Un viejo refrán militar dice que cuando los aficionados hablan de estrategia, en realidad hablan de táctica, pero cuando lo hacen los profesionales, en realidad hablan de logística. Porque si cambias el modo de mover un ejército y sus suministros, habrás modificado profundamente lo que ese ejército es capaz de llevar a cabo, ya que los ejércitos caminan sobre su estómago y mantener en marcha una fuerza en movimiento es un reto proporcional a su tamaño y potencia.
La mayor potencia de fuego de
nada sirve si no está en el lugar y el momento adecuados o si la
ausencia momentánea de un elemento crítico la deja inoperable. Es por
eso que algo tan poco atractivo como un buque de transporte puede
modificar decisivamente la capacidad de una fuerza militar. De ahí el
interés de la entrada en servicio del sexto ejemplar
de un peculiar modelo de buque asociado a la marina estadounidense, el
Expeditionary Fast Transport (transporte expedicionario rápido), y la inminente entrada en servicio del segundo Expeditionary Mobile Base
(base móvil expedicionaria), barcos peculiares y económicos
que servirán para multiplicar la capacidad de la armada estadounidense
en algunos teatros de operaciones.
Rápido, aunque débil
Para cubrir la función de transporte rápido dentro de un teatro de operaciones, se diseñó la clase Spearhead, de
la que se acaba de entregar el sexto ejemplar de los 30 que la marina
estadounidense pretende adquirir. Basados en el diseño de un
ferri rápido (Hawaii Superferry) y construidos por la empresa especializada Austal,
los Spearhead tienen un diseño de catamarán y están construidos en
aluminio. Tienen 103 metros de eslora, 28,5 metros de manga y un calado
de apenas 3,83 metros, lo que les permite operar en aguas muy someras. La
clase Spearhead dispone de cuatro motores diésel que los impulsan a una
velocidad de 43 nudos, el equivalente a 80 kilómetros/hora, una
velocidad que supera con mucho la de cualquier buque de cierto porte y
que solo algunas lanchas rápidas pueden alcanzar.
Estos vehículos están
ligeramente armados (montajes para cuatro ametralladoras calibre 50) y
disponen de una pista de aterrizaje capaz de operar helicópteros pesados
CH-53 y de usar y transportar medianos como el MH-60 Seahawk. La
ventaja de estos buques es su precio, apenas 108 millones de dólares
por unidad, y su económico mantenimiento, que no supera los 26 millones
al año. La clase está dirigida por civiles en la reserva, 40
tripulantes, y transporta hasta 600 toneladas de carga, o bien unidades
tamaño compañía del ejército o la infantería de marina con sus
vehículos. Dispone de amplias y cómodas cabinas de pasajeros, aunque sus
limitadas instalaciones no les permiten estar periodos prolongados en
el mar; no más de cuatro días cuando llevan 300 personas a bordo; 14
días si la tripulación no supera los 104. La bodega es grande y muy
versátil, y se puede cargar con facilidad gracias a una rampa en popa.
La principal ventaja de estos buques es su precio, apenas 108 millones
de dólares por unidad, y su económico mantenimiento, que no supera los
26 millones al año.
Entre los inconvenientes se encuentra el
diseño, inestable en mares agitados y que limita la velocidad máxima en
función del oleaje. Con olas de hasta 1,5 metros puede acelerar al
máximo, pero solo puede hacer 15 nudos con olas entre 1,5 y 2,5 metros,
el equivalente a fuerte marejada; cinco nudos con mar gruesa, olas de
2,5 a 5 metros, y debe detenerse en cualquier oleaje superior. El diseño ha demostrado tener deficiencias estructurales; el primero de la clase, el USNS Spearhead,
sufrió daños en la proa navegando con mar gruesa en 2015 y tuvo que ser
reparado. Austal había modificado el diseño original para reducir peso,
y esto tuvo como consecuencia un debilitamiento de la proa que será
subsanado en el resto de los barcos. Los
Spearhead han resultado ser menos versátiles de lo que esperaba la
armada estadounidense. La rampa no permite la carga y descarga de
vehículos pesados en alta mar o con condiciones por encima de marejada, y
hay límites a su capacidad e interacción con barcos como las bases
flotantes ESB, aunque se estudia un rediseño.
Tampoco pueden actuar como
transportes anfibios o llevar equipos de operaciones especiales a sus
misiones, ya que su capacidad de lanzar lanchas y otros vehículos es
limitada, al carecer de muelle sumergible. La construcción de su pista
de aterrizaje impide que operen con el convertiplano V-22 Osprey, y su
capacidad de supervivencia en mala mar o en zonas con oposición es
dudosa, como mínimo. A cambio, se trata de barcos baratos, muy
rápidos, capaces de transportar muy deprisa personal o equipo
imprescindible siempre que sea en aguas litorales, que es para lo que
fueron diseñados. Complementan bien e interactúan con el concepto de los
Littoral Combat Ship
(LCS), con los que comparten la versatilidad y el diseño modular. Su
amplia bodega los ha convertido en plataformas experimentales, y por
ejemplo el cañón electromagnético o 'rail gun' será puesto a prueba en el USNS Trenton
a partir del verano de 2016. Con ciertas mejoras que amplíen su
capacidad militar, podrían convertirse en plataformas útiles para
operaciones como persecución del tráfico de drogas o control de
fronteras, y todo por un precio muy ajustado.
