La política de defensa en Europa es un lujo.

 
La política de defensa de Europa hace agua ante la crisis financiera y económica que azota a la Unión Europea pero también por la falta de un enemigo concreto.

La razón de ser de la OTAN ya no es la misma que le diera origen como se ha visto en las últimas reuniones de la Alianza Atlántica. Por lo tanto la defensa europea de hoy, entendida mas como un instrumento de política exterior y de otras necesidades geopolíticas y económicas, no reviste la misma prioridad al tratarse de un lujo postergable a la hora de recortes presupuestarios.

Todos los miembros de la UE descansan, en definitiva, en la supremacía militar de Estados Unidos. El escudo misilistico norteamericano en el Mediterráneo es un ejemplo. Otro, que la acción militar en Libia difícilmente se hubiese podido realizar sin el fuerte apoyo logístico de Estados Unidos. Lo mismo cualquier intervención eventual en Siria, aun de carácter humanitario.

La preocupación es que Washington ya tampoco comparte la misma vocación y compromiso de antes al no existir la Unión Soviética y haber abierto una estrategia militar global al margen de Europa. Los ojos de Estados Unidos en el Pacífico reduce la atención y, en ese contexto, Europa sirve como aliado en la medida que sea incondicional,  como sería el caso del Reino Unido, y contribuya mas equilibradamente al gasto. De lo contrario, Europa es una incomodidad.

Una Europa dubitativa respecto de los intereses estratégicos norteamericanos, en particular en Medio Oriente donde cuenta con una tradición más arabista que judaica, es siempre materia de molestia cuando para Washington la defensa de Israel es prioridad absoluta. Ni en Irak ni en Afganistán la contribución militar europea ha sido de importancia militar significativa y, en términos políticos, solo ha servido para que la presencia de Estados Unidos aparezca como un esfuerzo multilateral y no una acción unilateral.

Europa es también para Estados Unidos un competidor de armamentos y tecnología sensible. Las coincidencias de enfoque políticos, en muchos casos como es la no proliferación de armas de destrucción masiva, no se mantiene siempre en el campo de las armas convencionales. Alemania, Italia y Francia, disputan mercados. Eso, asimismo, representa una fricción que irrita a Washington y a su industria militar.

La crisis financiera y económica ha complicado la relación transatlántica. Alemania se viene resistiendo a que el gasto público de los integrantes de la UE se amplié en materia de defensa. Francia, en cambio por motivos electorales de su Presidente, procura proyectar una imagen distinta con reminiscencias de sueños de otras épocas. Reino Unido mantiene la histórica relación con Estados Unidos. El resto de los 27, con matices, son indiferentes a la problemática de defensa y no parecen dispuestos a embarcarse en un gran debate político al respecto.

Fuente: http://www.infopuntual.com

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