Gibraltar: enfrentamientos por el control de la bahía de Algeciras.

 
Estamos viendo como la inconsciencia del que tuvo la idea de anular el acuerdo de 1999 sobre la pesca en la bahía de Algeciras, junto con la irresponsabilidad de quienes la autorizaron, está haciendo subir la tensión a unos niveles desconocidos desde hace unos trece años.

Los pocos meses de oficio de Picardo contrastan con los muchos años de su antecesor Caruana, quien no ha dudado en echar en cara a Picardo que esta disputa es "completamente innecesaria", que "no hay intereses fundamentales de Gibraltar en juego" y que "cualquier reacción por parte de España serán [daños] auto-infligidos". En su réplica Picardo se justificó diciendo que "con España como nuestro vecino, la tormenta inevitablemente vendrá". Todo un alarde, como si pudiese buscarse otros. Continuamente se repite la historia. Los pescadores van donde están los peces y faenan sin entender de los límites que pretenden imponerles desde Gibraltar atribuyéndose unos derechos soberanos que España no reconoce. La policía de Gibraltar amenaza a los pescadores para que acepten por la vía de los hechos la autoridad británica; sus actuaciones, de riesgo, recuerdan a los primates en la selva y sus demostraciones de fuerza a base de muchos gritos y golpes en el pecho. Deben contar con la ventaja táctica que suponen los medios de la colonia para interceptar las comunicaciones por telefonía móvil. La Guardia Civil, responsable de los espacios marítimos de soberanía española, protege a nuestros pesqueros y hace valer su autoridad, retirándose de la zona cuando termina su misión, pues no van a quedarse allí toda la noche por llevar la contraria a los británicos.

Este conflicto artificial estimula el victimismo de la población de Gibraltar y provoca titulares llamativos en la prensa española. Así crece la cizaña que tan hábilmente sembraron los promotores de esta iniciativa. Es lo único que les está saliendo bien, aunque la situación se les está yendo de las manos. Ofrecemos unos trazos generales que van definiendo con claridad la escena en marcha y que nos permiten entender que esto es otro episodio de la guerra por el control económico de la bahía de Algeciras, dentro de la crisis permanente en las relaciones hispano-británicas que supone la presencia colonial militar británica en Gibraltar. Esta guerra económica la empezaron a perder los británicos cuando, por un antológico error de cálculo, llevaron la descolonización de Gibraltar a NNUU. Acabaron provocando el cierre de la verja y el desarrollo económico de la Comarca. Todos sus pueblos, excepto La Línea, consiguieron liberarse de su servidumbre respecto a Gibraltar. El desarrollo del puerto de Algeciras, hace pocos días elogiado por la Lloyd´s List británica, y las industrias establecidas en el Campo son la consecuencia directa de aquel error garrafal británico.

En el número 31 de la Revista Atenea se describe el problema de las aguas. Ahora tenemos otra originalidad. Entre sus muchas peculiaridades, Gibraltar no pertenece a la Política Pesquera Común de la UE por lo que entraron en el ámbito de las aguas a través de la legislación medio-ambiental, lo que no deja de ser paradójico dada su nula inquietud por la contaminación que producen las gasolineras flotantes y los trasvases de combustible.

El hecho de delegar en las autoridades de Gibraltar cuestiones propias de las relaciones exteriores, pone al Foreign Office en situaciones comprometidas. España no tiene obligación de aceptar las disposiciones del decreto constitucional de Gibraltar así que el espectáculo que se nos está ofreciendo es el de ver como, cuestiones de Estado que son competencia de los dos gobiernos, se dirimen entre las autoridades de pueblos vecinos, por mucho que Picardo se empeñe en arrastrar a España de vuelta al Trilateral. El resultado es que sus arreglos tienen un alcance tan corto que puede medirse en las horas que han tardado los pesqueros de otro pueblo y la Guardia Civil en volver a la zona. Sin mencionar el Memorándum de Entendimiento en el que, como es habitual en documentos del mismo origen, se incluyen falacias y trampas para elefantes.

Por su dejación, el Foreign Office ha tenido que recordar que "su prioridad y la del gobierno de Gibraltar es que el tráfico debe seguir circulando [con fluidez a través de la verja]" y añaden: "El libre movimiento de personas es un principio básico de la UE, y Gibraltar es parte de la UE". Estamos de acuerdo, sobre todo en lo que no dice, que ni los automóviles, motos, bicicletas, materiales de relleno etc. son personas.


Se les va de las manos a pesar del esfuerzo de Gibraltar por engrasar los mecanismos de colaboración (Atenea, 15.12.2011). Parece que sólo han podido con los más vulnerables y frágiles. Las reacciones son visibles y, por mucho que recurran a los rehenes en que han convertido a los trabajadores españoles, arraiga la idea de que no sólo La Línea sufre por la verja, sino que la economía de Gibraltar puede sufrir muchísimo más y con ello perder su nivel de vida sus casi 30.000 habitantes, y lo que puede resultarles peor, que el ministerio de defensa británico se quede sin la financiación de la base. España estará mal pero el Reino Unido no está para muchas fiestas.

El problema de las aguas es inseparable del problema del Peñón. El proceso de Bruselas fue el artificio inventado por los británicos para no cumplir las resoluciones de NNUU sobre la descolonización de Gibraltar. Si como dice Cameron, el proceso de Bruselas está muerto, él mismo está indicando el camino de vuelta hacia NNUU. La Guardia Civil es la que interviene en la mar y en los controles del tránsito por la verja. Esperemos que no haya daños personales en la mar porque como sabemos, en situaciones de crisis las medidas asimétricas pueden ser las más eficaces. Cuando se produce una hemorragia en una herida, lo inmediato es taponarla y, si está infectada, impedir que la infección se extienda. Pues eso.

Fuente: http://tecnologamilitar.blogspot.com/

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