Especial noticias: maniobras de la Otan en Noruega.

Un “show” de la OTAN con mensaje
En 2015 la serie televisiva «Okkupert» («Occupied» a nivel internacional) retrataba la invasión de Noruega por fuerzas rusas. Todo ello, a instancias de la UE y tras la decisión del país nórdico de frenar su producción de crudo y gas por el cambio climático. Teniendo como poco probable ese tipo de acción, sí hay otro interrogante que se cierne sobre la región ártica: ¿puede generar el deshielo una escalada militar para controlar recursos naturales o rutas comerciales. En el Ártico hay ocho principales actores, los países ribereños: cinco de la OTAN (Noruega, EE.UU., Canadá, Islandia y Dinamarca con Groenlandia), dos socios cercanos a esta organización militar (Suecia y Finlandia) y Rusia.
De ellos, Rusia es el que se ha tomado más en serio su presencia militar: la flota rusa de rompehielos es de 61 buques, con otros 10 en construcción; Noruega tiene 11. Además, el Ejército ruso tiene una veintena de bases militares en su territorio, sorprendiendo en 2016 con la construcción de un gran complejo militar de 14.000 metros cuadrados en la isla Tierra de Alexandra. «Para ser realistas Noruega no puede ejercer la disuasión por su cuenta. Por ello nuestra pertenencia a la OTAN es la piedra angular de nuestro sistema de seguridad», clamó ayer el ministro de Defensa noruego, Frank Bakke-Jense, poco antes de asistir a una demostración de «Trident Juncture 18», las mayores maniobras de la Alianza Atlántica desde el fin de la Guerra Fría (25 de octubre-7 de noviembre).

El secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, junto al ministro de Defensa de Noruega, Frank Bakke-Jense. Noruega es miembro fundador de la OTAN en 1949

Nada menos que 50.000 efectivos, 10.000 vehículos militares, 250 aviones y 65 buques de 31 países (Suecia y Finlandia incluidas) se han desplegado para entrenar y coordinar un caso de defensa colectiva en el que los países acuden al rescate de un estado miembro que ha sido invadido. El despliegue incluye 1.800 españoles. Ayer, en el día abierto a la prensa, la OTAN no escatimó en recursos en una pequeña playa de Byneset, cercana a la ciudad de Trondheim, bastión militar en época de vikingos. Trece buques, algún submarino desapercibido, cinco lanchas de desembarco, helicópteros Tigre, Blackhawk, Osprey o NH-90, cazas de todo tipo (incluidos dos F-18 españoles), un carro de combate Leopardo y blindados junto a 3.000 soldados con bandera de OTAN aparecieron frente a la idílica localidad para rescatarla de una «invasión». Un «show» de una hora.


El secretario general de la OTAN, el también noruego Jens Stoltenberg, quiso remarcar que «el ejercicio no era contra nadie sino que tiene como único objetivo demostrar que la OTAN está preparada para proteger a cada uno de sus aliados». No obstante, el anuncio ruso de que llevará a cabo en próximas fechas un ensayo de misiles desde fragatas en aguas internacionales próximas a Noruega enrareció la rueda de prensa. «No estamos en una Guerra Fría», remarcó Stoltenberg quien tendió también la mano para las cuestiones del Ártico: «Solemos decir “Polo Norte, tensiones bajas”. Debemos evitar tensiones. Necesitamos trabajar junto a Rusia en el Consejo Ártico». Tras los otros frentes donde se libra la nueva guerra fría entre la OTAN y Rusia (Báltico, Siria, el teatro ucraniano, mar Negro, submarinos en el Mediterráneo, Siria o ciberespacio) la región ártica podría sumarse a la lista. El deshielo podría marcar el rumbo de la lucha de intereses en el Ártico.

