El crecimiento político,
económico y militar que, de forma paulatina, ha tenido China durante los
diez últimos años, ha puesto nerviosos a países de la órbita
occidental. Particularmente en el área espacial, China está volcando un
gran esfuerzo económico que da como resultado importantes avances
tecnológicos. Este artículo pretende discutir sobre las difusas
intenciones del Gobierno chino respecto a su veloz carrera espacial,
relacionada con su actual escuela de pensamiento militar, con la
influencia que la política de su Comité ejerce y las amenazas que
implica sobre las principales potencias occidentales y asiáticas.
Para muchos expertos occidentales
el experimento anti-satélite (ASAT)(1) que en 2007 llevó a cabo China
sólo fue una cortina de humo para ocultar sus verdaderas intenciones de
cambiar el estatuto de dominio espacial que desde hace 50 años lleva
ejerciendo Estados Unidos. Por el contrario, también los hay quienes
consideran que, tras las investigaciones e inversiones en materia
espacial, China sólo esconde meras voluntades de desarrollo y avance
científico y tecnológico.
Existe una ingente cantidad de material
publicado referente al Ejército Popular de Liberación (EPL)(2) y al
conflicto espacial, pero, pese a su existencia, no queda claramente
reflejada en él la postura oficial de Beijing al respecto(3). Sin
embargo, tras el experimento chino de 2007, quedó demostrada la plena
concienciación del EPL sobre la importancia de poseer capacidades
ofensivas espaciales, difuminándose si la intención es ofensiva o
meramente disuasoria.
Programa anti-satélite chino
El 7 de enero de 2007 el EPL destruyó
un satélite meteorológico chino lanzado en 1999 con un misil balístico
SC-19 Fengyun-1C de segunda fase(4), disparado desde una lanzadera
transportadorerector móvil. Lo derribó en trayectoria ascendente en vez
de descendente, revelando el incremento de sofisticación de su sistema
de control y guiado. De esta forma, China pasaba a formar parte, junto
con Estados Unidos y Rusia, de los países con capacidad ASAT. El éxito del experimento sorprendió al
mundo, especialmente a Estados Unidos, cuyo sistema de inteligencia no
había tenido constancia del importante avance militar y tecnológico. El
EPL derribó un satélite a unas 500 millas de altitud, que es la misma
que emplean los espías de Estados Unidos. Ante ello, la amenaza era
obvia(5). Sin satélites espía y de navegación, muchas de las capacidades
militares norteamericanas se volvían vulnerables de la noche a la
mañana.
La respuesta no se hizo esperar por
parte de la administración del entonces presidente George W. Bush. Tras
un año de presiones diplomáticas, Gates, con el respaldo del presidente,
decidió pasar a la acción y derribar un satélite espía norteamericano
inoperativo. De cara a la opinión pública y para acallar protestas por
el alto coste del experimento, se informó que no había sido otra cosa
que una medida de seguridad, debido a que estaba en trayectoria
descendente y podía impactar en la tierra creando graves consecuencias. Por su parte, también la India tomó
nota del asunto mediante unas declaraciones de su jefe de Estado Mayor
de la Defensa, general Deepak Kapoor, quien concluyó que su país también
debería optimizar las aplicaciones espaciales para fines militares. La
India emplea una gran cantidad de medios espaciales como satélites de
comunicaciones, meteorológicos y de observación, por los cuales ha
expresado en numerosas ocasiones su preocupación ante el avance en
materia aeroespacial del gigante vecino.
Este
hecho llevó en 2009 a que el ministro Indio de Defensa, AK Antony,
decidiese la creación de una célula espacial que se encargase de la
planificación y control del desarrollo espacial indio, para poder hacer
frente a la amenaza(6), incluyendo contratos en materia espacial con
otros países, como los contraídos con Israel para el empleo de sus
satélites de observación y reconocimiento. Muchos son los analistas, los que
consideran que el programa antisatélite chino, influenciado por la
corriente de pensamiento de la Revolución Militar, va acompañado de algo
más. Estas actividades coinciden con la postura mucha más agresiva de
Estados Unidos sobre el uso del espacio aéreo y con los fracasos
diplomáticos chinos de alcanzar algún avance en la no militarización del
espacio.
