Aviones en tierra, tanques averiados y pocos reclutas: los agujeros del ejército alemán.

Foto: Varios soldados reciben a la ministra de Defensa, Annegret Kramp-Karrenbauer. (Reuters)

La Bundeswehr se encuentra en serios problemas. El ejército alemán arrastra carencias materiales y déficit estructurales impropios de la talla política y económica del país. Cerca de la mitad de su gran armamento no está operativo. Las jerarquías parecen anquilosadas y la burocracia obsoleta. Y las nuevas hornadas de reclutas son cada vez más escuetas. Mientras, las críticas emergen tanto dentro como fuera de las fronteras alemanas. "No pude volar en año y medio pese a que estaba en medio de mi formación como piloto", se quejaba esta semana un soldado alemán en un testimonio anónimo en el diario Bild. "De media la formación de piloto en el ejército alemán dura entre ocho y nueve años. Todo se alarga una eternidad. Son normales los períodos prolongados entre vuelo y vuelo y las clases sueltas. De media, los aprendices de piloto tenemos tres horas de vuelo a la semana. 

Deberían ser como mínimo el doble", se quejaba este militar, que achacaba la situación a la escasez de medios aéreos operativos, la falta de profesores, las rigideces burocráticas y las duplicidades. "Un problema enorme es que no hay suficientes profesores. La mayoría están de forma permanente en misiones porque son los únicos que tienen suficiente experiencia", destacaba. La denuncia era cruda, pero no radicalmente nueva. Rimaba con otras muchas quejas que se oyen desde hace años sobre la situación en la que se encuentra la Bundeswehr, al límite de sus capacidades, sin que en Berlín se tomen medidas decisivas para dar un golpe de timón. Las críticas llegan en oleadas, como la que sucedió al choque de dos cazas Eurofighter Typhoon a finales de junio o el accidente de un helicóptero este julio. O a los fallos en aviones militares de transporte que han dejado tirados a soldados y ministros en el extranjero.

La escasez diaria
El comisionado del Gobierno alemán para el ejército, Hans-Peter Bartels, asegura en su último informe anual que "mucho debe y debería mejorar" en la Bundeswehr y lamenta que "la gestión de la escasez" siguiese "siendo rutina diaria". 

Los números que acompañaban a estas palabras lo dicen todo. Ninguno de los submarinos de la armada está en condiciones de navegar. Sólo el 50% de los aviones de carga A400M están operativos y el porcentaje de cazas funcionales es aún menor. Apenas hay tanques de combate Leopard 2 que puedan emplearse y los nuevos acorazados Puma deben pasar por el taller en un proceso que llevará, al menos, hasta 2025. Pero es que además, agregaba el documento de 125 páginas, faltan chalecos antibalas, botas, cascos modernos y aparatos de visión nocturna. El informe también abordaba los problemas de personal. Las vacantes abiertas ascienden a 21.500 (uno de cada diez puestos), entre las que hay plazas para informáticos, mecánicos de aviación y buzos, entre otros. "Estos agujeros generalizados sobrecargan al personal", denuncia Bartels. Las posiciones sin cubrir se deben en parte a la falta de atractivo que para muchos jóvenes alemanes tiene el ejército, ya sea por sus connotaciones o por sus incentivos financieros. 

Desde el fin del servicio militar obligatorio hace ocho años la Bundeswehr tiene cada vez más problemas para captar personal y avanzar en su profesionalización. En 2018 apenas logró reclutar a 20.000 nuevos soldados, 3.000 menos que el año anterior, la menor cifra desde la creación de la Bundeswehr al término de la II Guerra Mundial. La Asociación del Ejército (DBwV), un colectivo independiente de militares y veteranos, ofrecía una imagen igualmente crítica en un informe algo más antiguo pero más detallado. El estudio sobre la disposición de los sistemas de armamento de la Bundeswehr del año pasado limitaba la operatividad de las fuerzas armadas alemanas a uno de sus seis submarinos, a 65 de los 221 cazabombarderos (Eurofighter o Tornado), a 41 de sus 182 helicópteros, a 3 de sus 15 aviones de transporte A400M, a 105 de 244 de sus tanques Leopard 2, y 5 de sus 13 fragatas. Esto supone una disponibilidad media de apenas el 32 por ciento de los principales sistemas de defensa del país.

