Electric Boat reactiva la industria de submarinos de EEUU tras 25 años a ralentí.

 
La mayor constructora estadounidense de submarinos para la Marina de Guerra de ese país, Electric Boat, planea alcanzar en unos años los 18.000 empleados dedicados a la construcción de este tipo de buques en sus astilleros de Groton –estado de Connecticut– y Quonset Point –Rothe Island–. El plan responde a una ambiciosa estrategia para recuperar la proyección submarina del país e incluye una inversión de más de 1.000 millones de dólares en instalaciones para la construcción de sumergibles. De acuerdo con el mayor diario de Connecticut, Hartford Courant, la empresa filial de General Dynamics contratará con este objetivo a 850 trabajadores altamente cualificados a lo largo de este 2016 y a cerca de 4.000 durante los próximos quince años. Además, desde 2012 la compañía ha aumentado su plantilla en otras 4.000 personas, lo que ahora le permite construir dos submarinos al año. 


De este modo se está potenciando una flota que había sufrido un retroceso eclipsada por las nuevas políticas militares que siguieron al fin de la Guerra Fría y la potenciación del combate contra el terrorismo. El aumento de la fuerza de trabajo para la fabricación de este tipo de buques ha llevado a la empresa a doblar el número de los reclutadores con los que cuenta, explica su vicepresidenta de administración y recursos humanos, Maura M. Dunn. Hay que tener en cuenta que además del importante aumento de plantilla, la filial de submarinos de General Dynamics debe acometer el reemplazo de entre 275 y 300 trabajadores cada año. Los sumergibles que construye Electric Boat son máquinas enormes, con más de un millón de piezas, que precisan del concurso de multitud de ingenieros, mecánicos, soldadores, carpinteros, pintores y personal administrativo, entre otros profesionales. La demanda es tan alta que el periódico ejemplifica el caso de trabajadores que han sido contratados en especialidades en las que son estudiantes. 

Las amenazas de Rusia, China e Irán, tras la estrategia 
La construcción de submarinos quedó marginada a principios de los años 1990, hace más de 25 años, después del fin de la Guerra Fría y también tras los ataques del 9 de septiembre de 2011. Su ralentización tuvo lugar en favor de nuevos sistemas, como aviones no tripulados, y la intensificación de los recursos de inteligencia contra los grupos terroristas. Sin embargo ahora, relata el Hartford Courant, estos buques están recibiendo una renovada atención en la mayor potencia militar del mundo. 

La explicación viene de los avances de Rusia en Europa (principalmente Ucrania), de los movimientos de China en el Mar del Sur de China y de la actividad de Irán en Medio Oriente. Así se explica que la administración de Barack Obama haya presupuestado para este año entre 7.000 millones y 8.000 millones de euros en submarinos, un 11 por ciento más que durante el año anterior. Se trata, en boca del congresista republicano Joe Courtney, del mayor aumento experimentado en un programa estadounidense de defensa en la actualidad, al menos que él tenga conocimiento. A día de hoy, únicamente los países más potentes del mundo –el G-8 más China– y España son capaces de fabricar diseños propios de submarinos, según explicaba hace unos meses el almirante José Manuel Sanjurjo, director del Astillero de Cartagena –donde España construye sus submarinos S-80–.

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