Carro Leopardo alemán, ayer en la demonstración estática
Carro de combate Abrams de EE.UU

Los artilugios que sirven de experimento a la OTAN en Trident Juncture
Noruega (II): los artilugios que sirven de experimento a la OTAN  en Trident Juncture
Me lo comentó un oficial español: «Todo lo “unmanned” está de moda en las maniobras Trident Juncture 2018 y estando en Noruega, con tanta nieve, niebla y frío, aún con más razón para impulsar lo tripulado a distancia, desde un pequeño puesto de mando y control».
Y, efectivamente, nuestra primera visita, guiados por el Ministerio de Defensa noruego, es a una pequeña instalación militar, cerca del aeropuerto de Trondheim, donde el Ejército de este país aliado experimenta con las últimas tecnologías aplicadas a la defensa y protección del perímetro de una base militar.

Sala del sistema de mando y control a distancia: se guían drones, vehículos autónomos, buques UAV… Se puede montar en 48 horas, según nos explican

Se trata del «Combat Lab», una especie de puesto de mando y control (literalmente dentro de un contenedor) desde el cual se dirige la operación de un vehículo no tripulado (provisto de cámaras y fusil), se analizan las imagenes de los drones utilizados, se dirige un pequeño buque no tripulado (“Odín” se llama) o se supervisa la posición de los efectivos del propio ejército mediante GPS. Es la guerra a distancia.

La última decisión siempre la tiene un humano, insisten cuando explican el proyecto. No quieren oír ni hablar de un ejército robotizado, una tendencia imparable, por otra parte. Máxime en entornos ya de por sí hostiles. «Estamos ante la próxima generación de sistemas para defensa de instalaciones militares. El uso de la tecnología autónoma nos proporcionará mayor seguridad». Y es que en estas maniobras, las mayores desde el fin de la Guerra Fría, la OTAN va a probar estos y otros artilugios. Se trata de un proyecto del Mando Aliado de Transformación (ACT), con sede en Norfolk (EE.UU.), y del Centro Noruego de Investigación de Defensa (FFI), laboratorio de ideas donde las empresas locales confluyen con los intereses de los ejércitos (y del negocio, claro).

Olav, el vehículo conducido a distancia (pero puede ser guiado a mano también), provisto de cámaras y fusil

Jens Inge es uno de los asesores militares del FFI noruego. Realiza una demostración de las capacidades del «Combat Lab» o sistema de mando y control, donde se emplean también sensores (emplazados en un bosque) para detectar al enemigo en la zona cercana a la base, un sistema contra UAVs y otro capaz de detectar desde dónde dispara un francotirador para luego transmitir la señal al vehículo autónomo que disparará a esa posición. Es tan sólo un ejemplo de una acción de combate. El vehículo sobre cuatro ruedas, que también puede transportar efectivos, se denomina «Olav». Es otro de los artilugios estrella que prueba la OTAN. «El sistema está concebido sobre todo para una misión de protección de la fuerza, en un entorno de una instalación militar», explica Inge.

Sistema para neutralizar UAV que se aproximen
A la derecha, el artilugio que sirve para detectar de dónde provienen los disparos de un francotirador, según explicaron

Otros «gadgets» que muestra la industria noruega y que se aplican al ejercicio «Trident Juncture 2018» son el micro UAV Black Hornet (que se puede lanzar y recuperar desde un vehículo en su nueva versión) o una minifactoría de impresión en 3D que en el momento de nuestra visita fabrica un ventilador para un generador averiado. «No fotos», nos insisten. Rara vez se tiene la oportunidad de ver en funcionamiento una impresora 3-D. La empresa es Fieldmade, y desde hace 3-4 años ya ha prestado sus servicios a entornos militares. La impresora 3-D se esconde en otro contenedor. Nuevas tecnologías (microUAV, antiUAV, vehículos autónonomos o impresoras 3-D) que suponen la nueva generación de artilugios. (Jesús.R.G.)

Nota del editor: Iremos ampliando la noticia conforme valla saliendo mas publicaciones de la misma.
 

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