Callado por fin el ruido político de las últimas semanas en torno a la creación de un ejército europeo, permanece en el aire la cuestión de su viabilidad sobre el terreno. Tras las declaraciones de Emmanuel Macron y Angela Merkel, los expertos señalan ahora sus dudas sobre este proyecto fetiche que, queriendo unir a la UE, le enfrenta irremediablemente a sus diferencias y carencias. La salida de Reino Unido del bloque va a provocar además un importante roto en esta nueva iniciativa estrella comunitaria antes de que eche a rodar.
Por primera vez con claridad, Merkel abogó recientemente ante el Parlamento Europeo por poner en marcha un "auténtico ejército europeo", que por un lado evidencie que la cooperación ha vencido definitivamente en el continente
a siglos de desconfianza y conflictos. Y por otro, que extraiga
lecciones de los cambios tectónicos que se están produciendo en la arena
internacional con el auge del nacionalismo competitivo que propugna el
presidente estadounidense Donald Trump. "El tiempo en el que podíamos
confiar en otros ha quedado atrás. Los europeos debemos asumir el destino con nuestras propias manos si queremos defender a nuestra comunidad", aseguró la canciller alemana. Macron había abierto la veda unos días antes. Defendió la idea de un "verdadero" ejército común
que garantice la seguridad y la autonomía del bloque.
Llegó a decir que
la soberanía de la UE pasa por unas Fuerzas Armadas conjuntas, con
armas de facturación local que les defiendan de la creciente agresividad
de Rusia y de las "potencias autoritarias que vuelven a emerger y ser
rearman en los confines de Europa". "Hay que tener una Europa que se
defienda más por sí sola, sin depender únicamente de Estados Unidos",
apostilló. Poco después, ante el Bundestag, el presidente francés
advirtió que la UE no podía ser el juguete en las peleas entre
potencias. No es que la UE no hubiese dado ya pasos hacia la integración en el ámbito de la defensa y la seguridad. Desde hace años operan brigadas conjuntas, como la franco-alemana,
y funcionan con éxito programas conjuntos de desarrollo y provisión de
armamento, entre los que destaca la Organización para la Cooperación en
Armamento Conjunto (OCCAR). Incluso hace un año se puso en marcha la
Cooperación Estructurada Permanente (PESCO) para la Política de
Seguridad y Defensa, que suscribieron 25 países de la Unión. Pero tras estos tímidos pasos la idea de un ejército común europeo supone un salto de gigante.
Cautelas y reticencias
El
papel lo aguanta todo. Y los discursos, cuando los políticos precisan
de votos y golpes de efecto, aún más. Pero los expertos en seguridad y
defensa de la UE han acogido con cautela o abiertas reticencias estas declaraciones.
La mayoría, independientemente de su procedencia y posicionamiento, ven
la culminación del ejército europeo como una meta en el mejor de los
casos lejana, tras un camino lleno de enormes escollos políticos,
económicos e ideológicos.
Para Claudia Major, experta en Políticas
de Seguridad de la alemana Fundación Ciencia y Política (SWP), y
Christian Mölling, investigador especializado en Defensa de la Sociedad
Alemana de Política Exterior (DGAP), la idea de un ejército común es un "proyecto prematuro",
como argumentaron recientemente en un foro organizado por el periódico
francés Le Monde. El problema de fondo, apuntaron estos especialistas,
es que para París y Berlín el objetivo a cumplir con esta iniciativa es
completamente distinto. Y eso dará lugar a problemas en cuanto se quiera
pasar de las palabras a los hechos. El Gobierno alemán, como sus predecesores, ve en el ejército común un paso más en la integración política del bloque,
una forma más de garantizar la paz entre los países miembros.
El
Ejecutivo en París, por su parte, lo entiende como un elemento más de la
UE para proyectar poder en sus zonas de influencia, sin tener que
depender de las fuerzas armadas estadounidenses o de los corsés
políticos de la OTAN o la ONU. Dos visiones claramente contrapuestas y difíciles de encajar. Una mirando al pasado y hacia adentro. Y otra hacia el futuro y hacia el exterior. El Consejo Europeo sobre las Relaciones Internacionales (ECFR) apunta que efectivamente hay poca sustancia tras las "ambiguas palabras"
de los líderes políticos. Recuerda además que el proyecto es una idea
recurrente en el imaginario europeo -se apuntó por primera vez hace 68
años- y que siempre ha acabado generando desencuentros. Una y otra vez
ha acabado dejándose de lado hasta que, años después, por conveniencia, se desempolva el término fetiche por intereses coyunturales.
La marcha de Reino Unido
Además, está el Brexit. Los expertos coinciden en destacar que la autonomía militar de la UE está actualmente lejos de ser viable en un bloque con 28 miembros. Añaden que la situación empeorará notablemente cuando se marche Reino Unido el próximo marzo, pues Londres es con diferencia el socio con mayores capacidades ofensivas y defensivas del continente. Un
reciente informe del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos
(IISS) y la DGAP considera que la UE tiene serios problemas para
implementar en el plano militar la ambición de sus planes políticos y
que, la salida de Reino Unido sólo empeorará cualitativamente esta situación.
El estudio, que evalúa el empleo de los recursos comunitarios generando
una serie de escenario y estimando probabilidades, apunta que, si la UE
trata de proyectar su presencia en el exterior tal y como se ha
propuesto, se producirán "extensos agujeros a nivel de capacidades en
todos los dominios" y apenas se podrán cumplir "un tercio de sus requisitos".
Si Londres desaparece de la ecuación, "empeoraría mucho una situación
ya mala", agrega el texto: "Las carencias serían mucho más
pronunciadas". Si se
excluye totalmente a Reino Unido de la infraestructura de defensa de la
UE, argumenta en un reciente ensayo Sophia Besch, investigadora del
Centro para la Reforma Europea, "no sólo perdería la experiencia y los
activos británicos, sino que socavaría potencialmente sus propios esfuerzos".
"Para resultar creíble, las estructuras militares de la UE necesitan de
la implicación de Reino Unido, una de las pocas potencias europeas con
una seria capacidad militar", subraya Besch. En este contexto, la dimisión del secretario de Defensa de Estados Unidos, James Mattis,
ha intranquilizado a más de uno a este lado del Atlántico. El militar
alegó que se marchaba por sus múltiples diferencias con Trump, pero
entre ellas destacó la del lazo transatlántico. Mattis
era uno de los últimos atlantistas convencidos en el círculo más cercano
al presidente. Su marcha permite a Trump seguir mas libremente sus
instintos y Europa se sentirá un poco más dejada de lado. También en el
plano de la seguridad y la defensa. La noticia es un aldabonazo en la puerta de Europa. De esa Europa que de vez en cuando recurre a proyectos fetiche que tanto inspiran. Pero que es tan difícil hacer realidad. (Jesús.R.G.)
Fuente: https://www.elconfidencial.com/
Reino unido era el verdadero escollo de la creacion de un ejercito europeo y con un bloque alemano-frances creo que no es vital en absoluto la ayuda britanica,el cual llego a decir que existiendo la otan quien necesitaba la UE...que se vayan y lejos.
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