Rusia apuesta por el Ártico con la instalación de una base militar.




Los camiones lanzamisiles utilizan carreteras heladas y los sistemas de defensa aérea apuntan amenazadoramente al cielo en este puesto militar avanzado del Ártico, un punto estratégico clave para que Rusia proyecte su poder sobre la región polar rica en recursos naturales. La base, apodada Severny Klever (trébol del norte) por su forma de trébol, está pintada con los colores blanco, azul y rojo de la bandera rusa. Ha sido diseñada para que los soldados puedan llegar a todas sus amplias instalaciones sin tener que salir al aire libre: una precaución útil en un área donde las temperaturas a menudo descienden a menos 50 grados centígrados durante el invierno, e incluso en el corto verano ártico a menudo se congelan por la noche. Está estratégicamente ubicada en la isla Kotelny, entre el mar de Laptev y el mar de Siberia Oriental en la ruta de navegación del Ártico, y alberga de manera permanente hasta 250 militares encargados de mantener las instalaciones de vigilancia aérea y marítima y las defensas costeras, con misiles antiaéreos.



La base tiene suficientes suministros para permanecer totalmente autónoma durante más de un año. “Nuestra tarea es vigilar el espacio aéreo y la ruta del mar del norte”, dice el comandante de la base, el teniente coronel Vladimir Pasechnik. “Tenemos todo lo que necesitamos para nuestro servicio y una vida cómoda”. Rusia no es la única que trata de hacer valer su jurisdicción sobre partes del Ártico, ya que la reducción del hielo polar abre nuevas oportunidades para la exploración de recursos y nuevas rutas marítimas. Estados Unidos, Canadá, Dinamarca y Noruega también están compitiendo por la posición, y China también ha mostrado un interés creciente en la región polar. Pero mientras que el gobierno de Donald Trump, ha visto el Ártico a través de la lente de la seguridad y la competencia económica con Rusia y China, aún tiene que demostrar que la región es una prioridad importante en su política exterior general.


El puesto de representante especial de Estados Unidos para el Ártico ha permanecido vacante desde que Trump asumió el cargo. Rusia, sin embargo, ha hecho de la reafirmación de su presencia en el Ártico un objetivo prioritario, sobre todo porque se cree que la región alberga una cuarta parte del petróleo y el gas no descubiertos todavía en la Tierra. Vladimir Putin, ha citado estimaciones que sitúan el valor de las riquezas minerales del Ártico más de 30 billones de dólares. La medida ha alarmado a los vecinos de Rusia, dicen los analistas. “En Rusia, la ruta marítima del Norte ha sido descrita como una bonanza con un gran potencial de desarrollo económico”, declara Flemming Splidsboel Hansen, del Instituto Danés de Estudios Internacionales. “Por eso se necesita capacidad militar en la zona. Es probable que su actitud esté a la defensiva, pero Occidente lo interpreta como ofensiva”.


Kristian Soeby Kristensen, investigadora de la Universidad de Copenhague en Dinamarca, ha comentado que el problema de la hegemonía rusa en el Ártico es más patente para Noruega. “Noruega es un país pequeño, cuyo vecino de al lado es la poderosa Rusia, que ha colocado la mayor parte de su capacidad militar justo al lado de ellos”, señala Soeby Kristensen. “Es lógico que Noruega esté extremadamente preocupada”. En 2015, Rusia presentó a las Naciones Unidas una oferta revisada para la adquisición de vastos territorios en el Ártico. Reclamó 1,2 millones de kilómetros cuadrados de la plataforma marina del Ártico, que se extiende a más de 350 millas náuticas (unos 650 kilómetros) desde la costa. Como parte de un esfuerzo múltiple para reivindicar los derechos de Rusia sobre la región del Ártico, el Kremlin ha vertido enormes recursos en la modernización de las instalaciones de la época soviética.


El puesto militar en la isla Kotelny cayó en el abandono después del colapso de la Unión Soviética en 1991, pero un esfuerzo masivo para construir la nueva base comenzó en 2014 y ha durado varios años. El Ministerio de Defensa ruso, invitó el miércoles a un grupo de periodistas a los que se les mostraron los lanzamisiles anti-barco Bastion posicionados para un simulacro cerca de la costa y los sistemas de defensa aérea Pantsyr-S1 que dispararon contra un objetivo de prácticas. El ejército ruso ha evitado que los medios occidentales visiten sus instalaciones, por lo que el viaje ofreció una oportunidad única para observar de cerca la expansión polar acometida por Rusia. Una gran cúpula de radar asoma sobre una colina que domina la costa, subrayando la misión principal de la base de vigilar el área estratégica.

 

El frío extremo y los vientos intensos a menudo hacen que sea difícil aventurarse al exterior, e incluso los vehículos preparados para las bajas temperaturas, a veces pueden tener problemas para operar cuando las temperaturas descienden a niveles extremadamente bajos e incluso los lubricantes especiales se congelan. El ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, informó a Putin en diciembre que el ejército había reconstruido o ampliado numerosas instalaciones en toda la región polar, modernizando las pistas y desplegando activos para la defensa aérea. La ampliación de la infraestructura ha permitido al ejército ruso restablecer la cobertura completa de radar de la frontera ártica de los 22.600 kilómetros y desplegar aviones de combate para proteger su espacio aéreo. Los militares también han emprendido un esfuerzo de limpieza en toda la región, trabajando para eliminar decenas de miles de toneladas de residuos de los territorios árticos, la mayoría de ellos tanques de combustible oxidados dejados por el ejército soviético. (Jesús.R.G.)


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