Chipre y la nueva Guerra Fría en el Mediterráneo.


Yacimientos de gas en el Levante Los vericuetos del rescate a la economía chipriota han sacado a colación la Guerra Fría por los recursos energéticos, que se larva de manera soterrada en el Mediterráneo Oriental. Una lucha en la que se mezclan diversos actores en la pugna por las grandes bolsas de gas que están entre las costas de Chipre, Israel, Líbano, Siria y Egipto, y en la que se entremezclan los intereses de Turquía, Grecia, Rusia y Estados Unidos.

La competencia por los derechos para explotar esos recursos agrava las tensiones existentes sobre la soberanía y las fronteras marítimas. Los mayores problemas se plantean en los yacimientos que se disputan Israel y Líbano y la bolsa cercana a la costa del sur de Chipre.  Para paliar sus dificultades económicas, Chipre ha acudido Rusia en los dos últimos años. Ante la calamitosa situación financiera de Nicosia, según el diario The New York Times, el gigante de la energía ruso Gazprom, también se habría ofrecido a pagar el rescate chipriota a cambio de conseguir los derechos de explotación de los yacimientos de gas de las costas del sur de la isla.

Vuelve la Armada rusa
Rusia ha apoyado a Chipre en la exploración de sus yacimientos en su zona económica exclusiva. La Armada rusa, que no gozaba de tanta presencia en el área desde 1973, ha realizado tres series de ejercicios navales en el Mediterráneo desde el año 2011. Y en enero de este año, han participado más de 20 buques de guerra y submarinos de las flotas del Mar Negro, el Báltico y el Norte, así como la aviación. Para mantener una capacidad naval como la desplegada en 2013, el Kremlin necesita de su gran base en el Meditérraneo Oriental que se asienta en el puerto sirio de Tartus. La base naval podría verse amenazada en caso de que cayera el régimen de Al Assad. De ahí el interés del Kremlin por ayudar a Chipre, que podría convertirse en hipotético sustituto de la base siria. 

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