China cuenta con 900 misiles balísticos tan solo para atacar a Taiwán.


La tensión en el estrecho de Taiwán ha adquirido una nueva y tangible dimensión. Un contundente informe presentado por la Fuerza Aérea de Estados Unidos ante el Congreso dibuja un panorama estratégico sombrío: China ha desplegado un formidable arsenal de al menos 900 misiles balísticos de corto alcance (SRBM) con la capacidad inequívoca de golpear cualquier punto de la isla. Esta revelación, surgida en el seno del debate presupuestario para 2026, no es un simple dato estadístico, sino la crónica de una modernización militar que redefine el equilibrio de poder en el Indo-Pacífico. 
 
Durante una audiencia clave en el Subcomité de Defensa del Senado, los altos mandos militares estadounidenses expusieron con detalle cómo la Fuerza de Cohetes del Ejército Popular de Liberación (EPL) se ha convertido en la punta de lanza de la estrategia de Beijing. El testimonio escrito detalla una acumulación metódica y sostenida de vectores que va mucho más allá de la cuestión taiwanesa, configurando una red de amenaza de alcance regional y global. El arsenal chino es una telaraña de capacidades superpuestas. A los misiles que apuntan directamente a Taipéi se suman 400 misiles de crucero terrestres, diseñados para neutralizar objetivos en la denominada primera cadena de islas, una barrera estratégica que incluye a aliados de Washington como Japón y Filipinas. La ambición, sin embargo, no se detiene ahí. El informe contabiliza aproximadamente 1.300 misiles balísticos de alcance medio, capaces de alcanzar la segunda cadena de islas, y 500 misiles de alcance intermedio, que ya ponen bajo su radio de acción partes de Alaska y Australia. 
 
En el vértice de esta pirámide ofensiva se encuentran más de 400 misiles balísticos intercontinentales (ICBM), el seguro de vida estratégico de China, con la capacidad de portar ojivas nucleares y alcanzar cualquier rincón del planeta. La verdadera preocupación para el Pentágono no reside solo en la cantidad, sino en la calidad y la doctrina de empleo. Troy E. Meink, secretario adjunto de la Fuerza Aérea, puso el foco en el misil DF-17, un sistema equipado con vehículos planeadores hipersónicos (HGV). Estas armas, que vuelan a velocidades extremas y con trayectorias impredecibles, están «transformando la arquitectura ofensiva del EPL». Su despliegue, advirtió Meink, podría dejar obsoletos a sistemas más antiguos, dotando a China de una herramienta devastadoramente eficaz para atacar bases militares y flotas navales en el Pacífico Occidental antes de que puedan reaccionar. El campo de batalla del siglo XXI no se limita a tierra, mar y aire. El General B. Chance Saltzman, jefe de Operaciones Espaciales, expresó su profunda inquietud por el desarrollo del concepto chino de «kill web» (red de aniquilación). 
 
Se trata de una red integrada de sensores y armas, orquestada desde el espacio, capaz de detectar, seguir y neutralizar objetivos a grandes distancias y en todos los dominios operativos. «Esta red ya se encuentra operativa en órbita terrestre baja», sentenció Saltzman, refiriéndose a un sofisticado sistema de inteligencia, vigilancia y reconocimiento que otorga al EPL una conciencia situacional sin precedentes y fortalece dramáticamente su capacidad de disuasión. Este informe llega en un momento de máxima tensión regional. La escalada verbal y militar en torno a Taiwán durante los últimos años ha reducido peligrosamente los márgenes para el error. El despliegue masivo de vectores balísticos, combinado con la integración de capacidades hipersónicas y espaciales, no es una simple modernización: es la construcción deliberada de un nuevo entorno estratégico en el que la disuasión tradicional de Estados Unidos se ve cada día más desafiada.
 
Fuente: https://sonaraustral.com

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