Se
suponía que el caza furtivo F-35 iba a ser un avión innovador que
sustituiría a una multitud de cazas ya existentes en su función y
ayudaría así a racionalizar las cadenas de suministro y los costes. Sin
embargo, el coste del caza de quinta generación se ha disparado desde
entonces hasta convertirse en el programa de armamento más caro de la
historia militar. Se calcula que el presupuesto alcanzará los 1,5
billones de dólares a lo largo de la vida operativa del avión.
Ahorro de costes con un caza de quinta generación
Los
requisitos iniciales eran que el F-35 fuera un avión económico. En
2001, el Pentágono encargó a Lockheed Martin el desarrollo de un caza de
quinta generación que pudiera servir a tres de sus cuerpos: la Marina,
el Ejército del Aire y los Marines. Las tres versiones (F-35A, F-35B y
F-35C) debían tener al menos un 80% de piezas y aviónica en común, para
limitar los costes de producción y mantenimiento.
El presupuesto
asignado para el desarrollo fue de 233.000 millones de dólares. 19
años después, el titánico programa reagrupa a 14 países y a más de
1.500 proveedores mundiales, como Northrop Grumman, Pratt & Whitney y
BAE Systems. Lo que se suponía que iba a ser una adquisición para
ahorrar costes se convirtió en el avión de combate más caro jamás
diseñado.
La creciente lista de problemas del F-35
El
desarrollo del F-35 estuvo plagado de retrasos acumulados y
deficiencias técnicas. Una inestabilidad del software del radar del
avión furtivo fue uno de los primeros problemas del F-35 que se
observaron, pero a lo largo de los años surgieron problemas técnicos más
peligrosos. El
5 de octubre de 2020, las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos
publicaron un informe en el que determinaban que algunos de esos
problemas influyeron en el accidente de un F-35A Lightning II cerca de
la base aérea de Eglin (Florida) en mayo de 2020.
El piloto se distrajo
por una discrepancia en la alineación de su pantalla montada en el
casco. Además, el sistema de soporte vital específico del F-35 causó una
fatiga excesiva al piloto, que había participado en varios días de
ejercicios. "Se sabe entre la comunidad de pilotos del F-35 que el
sistema de suministro de oxígeno es muy diferente a los sistemas de
suministro de oxígeno heredados, como el utilizado en el F-15E", se
indicó en el informe de la USAF. En
junio de 2020, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos descubrió el
desgaste prematuro de los tubos del sistema de generación de gas inerte a
bordo (OBIGGS), un sistema que sustituye el oxígeno contenido en los
tanques de combustible por gas inerte, haciendo así que los vapores de
queroseno no sean inflamables. Se emitieron restricciones de vuelo para
sus cazas furtivos, impidiéndoles volar a menos de 24 millas (40 km) de
las tormentas eléctricas, ya que las aeronaves corrían el riesgo de
explosión del combustible.
El
18 de septiembre de 2020, el Ministerio de Defensa holandés confirmó
que se había detectado el mismo problema en los cazas de quinta
generación de la Koninklijke Luchtmacht (KLu), la Real Fuerza Aérea
holandesa. En consecuencia, los cuatro F-35A con base en Leeuwarden no
pudieron participar en una demostración de interoperabilidad de la OTAN,
denominada Operación Cielo Aliado, en agosto de 2020. Además
de la restricción de vuelo, se impusieron pararrayos o refugios de
protección a los F-35A holandeses estacionados a menos de 10 millas (18
kilómetros) de una tormenta eléctrica. En
el pasado, el sistema de soporte vital provocó varios casos de hipoxia.
También se observaron picos de presión en la cabina del avión, que
podían causar barotrauma a los pilotos (el mismo tipo de daño por
presión al que se enfrentan los buceadores)
El coste del avión de combate se desploma
Como
resultado de los múltiples arreglos y retrasos, el coste total del
desarrollo del caza se disparó a más de 400.000 millones de dólares.
Además, se prevé que el coste operativo de toda la flota del F-35
durante su vida útil prevista de 60 años alcance los 1,12 billones de
dólares, de los cuales el 70% se gastaría en el vuelo del avión. Una
hora de vuelo del F-35 cuesta una media de 36.000 dólares, con ligeras
diferencias según la variante concreta. En cambio, una hora de vuelo de
un caza Lockheed Martin F-16C Viper de la generación anterior cuesta
22.000 dólares. Aunque se hizo un esfuerzo para tratar de reducir el
coste operativo del F-35A a 25.000 dólares para 2025, el Pentágono ha
juzgado la ambición como "altamente improbable". Durante
su campaña electoral, Donald Trump apuntó al coste del avión de combate
junto con el nuevo Air Force One desarrollado por Boeing.
"El programa y
el coste del F-35 está [sic] fuera de control. Se pueden y se ahorrarán
miles de millones de dólares en compras militares (y de otro tipo)
después del 20 de enero", escribió el entonces recién elegido presidente
en Twitter el 12 de diciembre de 2016. En
junio de 2019, el Departamento de Defensa de EEUU y el fabricante de
aviones Lockheed Martin se felicitaron tras reducir el coste por unidad a
80 millones de dólares para 157 cazas F-35A destinados a la USAF. El
descenso del 8,8% respecto a 2018 se alcanzó un año antes de lo
previsto. No
obstante, el precio sigue siendo una preocupación legítima para varios
operadores potenciales. En septiembre de 2020, los ciudadanos de Suiza
aprobaron en referéndum la adquisición de un nuevo caza para su fuerza
aérea. Tras la votación, los representantes políticos locales anunciaron
que harían campaña en contra de la elección del F-35 de Lockheed
Martin, describiendo el avión como la opción "más cara".
F-35 en servicio y en combate
Hasta
octubre de 2020, Lockheed Martin ha entregado más de 500 aviones de
combate F-35 a clientes de Estados Unidos y del extranjero. Israel fue
el primer operador en utilizar el F-35 en combate. En mayo de 2018, el
país de Oriente Medio anunció que había utilizado el avión para realizar
ataques en Siria contra posiciones iraníes y en el vecino Líbano contra
insurgentes de Hezbolá.
En
marzo de 2020, el F-35 se utilizó por primera vez en una misión de
reacción de alerta rápida de la OTAN. En ese momento, Noruega envió sus
cazas furtivos para interceptar un avión ruso de patrulla marítima. Además de ser el
avión de combate más caro jamás fabricado, la aeronave sigue estando
plagada de importantes defectos, y el alcance de sus capacidades
tácticas en combate sigue siendo hipotético.
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