Mercado de Cazas: se acaban los monopolios…?


En el año 2001 el por entonces gobierno de Corea del Sur anunció la idea de desarrollar su futuro caza de combate denominado “KF-X” que debería entrar en servicio a partir del 2020 y del cual se construirían unos 250 ejemplares para reemplazar a sus F-4 Phantom, F-5 Tiger II y las primeras series de F-16. El objetivo es obtener una aeronave de combate superior al F-16, con mayor radio de acción, mayor vida útil, aviónica avanzada, radar AESA, sistema de enlace de datos todo desarrollado localmente y sin tanta dependencia de Estados Unidos. Desde entonces hubo pocas novedades y las compras del Boeing F-15K hicieron pensar que el proyecto había sido olvidado.

Sin embargo el año pasado se anunció que Indonesia se sumaba al programa con una participación en el mismo del 20%, en tanto que Turquía se incorporaba a las negociaciones y desde Seúl se le ofrecía participar en el programa con un 20%, porcentaje que Turquía rechazó, aunque actualmente se habrían retomado las negociaciones y el porcentaje de participación ofrecido a Turquía podría ser de un 40%. Fuentes del gobierno turco han manifestado su interés en contar con una aeronave de quinta generación “no norteamericano” a pesar se ser parte del programa F-35, a modo de reducir el grado de dependencia con Estados Unidos. Ese es el mismo criterio que ha llevado a Corea del Sur con el programa KF-X y al cual se sumó Indonesia.

 
Según algunas fuentes, Saab también podría participar en el programa como consultor en el área de diseño, desarrollo y producción; hecho que representaría para el programa un gran impulso ya que ello implicaría aprovechar la experiencia de Saab no sólo en diseño sino también en la comercialización y apoyo logístico.

Otro país que también quiere tener un grado de dependencia menor en materia de aviación de combate es Japón. Tras no lograr autorización para adquirir el F-22 Raptor, Japón inició los estudios para desarrollar su propio caza de quinta generación ya que consideran que el F-35 no cumple con los requisitos técnicos exigidos por la fuerza aérea nipona, en especial por tratarse de un monomotor ya que el 70% de los vuelos en Japón se realizan sobre el océano. 
 
 
Fue Mitsubishi quien se adjudicó el desarrollo del ATD-X (Advanced Tecnology Demostrator) que es en realidad un demostrador de tecnología, cuyo prototipo debería volar en el 2014, pero se estima que las consecuencias económicas del terremoto que sufrió Japón éste año han provocado que el programa pase a una etapa de espera, aunque se desconoce cuál es su situación presente.

Más allá de las posibilidades reales que éstos programas sigan adelante y puedan llegar a producción, Indonesia, Turquía, Japón y Corea del Sur están dando claras señales que no están muy conformes con la política norteamericana. Taiwán que también dispone de su propia industria aeronáutica podría ser otro país que en breve opte por una opción “no norteamericana” a cuenta de las constantes negativas en adquirir más F-16 y de las restricciones en materia de armamento.

Dentro de muy pocos años la industria norteamericana reducirá considerablemente las opciones de aeronaves de combate. Actualmente produce los F-16, Super Hornet y el F-15E, pero dichos modelos dejarán de producirse en breve y sólo existirá el F-35, una aeronave muy avanzada y costosa que no todos los países necesitan. Muchos consideran que el F-35 al ser el único caza norteamericano que ofrecerá a la venta implicará un aumento de las condiciones que normalmente impone Washington y no todos están dispuestos a resignar capacidades sólo por decisiones políticas. A modo de ejemplo ya se sabe que todos los ejemplares de exportación contarán con una mayor firma radar que las unidades destinadas a la USAF y USN, como así también varios modos de radar degradados y varias capacidades reducidas en cuanto a los sistemas de detección pasiva y autodefensa.

Por el otro lado del Atlántico no hay muchas opciones, ningún país europeo ha anunciado un proyecto para un caza de quinta generación con lo cual la alternativa europea al menos por ahora no existe, empujando entonces a éstos países a tratar de desarrollar sus propios cazas ante un futuro poco claro. Rusia ha ofrecido a Brasil ser parte del PAK-FA, pero ello sólo si adquiría el Su-35 para su programa FX-2, modelo que no superó la primera fase de selección. Si bien India es parte del PAK-FA se sabe que hay bastantes divergencias entre ambos países; Rusia no tiene interés en desarrollar una versión biplaza, en tanto que India quiere que la mayor parte de sus cazas de quinta generación sean biplazas y que puedan incorporar aviónica y armamento de desarrollo hindú, algo que tampoco es bien visto por Moscú.

En base a todo lo mencionado, queda claro que muchos países han decidido “patear el tablero” y despegarse de sus proveedores habituales. Turquía como Corea del Sur y Japón cuentan con basta experiencia en la producción de aeronaves y aviónica, y no hay dudas que quieren ir por la tan costosa y preciada independencia. Seguramente hay otros países que no disponen de dicha infraestructura ni medios, pero que también buscan lograr un poco de aire y no depender de las condiciones que impone Washington o Moscú. Habrá que esperar unos años para ver cómo evolucionan éstos proyectos y el mercado, pero varios analistas ya han mencionado que algunos fabricantes de aeronaves de combate deberán modificar sustancialmente sus políticas de exportación, caso contrario las ventas se estancarán y los usuarios comenzarán a evaluar otras alternativas.

A modo de ejemplo aparte de la USAF, el F-4 Phantom II logró once clientes de exportación, pero su sucesor el F-15 sólo logró cinco. En el caso del Hornet, de siete clientes sólo obtuvo un solo cliente de exportación con el Super Hornet. Francia enfrenta una situación similar, de ocho clientes de exportación del Mirage M2000, aún no obtuvo un solo pedido del Rafale. No hay dudas que los fabricantes deberán flexibilizar sus condiciones porque hoy ya no hay mercado cautivo y porque otras opciones podrían llegar al mercado y erosionar sus ventas. Todo indica que la globalización por fin está llegando al mercado de los aviones de combate.
 

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