Helicópteros en tierra
Las noticias en este sentido se suceden periódicamente. La última, esta misma semana. La Bundeswehr, a requerimiento de la industria armamentística alemana, ha emitido una alerta de seguridad para prohibir el despegue de sus 53 helicópteros "Tiger", según Der Spiegel. La causa es un problema con el material una pieza esencial del rotor de la hélice. En breve se empezará a estudiar su estado.

Otros análisis externos aportan fotografías similares. El Índice de Fortaleza Militar, elaborado por Credit Suisse, sitúa a Alemania en el puesto 18 de la lista de las 20 mayores potencias militares, superando tan sólo la mayor economía europea a Indonesia y Canadá. Según el Ranking de Fortaleza Militar de Global Firepower, Alemania se sitúa en décima posición, entre Turquía e Italia, aunque esta valoración incluye también las capacidades económicas y humanas de cada país, así como sus infraestructuras y recursos financieros.

Estas cifras dejan entrever las necesidades que atraviesa la Bundeswehr, sobre todo en un período de múltiples despliegues en el exterior. En la actualidad, según cifras del Ministerio de Defensa, más de 3.000 soldados alemanes están destacados en las trece misiones internacionales, bajo bandera de la ONU o la OTAN con las que Berlín se ha comprometido.
De Mali y el Sáhara Occidental a Afganistán, pasando por Kosovo, Lituania, Irak, Jemen, Líbano, Sudán, el Mediterráneo y el Egeo. El Gobierno alemán está además en estos momentos estudiando con sus socios europeos un nuevo operativo en el estrecho de Ormuz, después de rechazar, por motivos políticos, sumarse a una iniciativa similar encabezada por Estados Unidos.

Presupuesto al alza, pero desde mínimos
La cuestión es en parte presupuestaria, pero no solo. Alemania, la primera economía de Europa y la cuarta del mundo, ocupa en gasto militar el puesto octavo o noveno a nivel internacional, dependiendo de si se toman como referencia los datos del Instituto Internacional de Investigaciones sobre la Paz de Estocolmo (SIPRI) o del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS). Berlín dedica a gasto militar algo menos del equivalente al 1,4% de su producto interior bruto (PIB), muy lejos del 2% al que se comprometieron los países de la OTAN para 2024. De ahí que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ataque con frecuencia a Alemania.

El Gobierno alemán ha presupuestado este año para defensa 49.471 millones de euros. La partida es sensiblemente superior a la de años previos, en parte por las presiones de Washington y por el reconocimiento interno de la gravedad de la situación. Pese a la escasa proporción del PIB que supone, esta cantidad es un 7% superior a la del ejercicio previo y casi un 24% más que la de 2014. "Hubo muchos años en los que la Bundeswehr no recibió suficientes medios. Y por eso es bueno que desde hace algunos años hayamos subido el presupuesto para nuestra seguridad, para nuestro ejército. lo seguiremos haciendo el año que viene", aseguró hace unas semanas la canciller Angela Merkel. El año 2014 supuso el cambio de paradigma en materia militar para Berlín. Desde la caída del muro el presupuesto de Defensa había ido descendiendo de forma marcada. En 1990 se alcanzó su máximo, con 63.310 millones de euros. Casi un 22% más que lo previsto para 2019, pero hace casi 30 años. 

Las razones son múltiples. Primero, para dedicar todos los esfuerzos a la costosa reunificación del país, bajo el convencimiento, además, de que la era de las grandes confrontaciones había acabado. Luego llegó la austeridad, que dio una justificación económica a los recelos antimilitaristas profundamente arraigados en gran parte de la sociedad y de los partidos políticos -sobre todo de izquierdas- por la historia del país en el siglo XX. El aldabonazo de 2014 lo dio la anexión ilegal rusa de la península de Crimea. Cambiar fronteras por la fuerza y violar la integridad territorial de un vecino en Europa era algo impensable para las elites políticas alemanas, amamantadas en los postulados del Fin de la historia de Francis Fukuyama. La decidida acción del Kremlin hizo despertar a Merkel. Su entonces ministra de Defensa, la próxima presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen, avanzó entonces "un giro de 180 grados" en la Bundeswehr. Un proceso para el que "queda un largo camino", como reconoció este año el secretario de estado de Defensa, Benedikt Zimmer. (Jesús.R.G.)

Fuente: https://www.elconfidencial.com/
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