No se trata de unas maniobras cualquiera, las cifras lo dicen todo: 50 buques de guerra, 2 submarinos, 36 aeronaves y más de 8.600 efectivos.
Son las maniobras más importantes que la OTAN realiza en el Báltico,
una zona estratégica muy importante para Rusia pues es su salida
tradicional al Atlántico. Durante los años de la Guerra Fría, la zona
fue escenario de tensiones y continuos roces entre los submarinos
soviéticos y los buques de la OTAN. Hoy en día la organización
occidental juega a la disuasión y a la defensa y Rusia responde con
movilizaciones a la altura. Se trata también de una de las mayores
demostraciones de fuerza y tecnología militar en manos de occidente. El
Confidencial se ha desplaza a Riga para conocer cómo se vive desde
dentro este gigantesco simulacro de guerra.
Estas maniobras se conocen como Baltops, acrónimo de Baltic Operations. No responden a ningún movimiento realizado por Rusia ni muchos menos se trata de ninguna provocación occidental,
como algunos medios han llegado a insinuar. Se trata de unos ejercicios
recurrentes que se celebran todos los años (esta es la edición 47). Es
decir, los rusos sabían de antemano que se iban a celebrar de la misma
manera que saben que se celebrarán el año próximo. Lo que por otro lado
no les resta la importancia que tienen, tanto por el volumen de
efectivos involucrados (participan 18 países), como por el escenario
donde se realizan. El mando es ejercido por los Estados Unidos y lo ostenta el
vicealmirante Andrew L. Lewis, Comandante de la Segunda Flota
estadounidense, un veterano y experto piloto naval con más de 5.300
horas de vuelo y más de 100 misiones de combate. Esta Segunda Flota
tradicionalmente fue una de las más activas en la época de la Rusia
soviética, pero fue desactivada en 2005 siendo reemplazadas sus
funciones por el Centro de Operaciones Conjuntas, de carácter
multinacional.
Sin embargo, el incremento de la actividad militar rusa aconsejó su reactivación en 2018. Estas
maniobras, como la gran mayoría de las de cierta entidad que realizan
las fuerzas militares, son complejas, incluyen diversas fases y varios
escenarios, aparentemente desconectados unos de otros. Suelen incluir fases de adiestramiento individual,
comienzan con operaciones relativamente sencillas que se van
complicando hasta una fase final donde, por decirlo de alguna manera, se
comprueba el resultado alcanzado. Baltops 2019 se divide en tres fases de adiestramiento:
uno de mejora de combate (CET o Combat Enhancement Training), otra
parte de integración de fuerzas en la mar (FIT o Force Integration
Training) y la fase táctica final del ejercicio (TACEX o Tactical
Exercise) también en la mar. En todas estas fases hay un importante
componente de guerra antisubmarina y contra minas.
El capitán Deleyto dirige a los Infantes de su Compañía en un ejercicio de combate en población
Todas
estas fases tienen lugar en Putlos (Alemania), Ravlunda (Suecia),
Saaremaa (Estonia), Riga (Letonia), Klaipeda (Lituania) y en diversas
localizaciones del mar Báltico. Como se ve, escenarios distantes para un
ejercicio complejo donde lo relevante son los mensajes que se
transmiten. Por un lado una señal de que las fuerzas militares
involucradas, cada una por separado, tienen un elevado nivel de
adiestramiento. Más importante aún, que todas ellas son capaces de operar conjuntamente, lo que se manifiesta en las fases FIT. Todo
lo anterior es la clave de la actitud actual de la OTAN, que se basa en
la disuasión. Una disuasión que se ejerce solo si se dispone de los
medios militares, si éstos se encuentran en correcto estado operativo y
de disponibilidad, si existe una voluntad de utilizar dichos medios militares en caso de que sea necesario y si el potencial enemigo conoce toda esta situación.
Vehículos Blindados anfibios AAV-7 de la Infantería de Marina española, dirigiéndose a la playa mientras tienden una cortina de humo
Tecnología aeronaval de vanguardia
Marines norteamericanos desembarcando en las playas próximas a Klaipeda
Es importante el matiz: hablamos de "vanguardia", no de "última generación".
No veremos ni F-22 ni F-35 norteamericanos, aunque es cierto que
algunos países, incluido España, han llevado de lo mejor de sus
respectivas fuerzas navales. Es normal que en estos ejercicios, aunque
se hacen como demostración de capacidades militares, tampoco se enseñen
todas las cartas. Estados
Unidos parecía que en principio iba a enviar a uno de sus buques LHD,
el USS Bataan, aunque al final se le ha requerido en otro lugar. Aun
así, su presencia es importante. Sus buques más relevantes son el USS
Fort McHenry y el USS Mount Whitney. El primero es un buque tipo LSD o buque de asalto anfibio.
