Hiroshima recuerda los 67 años de la bomba atómica.

Hiroshima recuerda los 67 años de la bomba atómica
Con el país todavía conmocionado por el desastre nuclear de Fukushima, Japón ha recordado este lunes el 67 aniversario del lanzamiento de la bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima en la Segunda Guerra Mundial (1939-45). En el Parque de la Paz, un apacible jardín levantado sobre las apocalípticas ruinas que dejó la explosión, decenas de miles de personas han guardado un minuto de silencio tras el tañido de una campana a las 8.15 de la mañana (1.15 de la madrugada en España). A esa hora exacta, el 6 de agosto de 1945, el bombardero B-29 «Enola Gay» arrojó un proyectil de cuatro toneladas con un núcleo de uranio enriquecido que fue bautizado como «Little Boy» («Muchachito»). A pesar de su apodo, tenía una fuerza explosiva de 12.500 toneladas de TNT, que detonaron antes de caer sobre el centro de la ciudad y sumieron a Hiroshima en un infierno nunca antes visto.


La temperatura del aire en el momento de la explosión alcanzó varios millones de grados centígrados. La temperatura máxima de las bombas convencionales es de aproximadamente [5.000 grados]. Varias millonésimas de segundos después, apareció una bola de fuego que irradiaba color blanco. Una diezmilésima de segundo después, la bola de fuego se expandió hasta alcanzar un diámetro de 28 metros con una temperatura cercana a los 300.000 grados centígrados», relatan los folletos del Museo de la Paz en Hiroshima, donde murieron 140.000 de sus 350.000 habitantes. Un tenebroso hongo radiactivo entre negro y violáceo se elevó más de 800 metros en el cielo y luego las nubes descargaron la ácida «lluvia negra». Tres días después, otra bomba, «Fat Man» («El Gordo»), desataba el mismo infierno en Nagasaki, donde perecieron 80.000 personas. El 15 de agosto, los japoneses escuchaban por primera vez la voz del emperador Hirohito anunciando por radio la rendición.

Al cabo de los años, muchos de sus «hibakusha» (supervivientes) acabaron sufriendo todo tipo de tumores y enfermedades por la radiación. «Pensaba que nos había caído una bomba justo encima pero, cuando salí a la calle, vi que toda la ciudad estaba destruida y ardiendo», rememoró el año pasado en una entrevista con ABC Keijiro Matsushima, uno de los supervivientes más activos a la hora de mantener viva la memoria de Hiroshima. Tal y como indicó en su estremecedor relato, jamás podrá olvidar que «la gente tenía la cara ennegrecida, el pelo quemado, la ropa hecha jirones y la piel se les caía a tiras dejando al descubierto los músculos. Como zombis, andaban a duras penas con los brazos extendidos y gimiendo de dolor». A su juicio, «el accidente en la central nuclear de Fukushima es como la tercera bomba atómica, pero esta vez lo hemos hecho nosotros los japoneses».

Invitado especial
Mientras miles de personas, entre ellas evacuados que vivían cerca de la siniestrada central, pedían el fin de la energía nuclear en diferentes manifestaciones, la ceremonia de Hiroshima contaba con un invitado muy especial. Se trata de Clifton Truman Daniel, que a sus 55 años es nieto del expresidente Harry Truman, el hombre que autorizó lanzar ambas bombas atómicas para derrotar a Japón y acabar la contienda. Por su parte, la alta representante de la ONU para el desarmamento, Angela Kane, leyó un discurso del secretario general, Ban Ki-moon, proclamando que «nunca debe haber otro ataque nuclear» y que «la eliminación de tales armas es una necesidad moral y práctica para proteger a la Humanidad».

Fuente: http://www.abc.es/

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