La realidad ... Mientras el F-35 y el F-22 operan: el J-20 vuela en exhibiciones.


El F-35 y F-22 han participado en operaciones reales, mientras el J-20 chino permanece sin experiencia en combate, limitado a exhibiciones aéreas. El Lockheed Martin F-35 Lightning II ha registrado múltiples despliegues en combate desde 2018. La Fuerza Aérea de Israel empleó F-35A en mayo de 2018 para realizar ataques aéreos en Oriente Medio. En septiembre de 2018, el Cuerpo de Marines de EE. UU. utilizó F-35B para atacar objetivos terrestres en Afganistán desde el USS Essex. 
 
La Fuerza Aérea de EE. UU. ejecutó su primera misión de combate con F-35A en abril de 2019, y destruyó una red de túneles del Estado Islámico en Irak. En abril de 2025, F-35C de la Marina de EE. UU. derribaron drones hutíes en el mar Rojo, lo que marcó su primera acción de combate. El F-22 Raptor, diseñado para superioridad aérea, ha participado en operaciones reales, aunque no en combates aire-aire directos. En 2018, F-22 llevaron a cabo misiones en Siria y disuadieron a aviones sirios, iraníes y rusos en el espacio aéreo. En febrero de 2023, F-22 derribaron un globo espía chino frente a Carolina del Sur y un objeto no identificado sobre Alaska. Ambos aviones han integrado armamento avanzado en misiones. El F-35 ha empleado misiles AIM-120 AMRAAM y bombas guiadas JDAM, con una capacidad de carga interna de 5,700 libras en modo furtivo. El F-22 porta misiles AIM-9 Sidewinder, AIM-120 y bombas GBU-32 JDAM, y conserva su sigilo mediante bahías internas de armas. Estas operaciones han demostrado la capacidad de ambos modelos en entornos de alta amenaza. Los despliegues han abarcado ejercicios complejos como Red Flag en 2017. 
 
En ese ejercicio, el F-35A alcanzó una proporción de derribos de 15:1 frente a escuadrones agresores F-16 en entornos de alta amenaza. El F-22 ha operado junto a otros aviones de cuarta generación, como F-15 y F-16, en formaciones que combinan sigilo y capacidades de red. El Chengdu J-20 Mighty Dragon, operativo desde 2017, no ha registrado participación en combates reales. Su actividad se ha restringido a patrullas en el mar de China Meridional y ejercicios militares internos. En 2016, el J-20 se presentó en la exhibición aérea de Zhuhai, donde mostró su diseño furtivo y maniobrabilidad, pero no ha enfrentado escenarios de combate verificables. El J-20 incorpora radares AESA y bahías internas de armas, con capacidad para misiles PL-15 y PL-10. Su alcance estimado es de 5,926 km, y su velocidad máxima alcanza Mach 2. Sin embargo, la falta de experiencia en combate real impide una evaluación precisa de su desempeño frente a sistemas de defensa antiaérea modernos o aviones de quinta generación como el F-35 y F-22. China ha incorporado más de 200 J-20, superando la producción del F-22, que finalizó en 195 unidades. 
 
No obstante, la ausencia de operaciones reales ha reducido su rol a demostraciones de capacidad tecnológica en exhibiciones aéreas y patrullas regionales, sin registros de enfrentamientos o misiones de ataque. El desarrollo del J-20 ha enfrentado retos, como los retrasos en el motor WS-15, cuya finalidad es proporcionar supercrucero sostenido. Las versiones iniciales utilizaron motores rusos AL-31, lo cual limitó su rendimiento en comparación con los motores Pratt & Whitney F119 del F-22 y F135 del F-35. El F-35 ha sido transferido a 17 naciones, con más de 1,000 unidades producidas y planes para superar las 3,000. Su despliegue incluye bases como RAF Lakenheath en el Reino Unido, donde 48 F-35A refuerzan el Ala de Cazas 48. En 2021, F-35C de la Marina de EE. UU. operaron desde el USS Carl Vinson en el ejercicio Pacific Stellar 2025, junto con las armadas francesa y japonesa. El F-22, exclusivo de la Fuerza Aérea de EE. UU., conserva 178 unidades activas, con despliegues en bases como Langley-Eustis, Virginia. Su modernización incluye integración con drones de combate colaborativo (CCA), cuyas pruebas se programaron para 2026. 
 
El costo por hora de vuelo del F-35 se redujo de $44,000 en 2018 a $35,000 en 2019, mientras que el F-22 supera los $70,000 por hora. El J-20, aunque presente en cantidades significativas, no cuenta con una red global de apoyo logístico como la del F-35. Su actividad se concentra en el Pacífico Occidental, donde efectúa patrullas con el objetivo de proyectar poder, pero sin registros de misiones de combate o enfrentamientos directos con otros aviones. Las capacidades de sigilo del F-35, con un RCS estimado de 0.001 m², y del F-22, aún más bajo, superan las del J-20, que privilegia el sigilo frontal. Esta configuración limita su efectividad en entornos de combate multidireccional, donde el F-35 y F-22 han validado su superioridad en maniobras y fusión de sensores. El J-20 apareció en eventos como el Airshow China en Zhuhai, donde realizó demostraciones de vuelo en 2016 y 2018. Estas presentaciones destacaron su diseño, con estabilizadores verticales inclinados y bahías internas, pero no reflejan experiencia operativa real. 
 
En contraste, el F-35 y F-22 redujeron su participación en exhibiciones y priorizaron los despliegues operativos. En 2017, el F-35 participó en el ejercicio Red Flag. El F-22 ejecutó misiones de patrulla aérea de combate en regiones como el Medio Oriente, con integración en sistemas de mando y control como el E-8 Joint STARS. Estas misiones sirvieron para validar su tecnología en escenarios reales. El J-20, pese al aumento de su producción, no ha sido empleado en conflictos ni en ejercicios internacionales comparables. Su función se orienta a la disuasión regional, mediante patrullas en zonas disputadas del mar de China Meridional, pero sin evidencia de enfrentamientos o misiones de ataque verificables. La experiencia operativa del F-35 y F-22, junto con su integración en redes de combate de múltiples dominios, los posiciona como referentes en capacidades de quinta generación. El J-20, aunque avanzado, permanece circunscrito a funciones de demostración y patrulla, sin evidencia de acción en combate real. 
 
Fuente: https://israelnoticias.com/

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