Es similar y equivalente a los buques españoles de la clase “Galicia”.
Desplaza 16.000 toneladas y dispone de una amplia cubierta de vuelo a
popa y de dique inundable para realizar operaciones anfibias.
Buque de asalto anfibio norteamericano USS Fort McHenry, con el dique inundado
Este
navío, el británico HMS Albion (también similar) y el Juan Carlos I
serán los responsables de llevar el peso de los asaltos y desembarcos
anfibios. Tecnológicamente la más importante de las unidades navales
norteamericanas es el USS Mount Whitney, un buque que solo lleva
armamento de defensa cercana pero que es de vital importancia. Se trata de un buque de mando.
Solamente la US Navy, dentro de las armadas occidentales, se puede
permitir el lujo de tener un buque de este porte (casi 19.000 toneladas)
dedicado a las tareas de mando y control. A bordo embarca el Estado
mayor y desde este buque el vicealmirante Lewis controla todo el
desarrollo de las acciones. Aunque sea obvio decirlo, está equipado con
los más modernos sistemas de comunicaciones que existen y probablemente
es el buque de este tipo más sofisticado del mundo.
Por
el resto de países destacan las fragatas británicas HMS Kent y HMS
Westminster, del “Type 23”, importantes unidades aunque no son las más
potentes ni modernas de la Royal Navy o la fragata noruega HNoMS Roald
Amundsen, una de las fragatas construidas por Navantia y
basadas en un diseño aligerado de las F-100, últimamente famosas por el
hundimiento del buque gemelo Helge Ingstad tras el choque con un
petrolero. También interesantes por su diseño “stealth” y futurista las
corbetas suecas HSwMS Karlstad y HSwMS Nykoping, unos buques muy ligeros
clasificados como corbetas aunque en realidad tienen más que ver con
patrulleros. En el apartado aéreo, además de aviones de patrulla como el moderno P-8 Poseidón, destaca la participación de aviones F-15 de la USAFE, MiG-29 y F-16.
Blindado anfibio AAV-7 de la Infantería de Marina
También con presencia española
España participa este año con una presencia muy importante tanto en número como en trascendencia, al haber enviado tres de los mejores buques de la Armada,
la fragata F-102 Almirante Juan de Borbón y la fragata F-105 Cristóbal
Colón, la última de la serie F-100 y con importantes mejoras respecto al
resto. Incorpora, por ejemplo, mejoras en el armamento de defensa
cercana, en el diseño de la parte buque, como la implementación de
unidades auxiliares de maniobra y, sobre todo, una versión más avanzada
del Sistema AEGIS, como sabemos el verdadero cerebro de combate del
buque, uno de los mejores sistemas del mundo optimizado para guerra
antiaérea y el mismo sistema que utilizan los destructores y cruceros
norteamericanos.
LHD Juan Carlos I con el dique inundado
El Bataan hubiera sido el mayor buque presente, distinción que en su ausencia ha recaído en el Juan Carlos I. El LHD español ha sido objeto de gran interés por parte de militares y medios de comunicación de otros países.
Desde el buque, aunque también han embarcado en el USS Fort McHenry, va
una importante fuerza de desembarco compuesta por más de 300 Infantes
de Marina con 38 vehículos más el Grupo Naval de Playa con cuatro
lanchas LCM.
Helicóptero Merlin de la Royal Navy desembarcando mediante Fast Rope un equipo Royal Marines
En
el apartado aéreo, el Juan Carlos I añade a las Baltops una importante
capacidad de apoyo cercano a los desembarcos con las misiones CAS (Close
Air Support) llevadas a cabo por los 7 aviones Harrier Plus de la
Novena Escuadrilla. Hay que incidir en que los Harrier españoles, pese a
su dilatado servicio en activo, se mantienen todavía como uno de los elementos más idóneos para realizar ataques de precisión,
algo en lo que esta Escuadrilla se ha especializado y siempre ha
destacado. Completa la Unidad Aérea Embarcada tres helicópteros SH3D Sea
King de la Quinta Escuadrilla, que realizan tareas de apoyo logístico y
de apoyo a los desembarcos anfibios. (Jesús.R.G.)
Fuente: https://www.elconfidencial.com/
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