Armas atómicas y antimisiles: la tecnología de las dos Coreas que teme Occidente.


Corea del Norte tiene armas atómicas, como ha demostrado ya llevando a cabo cinco pruebas nucleares en su territorio. Incluso podría disponer de la tecnología de miniaturización que le permitiría instalar las cabezas atómicas en misiles balísticos, que el país trabaja desesperadamente para conseguir perfeccionar. Corea del Sur, y su aliado Estados Unidos, temen esta nueva capacidad y sobre todo la capacidad de presión que le daría al peculiar régimen norcoreano disponer de misiles balísticos capaces de amenazar ciudades en la península de Corea, bases en el Pacífico o incluso (si consiguen un verdadero ICBM) el territorio estadounidense. Para contener ese peligro, el anterior gobierno de Corea del Sur y Estados Unidos llegaron a un acuerdo para complementar el actual escudo antimisiles desplegado en el país con un nuevo componente: una batería del sistema antimisiles balísticos de gran altura THAAD. 

Rusia y China, por su parte, temen este despliegue por su posible efecto sobre su propia disuasión nuclear. En la península coreana se está disputando una carrera entre las ambiciones misilísticas del norte y el potencial antimisil en el sur, con potenciales consecuencias mundiales. Un juego muy peligroso. El reclusivo régimen norcoreano lleva décadas embarcada en un ambicioso proyecto para obtener armas nucleares que le permitan ganar cierta seguridad de no ser atacada por quien considera su segundo principal enemigo (tras Corea del Sur): Estados Unidos. A pesar de una situación económica y tecnológica precaria el país bajo la dinastía Kim ha conseguido suficiente material fisible como para realizar 5 pruebas nucleares, la primera en octubre de 2006 (probablemente un fizzle, o fiasco) y la última hasta el momento el 9 de septiembre de 2016.  

Misil Hwasong-5

Las fuentes oficiales norcoreanas afirman que las prueba del 6 de enero de 2016 era un arma termonuclear o de hidrógeno (cosa que disputan los expertos occidentales) y que la última era una cabeza nuclear miniaturizada capaz de ser montada en la ojiva de un misil. De ser cierto Corea del Norte dispondría de la capacidad de lanzar un arma nuclear de unos 15 a 30 kilotones (una a dos veces el arma de Hiroshima) por medio de un misil balístico. El país ha trabajado durante estos años en desarrollar misiles balísticos que le proporcionen una capacidad de disuasión real, con un éxito moderado. Su programa de misiles se basa principalmente en la venerable tecnología del Scud soviético de la Guerra Fría, basado a su vez en las V2 alemanas de la Segunda Guerra Mundial, y por tanto una buena parte de sus cohetes comparten características que los hacen poco fiables, peligrosos y vulnerables a un posible ataque preventivo. Se trata de armas de combustible líquido, en concreto un derivado de la hidrazina llamado UDMH más ácido nítrico en las versiones posteriores al Scud-A.
Si los datos que ofrece son ciertos, Corea del Norte podría lanzar un arma nuclear de unos 15 a 30 kilotones por medio de un misil balístico
Debido a la inestabilidad, toxicidad y capacidad explosiva y corrosiva de los carburantes, los misiles derivados de la familia Scud no pueden transportarse cargados de combustible, deben ser reabastecidos justo antes del lanzamiento y no pueden permanecer mucho tiempo en este estado. 

Esto conlleva horas de preparación y les hace vulnerables a ser atacados antes de poder disparar, aumentando además el riesgo de accidentes y fallos. Corea del Norte lleva desde finales de los años 70 trabajando a partir de modelos Scud-B adquiridos a Egipto. Los primeros misiles norcoreanos eran copias exactas del Scud-B o leves mejoras de su diseño (Hwasong-5) con alcance ligeramente aumentado a unos 350 km y una carga útil de 985 kg; la siguiente versión (Hwasong-6) salió a principios de los años 90 y ampliaba el alcance a 500 km a cambio de reducir la carga útil a 770 kg. Ambos modelos fueron exportados a países como Irán, Siria, Libia y Yemen. Hacia 1994 apareció el Hwasong 7 que nuevamente sacrificaba carga útil (450-500 kg) para llegar más lejos (700-800 km).
Financiados por Irán
Simultáneamente se diseñó y construyó una versión de aún mayor capacidad llamada Rodong-1, financiada por Irán (donde se fabrica como Shabab-3) y con ayuda rusa, ucraniana y austriaca. 