Desde la perspectiva china, las
intenciones americanas de dominar el espacio han sido siempre claras. La
Administración de George W. Bush apoyó un robusto programa militar y
llevo a cabo numerosos ejercicios (wargames) para asegurar su
preeminencia en el espacio. Simultáneamente, China y Rusia han buscado
durante años un integral enfoque del control armamentístico para
asegurar la seguridad en el espacio, intentando China, mediante su
ensayo de 2007, presionar a Estados Unidos para negociar la firma de un
tratado que suponga el fin del dominio espacial americano.
El 11 de enero de 2010, la agencia
china de noticias Xinhua anunció el éxito de otro ejercicio espacial, en
el que se lanzó un misil superficie-aire HQ-19 equipado con un vehículo
cinético, que destruyó a otro misil chino que orbitaba alrededor de la
tierra. El exitoso experimento fue perfectamente coreografiado al más
puro estilo comunista por la autoridades, para darle la máxima
publicidad.
Con
este segundo test espacial, de marcado carácter defensivo, China lanzó
un mensaje con doble matiz. Por un lado, el experimento coincidió con la
venta estadounidense de armas a Taiwan(7) y con la destrucción en 2007
del satélite meteorológico. Y, por otro, al no ser oficialmente ni
tecnológicamente reconocido como un experimento antisatélite, no provocó
una adversa reacción por parte de Estados Unidos ni de la comunidad
internacional ya que lo ofrecieron como una respuesta antimisil frente a
un hipotético ataque con un ingenio balístico. A pesar que el auge chino en el sistema
antisatélite es un problema de preocupación principalmente para los
países occidentales, y más especialmente para Estados Unidos, las
capacidades que los chinos estarían buscando, tanto en el aspecto
tecnológico, organizativo y doctrinal se quedan muy atrás con respecto
al actual dominante del espacio (Estados Unidos).
Para sus países vecinos, sin embargo,
China ha demostrado poseer unas capacidades que igualan e incluso
exceden las de cada uno de los países limítrofes, excepto las de Rusia.
La tecnología demostrada, pese a no ir acompañada de desarrollo
organizativo y doctrinal, es suficiente para rivalizar vis-a-vis con las
capacidades espaciales de sus países vecinos, siendo una muestra clara
de la influencia que también en el desarrollo de capacidades espaciales
tiene la segunda corriente de pensamiento militar chino (Guerras
locales).
Programa espacial tripulado
El 27 de septiembre de 2008 fue un día
histórico para China. El EPL lanzó una misión espacial y, como
consecuencia, el astronauta Zhai Zhigang llevó a cabo el primer paseo
espacial a lo largo de la estructura exterior del la nave Shenzhou VII,
durante la primera actividad extra-vehicular china en el espacio. Con
ello la nación daba un paso de gigante en el desarrollo de su programa
tripulado, simultáneo a su militarización espacial. Este hito en su
carrera constituye la punta de lanza de los esfuerzos que realiza el
país para consolidar su estatuto de gran potencia. No obstante, desde el
otro lado del globo son muchos los que piensan que estas acciones de
aparente carácter tecnológico-civil esconden verdaderas intenciones de
aumentar sus capacidades militares en el espacio, pese a que China sigue
insistiendo en que este experimento espacial podría compararse con el
programa americano Apolo(8), dentro de sus aspiraciones de aumentar el
prestigio nacional, su imagen de país avanzado y su esfuerzo
tecnológico.
Los antecedentes de esta hazaña surgen
por el año 1992, cuando el entonces presidente Jiang Zemin inició el
denominado Proyecto 921, el cual fue bien visto por los principales
líderes chinos, como una oportunidad de obtener grandes beneficios para
la nación. China había estudiado los beneficios que los americanos
estaban sacando del programa Apolo, los cuales incluían un aumento del
producto interior, y del prestigio internacional, desarrollo tecnológico
en el campo de la ciencia y en el militar, expansión de la ciencia e
ingeniería a las universidades y, por último, gran desarrollo económico e
industrial.
