Además, ambos países operan con modernas minas de influencia de fabricación finlandesa, y Finlandia dispone de varios sistemas de defensa costera de menor alcance, como cañones fijos de 130 mm y misiles SPIKE-ER. Estos sistemas se controlan a través de un sistema de mando alimentado por varias fuentes, incluidos los sensores específicos, como el radar portátil Thales BOR-A 660 que utilizan las brigadas de reconocimiento costero finlandesas o el sistema AN/TSQ-288, que se transporta en un remolque y fue donado por Estados Unidos a Estonia el año pasado. 
 
Irónicamente, el primer país que intentó cerrar el Golfo de Finlandia desde tierra fue la Rusia zarista, cuando Nikolai II ordenó la construcción de artillería costera en ambas orillas del Golfo de Finlandia para poder proteger la capital rusa tras el desastre de Tsushima. Tras la caída del zar y la independencia de Estonia y Finlandia después de la Primera Guerra Mundial, la mayor parte de ellas cayó en manos de los nuevos países independientes, que mantuvieron conversaciones secretas durante los años de entreguerras sobre la posibilidad de una defensa costera integrada. Las conversaciones acabaron por fracasar, y la ocupación soviética de los países bálticos tras la Segunda Guerra Mundial hizo que pasara casi un siglo antes de que los planes se hicieran realidad. 
 
Fuente: https://www.navalnews.com/

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