Trump pide a Europa dejar de comprar petróleo ruso y presionar a China, en un intento por finalizar la guerra en Ucrania.

 
 
Vamos a hablar de petróleo ruso porque eso es lo que nombró Trump. dejemos de lado el gas porque es un tema aparte. Iniciemos explicando que hoy los mayores compradores de crudo ruso en Europa son la Hungría de Orban y la Eslovaquia de Fico. Y también la Serbia de Vučić. Hungría y Eslovaquia fueron eximidas del embargo sobre las compras de petróleo ruso impuesto por la UE en diciembre de 2022 por su alto grado de dependencia. Hungría depende en un 95% y los eslovacos en un 85%. Se suponía que eso les daba tiempo para explorar opciones. El crudo de Putin llega en su mayoría por el oleoducto de Druzhba. La exención se aceptó con la condición de que hicieran lo necesario para reconectarse al ducto Adria que llega desde el puerto croata de Omišalj. El plazo dado a Hungría y Eslovaquia se fue estirando hasta hoy. 
 
Tampoco se enlazaron a la opción disponible con la conexión por el Oleoducto Transalpino que va desde el puerto italiano de Trieste a las refinerías en Austria, Alemania y la República Checa. Desde allí podían abastecer con facilidad a Hungría y alimentar la demanda eslovaca. Hay otra opción en el oleoducto que viene de Polonia y se empalma con el tramo alemán y polaco de Druzhba para llevar el petróleo descargado en Gdnask proveniente de Arabia Saudita y Kazajistán. Húngaros y eslovacos dejaron pasar el tiempo y siguieron comprando crudo barato ruso. Hungría no quiso perder el negocio que representaba redistribuir el petróleo de Druzhba hacia Austria y Eslovaquia, Además alegó que necesitaba invertir U$S 750 millones para ampliar la capacidad del oleoducto de Adria. Y en lo político, iba contra la alianza entre Orban y Putin. Serbia, que no pertenece a la UE y el 50% del petróleo que consume proviene de Rusia, también se vio presionada para dejar de comprar crudo ruso. En ese caso era más difícil de concretar porque la mitad de Neft, su empresa mayor petrolera, pertenece a la estatal rusa Gazprom. 
 
En consecuencia, desde 2023 entre Hungría, Eslovaquia y Serbia compraron U$S 5.400 millones en petróleo ruso. En 2022, Hungría compró 2,2 millones de barriles. Eslovaquia una cantidad valuada en U$S 262 millones. Los serbios importaron un total de U$S 797 millones. Antes del embargo del 2022, Europa le compraba petróleo a Rusia por un valor de Є 71.000 millones y otros Є 23.000 millones en productos refinados. El porcentaje de dependencia europea de Rusia en ese rubro pasó del 29% al 11% en el primer cuatrimestre de 2025. El remanente está compuesto casi en su totalidad por las compras de húngaros, serbios y eslovacos. Ahora van camino a reducirse porque Ucrania aplicó sanciones en forma de drones al comenzar a atacar este año la vena petrolera principal, el oleoducto de Druzhba. El 18 de agosto fue atacada la estación de Nikolsoye en la región rusa de Tambov. El incendio provocó la suspensión temporal en el flujo de petróleo. El 12 y el 21 de agosto fue atacada la estación de Unecha en Briansk, generando nuevas interrupciones y la ira de rusos y húngaros. 
 
El comandante de fuerza de drones ucraniana, Robert Brovdi, informó del ataque con la consigna “¡Ruszkik haza!”, que significa “Rusos, váyanse a casa”, una frase usada en la Revolución Húngara de 1956. Rusia restauró el flujo de crudo el 28 de agosto, pero en cantidades reducidas. El último ataque sobre Druzhba el 22 de agosto dañó uno de los ramales que abastece a la industria petroquímica de Bielorrusia, además de ser parte del que alimenta a Hungría y Eslovaquia. Kiev no se inmutó ante los reclamos y amenazas de Fico y Orban. Ni por sus protestas. El ministro de Exteriores húngaro, Péter Szijjártó, y su par eslovaco, Juraj Blanár le enviaron una carta de protesta a la Alta Representante de la UE, Kaja Kallas, y al Comisario Europeo de Energía, Dan Jorgensen, para que gestionen un alto en los ataques ucranianos a Rusia. Acto seguido, Hungría emitió una orden de restricción de ingreso contra Robert Brovdi por considerarlo el principal responsable del corte en el ingreso del petróleo ruso al país. 
 
Pero también hubo un hecho relacionado que nos hacer regresar a Trump y su demanda a los europeos. El 22 de agosto la prensa húngara reveló la molestia de Trump con los ataques. Sobre la carta enviada a Kallas, se leía su letra manuscrita: “Víctor, no me gusta oír esto; estoy muy enojado. Díselo a Eslovaquia. Eres mi gran amigo”. El mensaje no tuvo efecto disuasivo en Ucrania. El 29 de agosto los drones ucranianos volvieron a dañar el ducto en Novozybkov. Ucrania no está saboteando el tramo que pasa por su territorio y que sigue funcionando por pedido de la UE. Al atacar el tramo ruso, mantiene el compromiso asumido de no impedir su paso por su espacio.   A favor de Trump y de Ucrania, ya no rige el veto de la era Biden para limitar el daño al sistema energético ruso. 
 
