La OTAN se arma para otra Guerra Fría.


Son las nueve de la mañana de un grisáceo sábado en la capital de EE UU. Dan Arant, veterano de Vietnam y oficial de Inteligencia en Europa durante la Guerra Fría, sirve de voluntario en el Memorial de los Caídos de la II Guerra Mundial. El ambiente es gélido y difuso por la niebla, lo que dota a la escena de un aire de cine negro que le cuadra bien a esta ciudad, meca de las conspiraciones. Arant se detiene en los detalles del monumento; los muertos, las batallas, la épica. 

En el Muro de la Libertad, 4.000 estrellas recuerdan a los muertos en el conflicto, una por cada centenar de soldados caídos. Imposible abstraerse de esta atmósfera. Estamos en el momento más crítico en términos de seguridad desde la caída de la Unión Soviética y los tambores de guerra suenan a ambos lados del Atlántico. El terrorismo islámico que abrió este siglo con el espanto del 11-S concentró todas las energías en materia de defensa, pero la cosa ha cambiado. La posibilidad de un conflicto entre grandes potencias es más real que nunca. Si bien el peligro de atentados yihadistas en Occidente sigue en la lista de las peores amenazas, las prioridades se han reajustado. La Estrategia Nacional de Defensa que ha hecho pública EE UU establece que Rusia y China presentan riesgos plausibles de conflicto convencional. Ambos países llevan años desafiando el orden internacional impuesto tras la Guerra Fría y sus provocaciones van más allá del plano retórico. La dimensión militar de esta escalada es un hecho. Tanto Rusia como China están centrados en la modernización de su Ejército, tal y como Vladimir Putin dejó claro en la recta final de la campaña electoral. 

El presidente ruso aprovechó para anunciar que cuenta con un nuevo armamento nuclear de «alcance prácticamente ilimitado» que hará empalidecer el escudo antimisiles aliado. Dos semanas después, un ex espía soviético y su hija son envenenados en Reino Unido, que acusa directamente al Kremlin... ¿Se trata de un nuevo farol de Putin o la cosa va en serio? Este periódico ha podido comprobar que tanto la OTAN como el Pentágono y el Departamento de Estado no se toman la amenaza rusa a la ligera. Fuentes de la Inteligencia aliada aseguran que Moscú supone «el mayor riesgo en el corto plazo». Tras la invasión de Crimea en 2014 y la presión sobre Ucrania, los planes de contingencia de la Alianza recibieron un impulso que no se ha detenido. La 3ª Brigada Acorazada del Ejército de EE UU aterrizó en Europa el año pasado y en la base de Fort Hood (Texas) ya preparan el tercer relevo de 3.300 soldados. Tropas americanas en suelo europeo por primera vez desde la Guerra Fría. Este despliegue, que tiene el centro de operaciones en Polonia, forma parte de la Iniciativa de Disuasión Europea (EDI, por sus siglas en inglés), el plan estratégico estadounidense para asegurar la defensa del continente frente a un ataque ruso. 

Los movimientos en la frontera este de Europa y las maniobras encubiertas del Kremlin han encendido todas las alarmas. Los países que están en primera línea se han apresurado a elevar sus presupuestos de Defensa al 2% del PIB, un compromiso acordado por los 28 países de la Alianza Atlántica para 2024 y que en el Pentágono consideran más necesario que nunca. La cumbre de la OTAN que tendrá lugar en julio en Bruselas va a ser acalorada. Y no solo por las exigencias económicas de Donald Trump a los socios europeos. Según fuentes de la Administración republicana, ha llegado el momento de que se tomen decisiones que serán cruciales en caso de ataque. «Si tardamos seis meses en llegar al lugar del conflicto, no serviría de nada», advierten. La agilidad en la toma de decisiones y la movilidad de efectivos y equipamiento militar tanto en suelo europeo como entre la UE y EE UU son dos temas que obsesionan en Washington. «Para que la disuasión surta efecto, los rusos tienen que ver que vamos en serio. Y para eso hace falta que podamos llegar a tiempo», continúan las mismas fuentes. 