Tiene un mayor diámetro y es capaz de alcanzar entre 1.000 y 1.500 km con una carga de una tonelada. Corea del Norte también dispone de versiones propias del misil de corto alcance soviético OTR-21 Tochka bajo el nombre KN-02 Toksa, con un alcance de unos 150 km y capaz de transportar una carga de entre 250 y 480 kg. A diferencia del resto el Toksa es un misil de combustible sólido, más preciso, mucho más estable y sin necesidad de preparación antes del lanzamiento. La tecnología de fabricación, sin embargo, es mucho más compleja. A pesar de mejoras y modernizaciones introducidas en los sistemas de guía se considera que los Hwasong y Rodong son menos precisos que los Scud-B originales; se estima que el Hwasong 7 tiene un CEP (error circular probable) de más de 3 kilómetros y entre 2 y 4 el Rodong-1. Aunque la posibilidad de que lleve una cabeza nuclear hace menos importante la escasa precisión: el Hwasong 7 cubre toda la península coreana y algunas regiones de Japón y el Rodong-1 la totalidad de las islas niponas.


Corea del Norte dispone de su propia versión de los misiles OTR-21 rusos, como los de la imagen.
Corea del Norte dispone de su propia versión de los misiles OTR-21 rusos, como los de la imagen

Este último ha sido probado en varias ocasiones con un perfil de vuelo más vertical de lo habitual que reduce su alcance pero al mismo tiempo dificulta el que sea interceptado en la reeentrada por sistemas antimisil como el Patriot: esta característica resultó fundamental para justificar la necesidad de desplegar una batería del antimisil de largo alcance estadounidense THAAD en Corea del Sur. Tras el colapso de la Unión Soviética Corea del Norte contrató a un gabinete ruso de diseño de misiles balísticos para desarrollar una variante del misil soviético R-27 Zyb, diseñado para su uso en submarinos durante la Guerra Fría. El nuevo misil se conoce como Hwasong-10 o Musudan, tiene una única etapa, utiliza un combustible hipergólico que le permite mantenerse en estado de alerta durante días o semanas una vez abastecido y tiene un alcance de entre 2.000 y 4.000 km que le permitirían amenazar bases estadounidenses como Guam.
El Hwasong-10, o Musudan, tiene un alcance de entre 2.000 y 4.000 kilómetros que le permitirían amenazar bases estadounidenses como Guam
Igual que sus antecesores el Musudan necesita de varias horas de preparaciones, y en varias pruebas realizadas los años 2015 y 2016 resultaron fallidas, aunque otras sí tuvieron éxito; varios de estos tests fueron controlados por un poderoso radar estadounidense llevado a Corea especialmente para ello. Además de esta serie de misiles de una etapa, Corea del Norte ha desarrollado varios modelos de varias etapas con la intención de obtener un verdadero alcance intercontinental que le permita amenazar el territorio continental estadounidense. Primero apareció el demostrador tecnológico y posteriormente misil de alcance intermedio Taepodong-1, con dos etapas de combustible líquido (UDMH y ácido nítrico); la primera esencialmente un Rodong y la segunda un derivado del mismo.

El Taepodong-2 es el primer 'verdadero' ICBM de Corea del Norte.
El Taepodong-2 es el primer 'verdadero' ICBM de Corea del Norte

A partir de este modelo se crearon lanzadores orbitales como el Paektusan, añadiendo una tercera etapa de combustible sólido, y el primer verdadero ICBM, bautizado Taepodong-2. Este último es más grande; su primera etapa consiste en cuatro motores de los que usa el Rodong. Este misil ha aparecido en versiones de dos y tres etapas y sirve de base a la familia de lanzadores orbitales Uhna; su alcance teórico está entre 4.000 y 6.000 km, lo que le permitiría amenazar partes de Alaska, la India y casi el norte de Australia. Los especialistas occidentales sin embargo estiman que no ha sido desplegado como ICBM; el modelo ha sufrido varios fracasos como misil y como lanzador, aunque ha conseguido poner en órbita al menos dos satélites. De modo que Corea del Norte cuenta con quizá miles de misiles balísticos capaces de atacar Corea del Sur, centenares capaces de alcanzar zonas de Japón (ambos países cuentan con bases de Estados Unidos en su territorio) y tal vez unas decenas con la capacidad potencial de alcanzar otras bases estadounidenses más remotas, como las de Guam, o incluso territorio nacional como Alaska. 