La UE tampoco interfirió a pesar del perjuicio a dos de sus miembros. Con el reclamo de Trump en la Cumbre de París, Zelensky puede usar los drones con mas holgura.   No obstante, el pedido de Trump es contradictorio porque afecta a uno de sus aliados mas cercanos que es Viktor Orban, uno de los pocos mandatarios extranjeros que invitó a su asunción en enero. Es más fácil entender la Conjetura de Hodge que explicar los giros de Trump.   El pedido contradice la solidaridad expresada con Orban. Y con Fico, que es una roca sin importancia en el sistema solar de Trump. Pero también le impone una condición a Europa que funciona como una cuña en los intentos por disciplinar a los aliados de Putin que tiene en su seno.   Europa puede acceder al pedido de Trump con solo anular la excepción de importación de crudo a favor de Hungría y Eslovaquia. Pero eso dinamitaría las negociaciones para nuevas sanciones que se planean contra Rusia y que necesitan de los dos votos de los lideres pro rusos.   
 
Estas diferencias se harían irreconciliables por su dependencia del petróleo ruso y una crisis energética podría quebrar cualquier intento de avanzar en medidas para ajustar el cerco contra Putin o para aprobar medidas que favorezcan a Ucrania en el futuro. Serbia no es parte de la UE, pero aspira a serlo. Tanto los europeos como Trump tienen la oportunidad de sacarlo de la esfera rusa en un momento de turbulencias políticas internas y ofrecerle ventajas, como por ejemplo una membresía y EEUU petróleo, algo que tienen en abundancia. EEUU tiene otros instrumentos para presionar y es allí surgen las suspicacias. Acaba de imponerle un 50% de aranceles a la India por comprar gas y petróleo ruso. El peso del comercio indio implica para EEUU exportaciones por U$S 820 mil millones e importaciones por U$S 915 mil millones. El intercambio con Hungría es de U$S 1.200 millones entre exportaciones e importaciones y con Eslovaquia de U$S 765 millones. Trump podría presionarlos con sus aranceles y su cercanía política, además de contar con los recursos suficientes para compensar el corte del crudo ruso.   
 
Podría también dar el ejemplo porque EEUU también financia indirectamente a Rusia en el mismo rubro. Si bien Biden prohibió en abril de 2002 la importación de crudo y refinados rusos, un fallo en la redacción del embargo aumentó en forma exponencial el envío de dinero a Putin. En las sanciones no se especificó una restricción sobre el crudo ruso reelaborado y en consecuencia aumentó la compra de refinados producidos a partir del petróleo ruso, en particular del que llega desde la India en forma de combustible. Ese dinero tributa también a Rusia. En 2024 EEUU compró refinados de petróleo de India por U$S 38.000 millones. La empresa india Reliance Industries que opera la refinería de Jamnagar exportó en lo que va de 2025 a los EEUU U$S 1.400 millones, un 14% más que en 2024, al venderse como derivados “transformados”.   Reliance se abastece en la actualidad con un 50% con petróleo ruso. Antes del 2022 sus compras a Rusia representaban el 3% de sus insumos.  En la actualidad importa desde allí 18,3 millones de barriles por un valor de U$S 8.700 millones, que también engordan las arcas de Putin. 
 
Nayara Energy, una refinería india pero en la que la estatal rusa Rosneft tiene el 49,13% de su propiedad, exportó productos derivados del crudo ruso a Estados Unidos por un valor de Є 135 millones entre enero de 2024 y 2025. Son solo dos ejemplos de ese tráfico indirecto.  Hay que hacer otra observación porque EEUU no pide un embargo, sino que aplica aranceles que aumentan el valor de los envíos en el destino, por lo que en esencia no afectan a los ingresos de Rusia. En resumen, no es solo Europa la que está financiando a la invasión de Putin.  Trump está en lo cierto respecto a que Europa debería dejar de comprar crudo ruso que sirve para financiar a Putin. Sin embargo, y con embargo también, EEUU genera un financiamiento indirecto aún mayor. Los 8.700 millones de Reliance son mayores a los que compran Orban y Fico.   Trump tiene una oportunidad única para darle el ejemplo a Europa sobre cómo debe proceder con Rusia. Puede que le suba un poco el precio del combustible interno, pero en ese caso podrá pedirles consejo a los europeos para saber cómo enfrentaron esa circunstancia en el pasado.  
 
Europa tiene los medios para abastecer a Orban y Fico con lo que dejan de recibir por las sanciones ucranianas y Trump podría enviar su petróleo puede reemplazar al de Putin. Pero antes debería cortar su propio dolarducto hacia Rusia, el que pasa con disimulo por la India.   De paso imponerle a China el mismo arancel que le impone a India si el objetivo es debilitar a su mayor adversario global. China importó en 2024 el 47% del petróleo que exporta Rusia e India el 37%. Europa puede hacerse cargo solo de su parte de la contención que pide Trump.   Luego ampliar las tarifas a Turquía que compra el 6% y entonces aplicarlo en el 6% europeo, cuya mayor proporción es importada por Hungría, Serbia y Eslovaquia. Al menos en lo que se refiere al petróleo, los que estaban ayer en París no eran los destinatarios de esa demanda.   De ese modo Europa y EEUU encontrarían un punto de coincidencia respecto a como se debe debilitar a Putin en Ucrania, que al fin de cuentas es la que paga la factura tras tantos manejos y declaraciones. Esa es la cruda realidad respecto a esta novela sobre el crudo de Putin. 

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