Ucrania quiere que militares de EEUU y la OTAN entren en el país.


El presidente interino de Ucrania ha asegurado que no ordenará el envío de tropas a Crimea para no dejar desprotegida la frontera Ucrania negocia con el Departamento de Defensa de Estados Unidos y con las estructuras de la OTAN la ayuda técnico-militar a este país, dijo el primer ministro ucraniano, Arseni Yatseniuk, a su vuelta de Washington. "En lo que se refiere a la ayuda militar, mantenemos negociaciones bilaterales y multilaterales sobre la ayuda técnica, y uno de sus puntos son las consultas entre los ministerios de Defensa de Ucrania y EEUU, y también en el marco de nuestra cooperación con la Alianza" Atlántica, señaló Yatseniuk. Aseguró, no obstante, que Ucrania no contempla ninguna otra solución que no sea pacífica a su conflicto con Rusia, que ha ocupado de hecho la separatista autonomía ucraniana de Crimea. "Todas las medidas que nos puede ofrecer el mundo civilizado para ayudar tecnológicamente a las Fuerzas Armadas de Ucrania se están llevando a cabo. Pero hay que tener claro que en estos momentos es responsabilidad exclusiva de las Fuerzas Armadas del Estado ucraniano", agregó. 

El presidente interino de Ucrania, Alexandr Turchínov, ha asegurado que no ordenará el envío de tropas a Crimea para no dejar desprotegida la frontera oriental del país, donde linda con Rusia. A su vez, el ministro de Defensa ucraniano, Igor Teniuj, ha reconocido que las Fuerzas Armadas de Ucrania no tienen medios para responder a la intervención militar de Rusia y lamentó que apenas 6.000 soldados de los 41.000 que integran las tropas del Ejército de Tierra ucraniano están preparados para el combate. Subrayó además que las Fuerzas Armadas ucranianas no pueden hacer frente a los más de 220.000 soldados desplegados por Rusia junto a la frontera con Ucrania, un contingente que supera ampliamente en número a todos los efectivos del Ejército ucraniano. En las últimas semanas, Rusia ha intensificado sus maniobras militares por todo su territorio, pero sobre todo en las zonas fronterizas con Ucrania, en medio de una escalada de tensión con ese país por la intervención militar rusa en la república autónoma ucraniana de Crimea. Desde finales del pasado mes de febrero, las tropas rusas se han hecho con el control casi total de la rebelde autonomía, que se prepara a decidir en referéndum convocado para este domingo si se reunifica con Rusia, de la que formó parte hasta 1954, o permanece en Ucrania.


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Comentarios

  1. Más allá de las consecuencias que puedan tener internamente en la propia Ucrania, con la reunificación de Crimea con Rusia y los procesos autonómicos que pudieran aparecer en las regiones rusófilas del este y el sur de Ucrania, esos acontecimientos capitales influirán en cierto número de cuestiones que, de una u otra manera, afectan a Grecia y Chipre.
    Cuando vemos que, paralelamente al desarrollo de la crisis en Ucrania, la Unión Europea trae a colación el congelamiento de la construcción del gasoducto South Stream –que ya tiene garantizado su financiamiento y dispone de las reservas de gas necesarias para garantizar su abastecimiento– lo primero que viene a la mente de cualquier observador capaz de analizar las cosas sin parcializarse es la caída del gobierno de Karamanlis. Al parecer este había tomado una decisión tan importante que molestaba a centros de decisión capaces de iniciar y hacer surgir no sólo los acontecimientos en Ucrania sino incluso en la propia Unión Europea.
    Por otro lado, esta evolución, en lo tocante al South Stream –dado que entre el 70% y el 80% del gas ruso que va a los mercados de fuerte consumo de la Unión Europea transita a través de gasoductos que atraviesan el territorio ucraniano–, muestra que Europa está cerrando voluntariamente y con toda intención las rutas de acceso al gas ruso, facilitando así el conjunto del plan de explotación de los yacimientos de gas en el este del Mediterráneo y en Grecia al mismo tiempo que la construcción del gasoducto que transportaría el gas de esos yacimientos hacia Europa. Por nuestra parte esperamos que se trate del gasoducto del Mediterráneo oriental (East Mediterranean Pipeline).
    Otra consecuencia de la reunificación de Crimea con Rusia que también tiene que ver con Grecia es la posibilidad que se abre a las fuerzas pro-rusas del este y el sur de Ucrania de reclamar su propia autonomía, lo cual cortaría el acceso de la Ucrania pro-occidental al Mar de Azov y al Mar Negro.
    Lo anterior haría de la Ucrania pro-occidental un país sin costas, que dependería directamente de Europa y de la Rusia dominante en el Mar Negro, principalmente en detrimento de Turquía, con la modificación de la correlación de fuerzas que ello implica y la subsecuente aparición de un nuevo mapa geoestratégico en la región.
    El hecho es que la Rusia dominante en el Mar Negro representaría de facto una presión para Turquía y el Estrecho del Bósforo, además de consolidar su presencia en el Mar Egeo y en el este del Mediterráneo.
    Esas dos cuestiones –la energía y la geopolítica– vinculadas a la situación en Ucrania deberían representar una preocupación importante para Grecia y Chipre, en lo tocante a nuestros intereses nacionales y teniendo en cuenta las experiencias negativas del pasado,

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