Por ello las fuerzas armadas estadounidenses han colaborado con las surcoreanas en el despliegue de diferentes sistemas antimisiles para proteger, sobre todo, Corea del Sur de posibles ataques con misiles balísticos. Los sistemas desplegados hasta ahora son dos de los componentes del escudo estadounidense: las baterías Patriot y el sistema Aegis de medio alcance. El Patriot en su versión PAC (Patriot Advanced Capabilities, capacidades avanzadas) es un sistema de misiles antiaéreos de largo alcance con capacidad contra ojivas de misiles balísticos en la fase terminal, o de reentrada. Una batería está compuesta por 6 vehículos lanzadores con 4 misiles cada uno (16 en la versión PAC-3) y una estación de control; de la guía se encarga un radar AN/MPQ-65 (en la PAC-3). 

Una vez desplegado cada lanzador sólo necesita tres soldados para mantener la alerta. A diferencia de los misiles anteriores, los PAC-3 no tienen carga explosiva, sino que impactan con los objetivos destruyéndolos por la colisión utilizando su gran maniobrabilidad y su buscador radárico activo. El modo de trabajo habitual es lanzar 2 misiles a cada ojiva detectada; el segundo localiza y destruye cualquier fragmento que hubiese podido quedar del primer impacto y aumenta las probabilidades de interceptación. En modo antimisil balístico el sistema PAC-3 tiene un alcance de 20 km y una altura máxima de 24 km. Corea del Sur cuenta con baterías de la versión Patriot PAC-2, con menos misiles por lanzador, un alcance de hasta 120 km y limitadas capacidades antibalísticas que tiene previsto reemplazar por PAC-3 en 2022. Pero además las baterías PAC-3 desplegadas por Estados Unidos en Japón pueden desplazarse a Corea en situaciones de crisis, como ya ha sido demostrado en maniobras.
Defensa desde el mar
Los destructores coreanos de la clase Sejong también contarán con el sistema Aegis.
Los destructores coreanos de la clase Sejong también contarán con el sistema Aegis

Además el país está protegido desde el Mar Amarillo y el Mar de Japón por el componente marítimo de la defensa antibalística estadounidense por medio del sistema Aegis, montado en buques estadounidenses de patrulla en esas zonas y que Corea del Sur ha adquirido para instalarlo en sus propios destructores. El sistema de combate Aegis utiliza el radar AN1-SPY montado en los destructores clase Arleigh Burke y los cruceros clase Ticonderoga en combinación con la versión RIM-161 del misil Standard-3 para proporcionar una de las capacidades antimisil balístico (y antisatélite) de mayor calidad en Occidente.

Actualmente en servicio tan sólo en las marinas de Estados Unidos y Japón, Corea del Sur ha firmado un contrato para mejorar los sistemas de sus 3 destructores de la clase Sejong el Grande, que cuentan con sistemas Aegis de grado inferior. Japón también ha ampliado en dos buques más los 4 que ya tiene equipados con la combinación Aegis/SM-3. Los misiles SM-3 tienen un alcance de entre 700 y 2.500 km según la versión; en 2008 uno de ellos interceptó un satélite blanco a 247 kilómetros de altura. La interceptación se realiza por impacto directo y la cabeza del misil incluye un buscador semiactivo de radar y otro infrarrojo; el sistema puede atacar misiles en fase intermedia y terminal de vuelo (también en fase de ascenso según algunas fuentes). Dada la cobertura de cada radar bastan dos buques para cubrir cualquier ataque de Corea del Norte a Japón; es probable que la península coreana esté asimismo a cubierto.

Misiles como el Rodong-1 tienen sin embargo la capacidad de usar perfiles de vuelo que dificultan la interceptación en las fases intermedia y terminal, lo que volvería a dejar en situación vulnerable a la península de Corea y sus bases estadounidenses. Es para cubrir esta eventualidad para lo que el anterior gobierno surcoreano negoció con Estados Unidos la instalación del tercer componente del escudo antimisiles: una batería de largo alcance THAAD como la que este país tiene desplegada en su base de Guam. Bastan dos buques para cubrir cualquier ataque de Corea del Norte a Japón. Es probable que la península coreana esté asimismo a cubierto. El sistema THAAD del ejército estadounidense puede cubrir hasta 200 kilómetros de radio y una altura de 150 km en un ángulo de 120 grados desde su punto de despliegue, y es capaz de atacar misiles balísticos de corto y medio alcance. 