Oficialmente, los chinos han dividido
su programa espacial tripulado en tres fases. La primera, ya concluida,
contemplaba el lanzamiento de astronautas al espacio. Comenzaron
experimentado con naves no tripuladas, entre 1999 y 2002, realizando en
2003 el lanzamiento del primer astronauta en el Shenzhou V. Las fases segunda y tercera están en
proceso. La segunda consiste en el establecimiento de un laboratorio
espacial, para cuyo cumplimiento han comenzado con la adquisición y
mejora de las habilidades de los astronautas en el espacio encargados de
montar el laboratorio.
La tercera y más ambiciosa contempla para 2020 la construcción de una estación espacial permanente que orbite alrededor de la tierra. Hasta aquí el programa no presentaría ningún signo de intencionalidad por parte del régimen chino de militarizar el espacio mediante su programa tripulado. Pero para analistas occidentales, y especialmente norteamericanos, el programa chino está demasiado influenciado por el Ejército de Liberación Popular. Surgió como único, parte civil y militar a la vez. Con el tiempo se dividió en ambas ramas y es ahí donde no se sabe a ciencia cierta el control que la parte de defensa ejerce sobre los científicos que trabajan para el proyecto. La máxima autoridad civil la ostenta el Consejo Estatal para asuntos espaciales, el cual es supervisado por la parte militar, proporcionándole seguridad, instalaciones, medios y personal, astronautas incluidos, procedentes del Mando Aéreo.
La tercera y más ambiciosa contempla para 2020 la construcción de una estación espacial permanente que orbite alrededor de la tierra. Hasta aquí el programa no presentaría ningún signo de intencionalidad por parte del régimen chino de militarizar el espacio mediante su programa tripulado. Pero para analistas occidentales, y especialmente norteamericanos, el programa chino está demasiado influenciado por el Ejército de Liberación Popular. Surgió como único, parte civil y militar a la vez. Con el tiempo se dividió en ambas ramas y es ahí donde no se sabe a ciencia cierta el control que la parte de defensa ejerce sobre los científicos que trabajan para el proyecto. La máxima autoridad civil la ostenta el Consejo Estatal para asuntos espaciales, el cual es supervisado por la parte militar, proporcionándole seguridad, instalaciones, medios y personal, astronautas incluidos, procedentes del Mando Aéreo.
Debido
a la fuerte implicación del EPL y la relativa opacidad de China,
Estados Unidos ha mostrado públicamente una cierta preocupación sobre la
aplicación militar en el campo aeroespacial de la nación asiática, en
primer lugar por el desarrollo de la tecnología de cohetes lanzadera
para poner en órbita satélites o estaciones espaciales. La principal investigación china se
centra en el desarrollo del cohete Long March V, cuyo lanzamiento al
espacio se prevé para el año 2014. Se trata de la continuación de sus
predecesores (Long March I, II, III, y IV), que ya han realizado 150
vuelos balísticos(9) y de cuyo desarrollo dependerá que se llegué a
poner en órbita la estación espacial china en la fecha prevista (2020).
En segundo lugar, la preocupación
occidental se centra en el uso de aeronaves y sistemas espaciales para
incrementar las capacidades militares de supervivencia y reconocimiento
ya que, según informes del Pentágono, los chinos ya han desplegado en el
espacio un pequeño satélite de imágenes con aplicación contra-espacial,
denominado Banxing-1. Además, siguen en su ambición de llegar a tener
su sistema propio de navegación mediante la puesta en órbita de 35
satélites en 2020, teniendo actualmente 10(10), lo que le daría una
total autonomía de la tecnología extranjera en el área de la navegación y
localización.
Conclusiones
El mundo bipolar ha muerto y China
tiene muy clara su posición en el nuevo contexto internacional. No sólo
en su resurgir económico se está poniendo de manifiesto esta tendencia,
sino también en el campo científico y armamentístico, que es donde está
volcando todos los esfuerzos para consolidar su posición como potencia
regional y como potencia mundial.
La arcaica escuela de pensamiento
militar basada en la movilización de masas (Guerra Popular), está dando
paso a un pensamiento más cercano al occidental (Guerra Local y
Revolución en Asuntos Militares), basado en la tecnología como factor
principal para alcanzar la supremacía(11). Para ello han considerado que
el dominio del espacio es la pieza clave para llegar a tener dicha
supremacía.
