El Ejército de EEUU quiere armas que disparen sin límites.

Railgun

Una multitud de expertos de toda la nación se reunieron en Fort Sill, para realizar un experimento de dos semanas, cuyo objeto fue probar sistemas que tuvieran el potencial de proporcionar a los combatientes armas sin límites en cuanto al número de disparos a su disposición. El evento, denominado Maneuver Fires Integrated Experiment, tuvo lugar durante los días 11-22 de abril. El foco del experimento fue la prueba de dos tipos de armas: rayos láser y proyectiles propulsados por energía eléctrica, para hacer frente a drones y misiles atacantes.

Uno de los motivos, según John Haithcock, director del Fires Battle Lab de Fort Sill, es hacer frente a UAVs individualmente o en forma de enjambre, lo que en la actualidad constituye una brecha en la seguridad. Los vehículos aéreos sin tripular proporcionan la capacidad de reconocimiento y de portar armas, lo que unido a sus costes relativamente bajos, hacen de ellos un multiplicador de fuerzas. De acuerdo con el Teniente Coronel Jeff Erts, jefe de experimentación y juegos de guerra del Fires Battle Lab, los aviones no tripulados se han convertido en una amenaza cada vez mayor en todo el mundo. Los operadores de los aviones no tripulados son capaces de informar de la ubicación de las tropas amigas y de provocar o realizar fuego sobre ellas. “Actualmente, no tenemos la capacidad de derribarlos”, dijo Erts. “Así que trabamos para poner algo en servicio que pueda destruirlos, antes de que tengan la oportunidad de informar sobre nuestros soldados.” 

La realización de estos experimentos durante una fase temprana del proceso de desarrollo de las armas, facilitó que los técnicos puedan incorporar los puntos de vista de los usuarios e informarse  de cómo mejorar las interfaces hombre-máquina. Además, el evento reunió tecnologías futuras y actuales, que podrían ser integradas de forma conjunta. El resultado es un sistema de varias armas, integrado con sensores de mando y control que pueden cumplir múltiples misiones, dijo Haithcock. La primera arma demostrada fue un sistema de armas láser compacto. Para la demostración, se montó uno de 2 kW en un vehículo Stryker. El controlador de haz se montó en la parte superior del vehículo, mientras que el propio láser, el generador de potencia y el refrigerante, se integraron en el interior del vehículo.
UAV mostrando el daño causado por un sistema laser compacto durante el Maneuver Fires Integrated Experiment, en Fort Sill
UAV mostrando el daño causado por un sistema laser compacto durante el Maneuver Fires Integrated Experiment, en Fort Sill

Los láseres tienen la capacidad para derretir el plástico y de quemar a través del metal, dañando a los drones hasta el punto de que ya no pueden permanecer en el aire o resultar dañadas sus capacidades de reconocimiento. Los láseres pueden actuar sin importar el clima, aunque el mal tiempo puede degradar su rendimiento. Aún así, los restos de múltiples drones destruidos, algunos por disparo a través de la lluvia, son testimonio de la capacidad y la utilidad de los láseres, dijo Adam Aberle, director del programa High Energy Laser Mobile Demonstrator. Tal vez, la característica más importante del arma láser es el ahorro de municiones necesarias para proporcionar seguridad contra vehículos aéreos no tripulados. De acuerdo con Erts, actualmente el combate contra  objetivos aéreos es costoso, por lo que la tecnología actual es económicamente ineficiente. En cambio, los láseres serán capaces de cumplir con esa función. Además, “si un misil intercontinental o cualquier misil balístico atacara a un objetivo de alta prioridad, se intentaría detenerlo con otro que costaría un millón de dólares”, dijo Erts. 

“Sin embargo, si atacaran cientos de pequeños agresores,  no disponemos de suficientes de esos misiles para hacerles frente ni sería rentable ni posible”. “El enemigo puede lanzarnos enjambres de drones de bajo coste, de modo que necesitaremos un sistema que no sea caro. Literalmente, un disparo láser cuesta lo que el combustible que gasta el generador que produce el rayo”. De hecho, un tema de discusión generado durante el experimento es la capacidad de operar del láser con solo un galón de combustible. Dexter Henson, director de comunicación de Boeing, explicó que “mientras el sistema láser tenga combustible y refrigerante, podrá combatir. “El sistema láser proporciona lo que se conoce como un cargador infinito” añadió. “Lo que nos permite es apoyar a las tropas con la cantidad de combustible que cabe en una taza de café”. En cuanto a la propulsión por energía eléctrica, miembros de General Atomics prepararon su propio prototipo para hacer una demostración. 

Este arma, un cañón electromagnético, usa electricidad para generar la fuerza necesaria para propulsar un proyectil por lo que no emplea  propulsores, eliminando así una fuente potencial de explosiones antes o después del disparo. “Sin la necesidad de propulsores, el problema logístico se simplifica”, dijo Robert Taylor, que estaba implicado en el diseño. El railgun tiene la posibilidad de enviar el proyectil a seis veces la velocidad del sonido usando “bus bars”, en los que la electricidad recorre una barra y pasa a otra barra, retornando a la fuente de suministro. La intensidad de la corriente, de hasta 1,7 millones de amperios, y la curvatura de la ruta seguida, crea el campo electromagnético necesario para acelerar el proyectil, según explicó Taylor. Una diferencia interesante entre el railgun y un arma tradicional es la forma del tubo del cañón. Dado que en el primero no se usan propulsores, no es necesario que el proyectil sea redondo para evitar la salida de gas que se produce, de modo que el cañón es cuadrado.
Además, la energía se almacena en un condensador separado, en un sistema cuya tecnología tiene más de diez años. Su densidad en cuatro veces mayor, por lo que su almacenamiento ocupa la cuarta parte. El sistema de potencia es modular, lo que quiere decir que, si se pierde un módulo, los otros pueden se pueden acondicionar para solucionar el problema. El resultado final es un equipo que tolera mejor los daños en combate y que es más flexible y fácil de sustituir. Debido a la velocidad a la que se mueve el proyectil, su ojiva se fabrica normalmente con tungsteno. La velocidad del proyectil y su carencia de explosivo reduce los daños colaterales. Su precisión le hace multifuncional, pudiéndose emplear contra objetivos aéreos y terrestres, tales como edificios o antenas. Gracias a su velocidad puede interceptar a objetivos a largas distancias. No se ve su salida del tubo, no produce sonido y no se ven sus efectos. (Jesús.R.G.)

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