Tiene un buscador de infrarrojos y gran capacidad de maniobra, y destruye las ojivas enemigas por impacto directo. El radar que utiliza emplea la banda X y es el de mayor tamaño de este tipo que se puede transportar por aire; una batería consta de 9 lanzadores con 8 misiles cada uno (64 misiles en total) con dos centros móviles de operaciones tácticas y un radar, todo ello alimentado por generadores. En julio de 2016 se firmó un acuerdo entre el gobierno surcoreano y el estadounidense para instalar una batería reducida THAAD con 6 lanzadores (48 misiles) en la provincia de Seongju, en el centro de la península coreana y fuera del alcance de la artillería norcoreana. Esto provocó intensas protestas de los vecinos del área, que temían los posibles efectos insalubres del radar de banda X; como consecuencia ambos gobiernos anunciaron en junio que el despliegue se realizaría en otra región más al sur.
Presión de China y Rusia
Pero la batería todavía no se ha instalado, debido a los problemas políticos que genera: la caída del gobierno surcoreano y la postura anti-THAAD de algunos de los candidatos a la presidencia del país han dejado en suspenso por el momento la instalación de los equipos. Además China y en menor medida Rusia están ejerciendo fortísima presión diplomática y política en contra que aún no se sabe si conseguirá revertir el acuerdo.
En efecto, ambos países consideran que el despliegue del THAAD en Corea del Sur permitirá a Estados Unidos controlar no sólo los misiles norcoreanos, sino también los chinos y rusos. Especialmente China, que tiene una política de ‘no primer uso’ de armas nucleares pero cuida celosamente su capacidad de represalia si es atacada y teme que este sistema antimisiles pueda poner en peligro su poder de respuesta. Y las medidas que está tomando no son únicamente políticas y diplomáticas, sino también militares: el despliegue de sus nuevos misiles ICBM móviles Dongfeng-41 en una provincia del norte se considera una amenaza directa a Estados Unidos.

Se desconoce el aspecto del DF-41 chino. En la imagen, un ejemplar de su predecesor, el DF-31.
Se desconoce el aspecto del DF-41 chino. En la imagen, un ejemplar de su predecesor, el DF-31.

Los DF-41 pueden llevar entre 10 y 12 ojivas independientes MIRV por lo que un par de ellos podrían saturar una batería THAAD o el sistema GBMD que defiende el hemisferio occidental, y tienen un alcance más que suficiente para cubrir todo el territorio estadounidense desde su actual posición. Colocándolos en ese lugar envían un mensaje claro de desagrado al gobierno de Trump. Corea del Norte, por su parte, tampoco se queda atrás: además de estridente propaganda el país está desarrollando sus medidas de contraataque para inactivar el posible despliegue antimisil. Su principal baza es la creación de un submarino de misiles balísticos mediante la instalación de dos o tres tubos lanzamisiles en un nuevo (aunque poco avanzado) submarino clase Sinpo y el desarrollo de un misil SLBM conocido como KN-11 Polaris o Pukkuksong-1 que podría tener un alcance de hasta 2.000 km y ser del tipo de combustible sólido.
El misil y el submarino han sido probados varias veces con diverso éxito: el sistema de lanzamiento ‘en frío’ parece haber funcionado, pero en casi todas las pruebas el misil se ha estrellado a los pocos kilómetros y en algunas de ellas la plataforma de lanzamiento resultó dañada. El principal interés de un SLBM para Corea del Norte es disponer de la capacidad de disparar un misil desde fuera de la cobertura del radar del THAAD para sorprender a los defensores o para garantizar una capacidad de represalia ante un ataque de decapitación. Esta inestable carrera tecnológica y militar tiene en la península coreana consecuencias que se proyectan mucho más allá, y nuevos desarrollos podrían provocar consecuencias en la política global. Como si el mundo necesitara aún más inseguridad. (Jesús.R.G.)

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