Como muestra de ello, el pasado año el
Consejo de Estado Chino lanzó a la luz pública su Libro Blanco(12). En
él se recogen los avances realizados por el gigante en materia espacial
durante los últimos cinco años y los objetivos espaciales previstos para
el lustro siguiente. Sigue aparentemente el mismo tono de no agresión y
no injerencia y enfatiza a la hora de remarcar el carácter pacífico de
sus objetivos estratégicos en el área espacial.
Pese
a esto, los temores son palpables en el mundo occidental,
fundamentalmente en Estados Unidos, como ha quedado constatado a lo
largo del artículo. Estos últimos, han reflejado en su Estrategia de
Defensa ese resurgir chino al que nos referíamos y la importancia que el
eje Asía-Pacífico tiene para los intereses de la seguridad
norteamericana, que se une al hecho de que la excesiva confianza militar
china en el nuevo equipo que está adquiriendo podría dar lugar a una
sobre estimación de sus capacidades como gran potencia emergente. Con la proliferación del espacio y de
otras tecnologías, específicamente con la capacidad del sistema
antimisiles demostrada en 2007 (ASAT), hay un riesgo de que China u
otros países que desarrollasen o adquiriesen esta tecnología en el
mercado pudiesen explotar la sobredependencia de los aliados (satélites
americanos y europeos) en el espacio para debilitarlos militar y
económicamente. Rusia, que parecía que no le estaba dando excesiva
importancia a este asunto antimisil afirmó, a través de su viceministro
de Defensa, general Valentín Popovkin, que estaban trabajando en ASAT.
Para finalizar, no podemos obviar otro
problema añadido a la proliferación armamentística en el espacio, como
es la gran cantidad de residuos espaciales que se están generando. Los
que orbitan la tierra no caen inmediatamente sobre ella, sino que pueden
deambular en el espacio durante cientos de años sin rumbo aparente,
suponiendo un gran riesgo ante posibles colisiones o la caída de los
mismos sobre la superficie terrestre. La reciente colisión(13) entre el
satélite Iridium 33 norteamericano y el ruso Cosmos 2251 es un claro
ejemplo del riesgo al que nos vamos a tener que enfrentar en el futuro
próximo.
China ha entendido que el futuro se
juega en el espacio y se ha lanzado a su conquista, tanto en la
dimensión civil como en la militar. Sus expertos han estudiado paso a
paso la rivalidad espacial soviético-estadounidense, extraído
conclusiones y toda la información necesaria para emprender su propio
camino. Aunque Beijing ha colaborado con las demás potencias espaciales
en el desarrollo de sus capacidades, todo apunta a que de ahora en
adelante el grueso de su programa espacial lo abordará en solitario. Su Gobierno, que tiene un ejército de
investigadores (500.000 especialistas dedicados a los más diversos
campos científicos, tecnológicos e industriales), comenzó ya a
multiplicar por 8 cada yuan que dedica a la investigación espacial, a
veces en dinero y a veces en prestigio. Al igual que hicieron
predecesores orientales, como Japón, Taiwan y Corea del Sur, China
pretende dar el salto desde los productos manufacturados baratos a la
alta tecnología e innovación, para lo que una carta de presentación
espacial le ayudará en el empeño.
Fotografías (por orden de aparición)
·Cosmódromo de Xichang.
·Primer paseo espacial chino.
·Lanzadores móviles de misiles balísticos.
·Réplica del “Iridium 33”.
·Propaganda popular ensalzando el programa espacial como símbolo nacional.
·Astronautas chinos del “Shenzhou VII”.
·Venezuela ha lanzado sus dos satélites desde China.
·“Shenzhou VII”.
·Carros de combate chinos desfilando por Beijing.
·“Long March V”.
·Simulación de acoplamiento en la estación espacial china.
·Proceso de lanzamiento del ASAT SC FY-1C.
·El objetivo lunar está entre los planes chinos.
·Sonda lunar “Chang E-2” lanzada en 2010.
Fuente: http://www.defensa.com/
Comentarios
Publicar un comentario
EL APARTADO DE COMENTARIOS DE ESTE BLOG ESTÁ MODERADO. SI EL COMENTARIO CONTIENE INSULTOS HACIA UNA NACIÓN, PERSONA ETC... SERÁ BORRADO AL INSTANTE PARA UNA MEJOR CONVIVENCIA EN EL MISMO, UN SALUDO Y GRACIAS POR COMENTAR.