Plan Apolo 2020 y la Armada que nunca fue.


La Armada Argentina, fue una vez, una Armada pujante que buscaba introducirse dentro de las grandes ligas. Sus años de esplendor estuvieron repletos de intentos de modernización y adquisición de recursos que prometían, no solo resolver los problemas de defensa que tenía la Argentina entonces, sino también posicionarse como una de las Armadas más poderosas de la región. El proyecto de renovación de la Armada era tangible y se idearon planes de modernización que pretendían abarcar todas las fuerzas involucradas en la defensa del país. Para entonces, la Armada Argentina salía en la prestigiosa tapa de la revista Proceedings del Instituto Naval de los Estados Unidos, como ejemplo digno de admiración.


Para la década del 80, ya se habían obtenido dos destructores antiaéreos Type 42 de última generación además de cuatro destructores multipropósito Meko 360. Asimismo, la Argentina se había sumido en la adquisición de hasta ocho submarinos, de los cuales inicialmente, dos procedieron de Alemania, y seis que se construirían en el territorio nacional, entre ellos un TR-1700 que iba a ser transformado en un submarino nuclear. Sin embargo, la Guerra de Malvinas detuvo los planes de modernización y posteriormente la crisis del 90 puso en jaque toda aspiración de grandeza. Pero en el año 2000 surge nuevamente la idea de recuperar lo iniciado en la década del 80 y se pone en marcha el Plan Apolo.


El Proyecto Plan Apolo surge de la necesidad y el apetito apremiante de la Armada Argentina por modernizarse y renovarse, y sobre todo,  de recuperar las perspectivas de superioridad que ostentó alguna vez su Armada. Originalmente, el Plan Apolo, que promovia la incorporacion de un portaaviones, un navio de despliegue para emergerncias y buques AAW, se pensaba sería concretado para el año 2010, pero las circunstancias de crisis económica que sacudieron al país tras el 2001 postergaron su cumplimiento. Así, el Estado Mayor de la Armada, se ve obligado a replantearse la ejecución del proyecto y otorgarle al mismo una nueva fecha, 2020. Pero la historia se repite,  y nuevamente nos encontramos ante una paradoja. El proceso de renovación y modernización es lento y sufre de falta de presupuesto. 

Los submarinos que quedaron de la era dorada aún se encuentran en el astillero esperando la financiación para su finalización. De las metas impuestas para el Plan Apolo 2020, solo se cumplieron hasta la fecha un mínimo porcentaje de ellas y en cierta medida solo parcialmente. No se han  incorporan nuevas unidades de combate, y la falta de inversión ha ocasionado que los destructores multipropósito MEKO 360 y las corbetas MEKO 140, adquiridos en otros tiempos, se hayan devenido en obsoletos en comparación con otros buques de última generación. El plan de reequipamiento naval con la incorporación de submarinos, e incluso uno de clase nuclear, sucumben en el astillero naval. El rompehielos Irizar tardó casi una década en ser refaccionado y modernizado repercutiendo duramente en el presupuesto de la Armada que no tuvo otra alternativa  que delegar la logística a contratistas extranjeros. Solo dos años y dos meses nos separan del 2020 y las metas asignadas están lejos de lograrse. Por el contrario, la Armada sufre de años de desgaste y falta de inversión. 


Existe desde el Gobierno el  discurso de modernización y reequipamiento, pero en la práctica no se percibe y lo que se observa es la falta de recursos. Para lograr la meta establecida para el 2020 solo se puede esperar un milagro, sin embargo la pregunta que subyace aquí no es si la Armada Argentina podrá finalmente completar los objetivos que antaño quiso alcanzar, sino reflexionar sobre las verdaderas causas del estancamiento del proyecto. Las crisis económicas y el contexto histórico juegan un papel primordial en el desarrollo y la ejecución de nuestra historia, pero no podemos  ignorar la malversación de fondos y el discurso de una ideología frívola como causal protagónico del fallecimiento de la Armada. Entonces, como pensadores críticos nos queda preguntarnos hacia donde direccionamos nuestra rabia y resignación, y clarificar si fuimos víctimas de nuestra propia ambición o victimarios de nuestros sueños. (Jesús.R.G.)


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Comentarios

  1. fuimos víctimas de militares obnubilados por el poder y el dinero, y políticos inescrupulosos, este desastre empezó mucho antes de los 70´ y si Dios quiere termino, ocurre que el país está en una situación tan crítica que a duras penas se puede adquirir lo mínimo indispensable para no colapsar del todo, actualmente nos estamos endeudando significativamente y ya el presidente alertó que eso no puede continuar tampoco, entonces solo resta una cosa, lo que siempre tuvimos que haber hecho TRABAJAR Y SER REALISTAS, si mantenemos en el poder gobernantes dignos posiblemente en 10 años habremos recuperado un poco y solo un poco del brillo de nuestras fuerzas armadas. No existen y nunca existieron los salvadores y los populistas demagogos delirantes y ladrones nos dejaron asi.

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