Egipto entra en la guerra contra el Estado Islámico, que se extiende por todo Oriente Próximo.

La expansión del islamismo yihadista por Oriente Próximo ha experimentado esta semana un considerable salto cualitativo con la operación que ha llevado a cabo el Estado Islámico-Provincia del Sinaí en Egipto y que se ha cobrado la vida de decenas de soldados y milicianos. El Estado Islámico fundado en Irak tras la caída de Saddam Hussein en 2003 ya se extiende hasta Túnez, pasando por Siria, Yemen y Libia, sin contar con los brotes que han surgido en otras partes del mundo islámico, causando una situación terrible para los musulmanes no islamistas obligados a vivir bajo el yugo de un salafismo anclado en el pasado. 

La operación del miércoles en el norte del Sinaí se produjo el mismo día que se conoció un informe de Amnistía Internacional muy crítico con el gobierno del presidente Abdel Fattah al Sisi. El texto de la ONG califica a Egipto de estado represivo y subraya que desde el golpe de Estado de hace dos años ha enviado a prisión a más de 41.000 personas. Pero esto esta situación probablemente no ha tocado fondo; es una pescadilla que se muerde la cola y todo indica que la represión va a continuar creciendo puesto que el islamismo radical tampoco va a parar de crecer. De hecho, la represión no se reduce a Egipto, ni al mundo musulmán en general, sino que está cobrando un tinte preocupante en Occidente que tiene mucho que ver con la tradicional islamofobia. Las preocupantes declaraciones de David Cameron tras el reciente atentado de Túnez no dejan lugar a la duda. 

El mismo miércoles, el gobierno del primer ministro egipcio, Ibrahim al Melah, anunció que está trabajando para endurecer la legislación antiterrorista. Una de las medidas anticipadas es la condena a muerte para todos aquellos que financien a “organizaciones terroristas”. Hay que recordar que en Egipto incluso los Hermanos Musulmanes están considerados como una “organización terrorista”. Además el Tribunal de Casación, cuyas sentencias son firmes, dispondrá a partir de ahora de un plazo de solo tres meses para dictar las sentencias relacionadas con el terrorismo, y los acusados solamente podrán recurrir una vez y no dos como ocurría hasta ahora. Como sea que en Egipto todavía no hay Parlamento, puesto que no se han celebrado elecciones, el presidente Sisi tiene potestad para aprobar cualquier legislación, incluida la terrorista, y el mandatario ya ha anunciado que está a favor de endurecer la persecución del terrorismo. 

Principal teatro del yihadismo en Egipto 
La península del Sinaí es el principal teatro del yihadismo en Egipto, aunque no el único. Dos días antes de lo ocurrido allí, un comando acabó con la vida del fiscal general del Estado en El Cairo, un hombre que había enviado a prisión a miles de islamistas, y el funcionario de mayor rango que paga con su vida la lucha contra el “terrorismo” desde el golpe de 2013. El mismo miércoles, como si todo esto fuera poco, las fuerzas de seguridad mataron a nueve miembros del equipo jurídico de los Hermanos Musulmanes, incluido un abogado que fue diputado en el parlamento disuelto por Sisi. Hechos tan graves como este pueden disparar la espiral de violencia. En cuanto a la operación del Sinaí, el general egipcio Hisham al Halabi ha destacado “el alto nivel de organización y entrenamiento” de los yihadistas que atacaron simultáneamente una quincena de controles militares. 

En su opinión, pretendían hacerse con el control territorial del nordeste de la península “para luego avanzar hacia el Canal de Suez”. El general Halabi destacó que en la operación se utilizaron explosivos del tipo C4 que son diez veces más potentes que la dinamita, así como armas pesadas y sofisticadas de las que carecen otros grupos islamistas egipcios. Según el Ejército, los yihadistas pretendían tomar el control de las localidades de Rafah, pegada a la Franja de Gaza, y de Sheij Zuweid, de 55.000 habitantes y situada a 16 kilómetros de Rafah. De hecho, Sheij Zuweid estuvo varias horas bajo su control, hasta que la recuperó el ejército mediante una vasta operación en la que no faltaron los F-16. 

Destrucción de túneles
Es esta una zona habitada por beduinos que en gran parte están furiosos con El Cairo porque lo primero que Sisi hizo cuando depuso al presidente Mohammed Morsi fue destruir cientos de túneles que comunicaban el Sinaí con Gaza y que representaban un buen negocio para los beduinos de la zona. Muchos de ellos se han quedado sin ocupación y no debe extrañar que una parte de ellos apoyen al Estado Islámico. La zona lleva muchos años inquieta. En octubre del año pasado los yihadistas mataron a 30 soldados en un control militar en el área de Sheij Zuweid, y los incidentes son continuos, aunque en los últimos meses, desde enero, no habían sido particularmente graves. Varios generales y políticos egipcios han vuelto a señalar los pocos túneles que quedan abiertos en Rafah como la causa de la inestabilidad en el Sinaí. 

Y algunos incluso han acusado a Hamás de alimentar la violencia en el Sinaí. La ocasión la ha aprovechado el ministro de Defensa de Israel, Moshe Yaalon, para reiterarla. Sin embargo, Hamás está tratando por todos los medios de llegar a un acuerdo con El Cairo y no tiene ningún interés en complicarse la vida más de lo que ya la tiene complicada. Pretender que las armas del Estado Islámico-Provincia del Sinaí se reciben a través de los túneles de Rafah es insostenible, máxime cuando se sabe que armas y drogas llegan al Sinaí a través del mar en cantidades abundantes. Una de las medidas más impopulares que ha adoptado Sisi ha sido la creación de una zona estéril de 1000 metros de ancho a lo largo de 14 kilómetros de la frontera con Gaza. Los egipcios han destruido todas las viviendas, mezquitas y colegios de esa zona, lo que ha satisfecho a Israel pero ha creado un gran malestar, no solo en Gaza sino sobre todo en el Sinaí. (Jesús.R.G.)


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