Una base en donde haga falta
Una
de las principales ventajas de los portaaviones es que proporcionan una
base aérea situada en territorio internacional no sujeta a la voluntad
de ningún otro país. Esta extraterritorialidad le da a la marina
estadounidense amplia libertad para operar su aviación sin tener que
pedir permiso a nadie, pero es igualmente útil para otro tipo de
operaciones bélicas o cercanas a lo bélico, como las de ayuda
humanitaria, operaciones especiales, persecución de elementos criminales
como piratas, contrabandistas o mafias de la droga, limpieza de minas,
etc. Hasta ahora esto precisaba el uso de un grupo de
portaaviones o uno de los grandes anfibios dotados de cubierta de vuelo
que cuentan también con capacidad de operar lanchas de desembarco y
botes de pequeño tamaño.
Para cubrir estas necesidades en conflictos de
baja intensidad librando de compromisos a las grandes unidades, se
inventó el concepto del originalmente conocido como Mobile Landing
Platform (MLP, plataforma móvil de desembarco), que dio origen a dos
tipos en servicio actualmente: Expeditionary Transfer Dock
(ESD, muelle de transferencia expedidionario) y Expeditionary Mobile
Base (ESB, base móvil expedicionaria), que es la clase que nos ocupa. La
idea original era un buque semisumergible capaz de operar varias
lanchas de desembarco o de pequeño calado en una posición concreta
durante un largo periodo de tiempo y de recibir suministros de la cadena
logística de la armada, incluyendo los buques preposicionados
del Strategic Sealift Command (mando de transporte marítimo
estratégico). Estos barcos son arsenales flotantes que aguardan en zonas
'calientes' del globo para armar a grupos expedicionarios con rapidez:
se puede enviar mucho más rápido a la tropa si no tienen que llevar
consigo su equipo.
El ambicioso proyecto inicial se
acabó recortando en tamaño y capacidades hasta acabar en los ESD
actuales. Basados en los petroleros civiles de la clase Alaska, y con la experiencia obtenida con un LPD de la armada, el USS Ponce,
los ESD tienen 239 metros de eslora, 50 de manga y un calado de 12
metros, y desplazan más de 60.000 toneladas; su aspecto delata su origen
civil, y de hecho son tripulados por civiles. Son capaces de hacer 15
nudos y tienen una autonomía de más de 9.000 kilómetros, y están
diseñados para transportar y operar hasta tres 'hovercraft' militares LCAC. Su
función principal es auxiliar, actuando como muelles flotantes para
ayudar al desembarco de equipo y personal desde otros buques de
transporte en conflictos de baja intensidad o cuando los 'marines' ya
han desembarcado. Significativamente, no tienen pista de aterrizaje de
helicópteros. A esta variante pertenecen los dos primeros, el USNS Montford Point y el USNS John Glenn.
Más interesantes son las variantes ESB como el recién botado USNS Herschel Woody Williams y su gemelo el USNS Lewis B. Puller,
que eliminan la opción semisumergible pero a cambio ganan una cubierta
de vuelo con dos puntos de aterrizaje de helicópteros pesados y dos de
aparcamiento, además de un hangar. Las lanchas y LCAC se siguen
operando, pero desde grúas. Los
ESB disponen de acomodos para personal diverso y pueden transportar una
barcaza con capacidad para hasta 298 soldados más incluyendo equipos de
operaciones especiales. Disponen de santabárbara y están diseñados para
actuar como bases avanzadas capaces de operar durante meses en
diferentes configuraciones, incluyendo operaciones de desminado con
helicópteros pesados CH-53 y trineos dragaminas. De hecho, serán
adaptados para que puedan operar con los convertiplanos V-22 Osprey,
aunque por el momento se descarta que puedan usar los cazabombarderos
F-35B.
La utilidad de estos barcos es obvia: podrán
permanecer en una posición durante meses apoyados por otros buques de
transporte. Actuarán como base de patrulla costera, desminado y/o
operaciones especiales según convenga, todo ello sin la huella y los
costes de un gran grupo anfibio. Actuando en combinación con los buques
preposicionados del mando de transporte estratégico podrán proyectar
fuerza con rapidez en cualquier teatro de operaciones proporcionando una
valiosa capacidad en conflictos de baja intensidad. Y todo por un
precio relativamente reducido, para los estándares de la Armada EE UU. Y
es que la economía ha llegado incluso a los presupuestos de la marina
de guerra más potente del mundo. (Jesús.R.G.)
Fuente: http://www.elconfidencial.com/
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