La Armada del Uruguay plantea sus necesidades hasta 2030.

 
Durante una presentación realizada en el Centro de Altos Estudios Nacionales (CALEN, dependiente del Ministerio de Defensa) por los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas en el marco de la conferencia Las Fuerzas Armadas ante los desafíos del siglo XXI, el comandante en jefe de la Armada Nacional del Uruguay, almirante Ricardo Giambruno, disertó ante un nutrido grupo representantes oficiales sobre la situación actual de la fuerza y sus perspectivas de futuro. Como introducción remarcó la necesidad de un compromiso real (a nivel económico pero también de la toma de decisiones) del poder político ante la necesidad de reequipar a la Fuerza de Mar. 

El país cuenta actualmente con una fuerza totalmente obsoleta, con sistemas de las décadas de los años 60 y 70, y, según las palabras de Giambruno, más cercanos a la Segunda Guerra Mundial que a los tiempos actuales. También recalcó sobre la necesidad de mejorar los salarios, pues actualmente se invierte mucho en formar técnicamente al personal para que luego emigren al sector privado que ofrece mejoras económicas sustanciales comparadas con el ambiente militar. En ese sentido, se planteó un periodo de dieciséis años, entre 2014 y 2030, para alcanzar las metas necesarias y la transformación de la Armada en una fuerza moderna, acorde a los tiempos que corren y con las capacidades necesarias para cumplir con las funciones mandadas por la Constitución de la República.

Adquisiciones
El plan es aumentar la dotación de la Armada en un 20 por ciento más de efectivos, lograr una recuperación salarial que permita la retención del personal técnico formado y adquirir las plataformas navales necesarias para los roles (actuales y futuros) de la fuerza. 

En ese orden, indicó que las necesidades en materia de embarcaciones son las siguientes: tres patrulleros de Alta Mar (OPV) de 1.800 toneladas de desplazamiento, con sus helicópteros embarcados; dos buques mayores con capacidades militares actualizadas y desplazamiento de más de 2.000 toneladas (modernización o reemplazo de las fragatas Joao Belo/Comandante Riviere); un buque científico y antártico (modernización del ROU 4 Artigas); dos buques de apoyo general (mantener al ROU 23 Maldonado y ROU 26 Vanguardia); dos balizadores (el ROU 21 Sirius y el futuro ROU 25 Orión en fase final de construcción); tres nuevos buques de patrulla de 500 toneladas (hoy se utilizan los barreminas clase Kondor II, y la clase Macae, de origen brasilero, es uno de los potenciales candidatos); seis guardacostas para atender el Rio Uruguay y Rio de la Plata (hay en dotación tres y se buscar adquirir tres más); ocho embarcaciones de salvamento (se dispone de las Tipo 44 pies de la Prefectura Nacional Naval, a las que se le suman las Boston Whaler llegadas de Haití), y, tres barreminas (se cuenta con dos operativos, clase Kondor II).

Para la Aviación Naval se necesitan seis helicópteros navales multifunción y aviones de patrulla marítima (se cuenta con dos Beechcraft King Air 200, de los cuales, uno solo está navalizado). Otras prioridades son, el incremento del parque automotor para dotar a los destacamentos de la Prefectura Naval (guardia costera) de todo el país, de la movilidad necesaria para cumplir con su función, y, la instalación de un sistema de control y vigilancia costera dotado de radares y cámaras (en etapa de preselección). A nivel de infraestructura se planea desarrollar la base del litoral Oeste en el departamento de Rio Negro, desarrollar y potenciar los destacamentos de la Prefectura Naval y desarrollar una base naval al este del país en el caso de que se concrete el proyectado puerto de aguas profundas o en su defecto la base actual ubicada en la ciudad de La Paloma. También apuntó la necesidad de incorporar tecnología moderna, incluyendo sistemas UAV, de comando y control, desarrollo  e incorporación de software y la adquisición de sistemas de armas modernos, incluyendo misiles y minas navales.

Finalmente remarcó que aunque el sistema político esté de acuerdo en lo vertido en sus declaraciones, probablemente se mantendrá una brecha entre lo ideal y lo posible, creada por el factor económico, lo que impondrá a la Armada definir qué es lo que directamente "no podrá hacer" y se deberán asumir los riesgos correspondientes, pues según sus palabras a la Armada "le corresponde operacionarlas (a las decisiones operativas), no tomarlas" y que cualquier decisión que asigne tareas y misiones "sin pensar en los medios y recursos financiero/logísticos necesarios para su cumplimiento condenará a la ineficacia e ineficiencia de la estructura institucional que debe asumirlas”. El mensaje presenta por tanto las necesidades presupuestales quinquenales, que se espera que tenga el eco merecido para que se recuperen las capacidades perdidas (y algunas nunca tenidas) de la Armada Nacional. (Jesús.R.G.)


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