Corbeta rusa clase Buyan-M, pequeñas, pero con una enorme pegada.

Saltaron a la fama mundial por su participación en el conflicto sirio en octubre de 2015. Tres de estas corbetas que no llegan a las 1.000 toneladas de desplazamiento, lanzaron junto a otra fragata clase Gepard, 26 misiles de crucero Kalibr-NK desde el mar Caspio. Estos recorrieron 1.500 kilómetros, sobrevolando Irán, Irak e impactando en 11 objetivos en Idlib, Raqqa y Alepo. Aunque según una fuente anónima del Pentágono, 4 de ellos se estrellaron en Irán, sin que se haya podido demostrar por parte de EEUU la certeza de esta afirmación, ni Rusia que lo negó y sacó unas filmaciones que no demostraban nada. Estas corbetas formaban parte de la Flota del mar Caspio, y su cometido es defensivo, teniendo como su principal misión la de defender el litoral frente a posibles buques enemigos.

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Para ello cuentan con 8 misiles tipo Klub, que pueden ser de las distintas variantes, antibuque o de ataque a tierra. En el primer caso, puede llevar misiles con una velocidad terminal de mach 2.9, lo que supone un enorme peligro para cualquier nave, en especial para las que cuenten tan solo con CIWS, que ven limitado su tiempo de reacción a unos breves segundos. Sin embargo, frente a sistemas de combate como el Aegis, este peligro disminuye al poder atacar al misil en su fase subsónica. Además de los misiles, dispone de lanzacohetes, cañón de 100mm, que le dan mayor flexibilidad a la hora de atacar, tanto a otras naves como a tierra. No dispone de medios antisubmarinos, por lo que relega esto a otros buques mayores, y su defensa frente a amenazas aéreas queda relegada a cañones de 30mm y misiles tierra-aire de guía infrarroja de corto alcance. (Jesús.R.G.)

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