Creen que EE UU ha demostrado sobradamente la fidelidad a la OTAN, pero hace falta que la estructura de mando se adapte a las necesidades actuales. Según los expertos, el presidente ruso tiene fijación con la expansión aliada hacia el este, que él percibe como la peor amenaza para la seguridad interna y externa de su país. Sin embargo, es plenamente consciente de que, en caso de enfrentamiento abierto, su Ejército no tendría nada que hacer frente a la maquinaria de la OTAN. Por eso mismo se estaría empleando a fondo en la guerra híbrida, que combina acciones militares y civiles. Entre estas últimas, las campañas de desinformación tratan de minar las democracias occidentales. «Es una forma de crear fracturas en los países aliados y de influir en su población», explican fuentes de la unidad de Inteligencia de la Alianza. «Todos los días se registran ciberataques. Ningún país se libra. Rusia utiliza la corrupción para meter mano en nuestras democracias. Son pragmáticos y oportunistas», prosiguen las mismas fuentes. En este punto de la partida, los cauces oficiales de diálogo con el Kremlin parecen seriamente dañados. EE UU echa la culpa a los rusos de cancelar reuniones de alto nivel y de incumplir tratados internacionales. 

Fuentes oficiales argumentan que «la disuasión y la defensa no significan que no tendamos la mano, pero la falta de transparencia de Rusia no es la de una nación que quiere ser un aliado. Queremos evitar un conflicto, no crearlo». Después de tantas décadas de relativa calma, en las que no hemos vivido guerras entre grandes potencias, cuesta mucho imaginar un enfrentamiento en el corazón de Europa. A estas alturas, muchos creíamos que las batallas que nos quedarían por ver serían económicas. Que no habría vencedores ni vencidos, ni soldados volviendo a casa en ataúdes cubiertos por la bandera. ¿Es que hemos subestimado la amenaza? El coronel retirado Wolfgang Samuel cree que Moscú siempre ha cogido por sorpresa al enemigo. «Si lo piensas, los países actuamos igual que los seres humanos: cuando vemos la debilidad, la aprovechamos», reflexiona. A Samuel, el ambiente actual también le recuerda a la Guerra Fría: «Todos sabemos cómo empezar la guerra, pero no cómo terminarla. Hay que tener en cuenta que Putin es un ex KGB. Él no habla, él actúa». (Jesús.R.G.)

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Comentarios

  1. Pero bueno, que se supone que es esta nota? completamente tendenciosa y amarillista con el fin de formar opinion publica, sin datos concretos, que muy poco tienen que ver con lo que estrictamente es "poderio militar" que pregona este fantastico blog, flojita la nota, me parece que se pueden escribir cosas relacionadas con la geopolitica y con la situacion actual que vive el mundo sin necesidad de difundir semejante pantomima pro otan. aca no hay santos en ningun bando, pero vamos, si el reclamo de la otan es que rusia y china desafian el orden internacional y terminan mencionando la opereta del espia en inglaterra ...vaaamos que este es un blog serio, y hay mucha informacion sobre geopolitica dando vueltas en internet como para publicar esto. espero no te ofenda mi comentario, es un excelente blog y lo sigo hace años, simplemente esto me parece que aporta poco a la cultura general y de actualidad sobre la que la gente pretende informarse. saludos

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  2. Lamentable que no se publique mi mensaje, mas alla de que no lo hagas, la nota sigue siendo tendenciosa, amarillista, con escasa informacion concreta acerca de lo que es estrictamente el poderio militar y completamente destinada a formar opinion. no te olvides que el blog subsiste gracias a tus seguidores, no estaria mal que los escuches, y aun cuando no te importen sus opiniones, no deberias censurar los comentarios. con el mayor de los respetos, Mariano. Saludos

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