Misiones españolas en el exterior: un esfuerzo necesario.

La primera visita del nuevo ministro de Defensa español, Pedro Morenés, a Afganistán ha traído a los titulares el coste para las maltrechas arcas españolas de las misiones de sus Fuerzas Armadas (FAS) en el exterior, en el marco de esta terrible crisis, con vuelta de nuevo a una recesión, que parece no tener fin. Pero este es, a la postre, un capítulo de obligado cumplimiento dentro de los compromisos internacionales de España y al que hay que hacer necesariamente frente en aras de las responsabilidades contraídas con nuestros aliados.

La espantada de Irak ordenada por Zapatero contrasta con el monto que, de manera paulatina, fue creciendo sin pausa durante sus dos legislaturas, destinado a financiar los gastos de nuestras FAS en el exterior: si durante el primer año de gobierno de Zapatero, en 2004, esta cifra sumaba algo más de 380,5 millones de euros, el coste por estas mismas operaciones ascendió en 2011 a más de 860 millones.

España, cuyo Ministerio de Defensa es, merced a su millonaria deuda y ajuste presupuestario, ejemplarizante en lo que a sus cuentas se refiere del estado general del país, debe asumir el gran esfuerzo que el despliegue de contingentes en el exterior supone y este 2012 no se presenta, de entrada, como momento idóneo para recortar gastos en este apartado. Para empezar, el inicio del repliegue de Afganistán, prometido por el anterior Gobierno y retrasado, unos menes no más, por el actual, supondrá en la práctica la vuelta a casa de poco más de una centena de uniformados en otoño. Así las cosas, poco podrán reducirse los más de 450 millones de euros destinados en 2011 a la misión española en suelo afgano.

El proceso completo de repliegue será gradual, en un plazo dos años, determinándose el mantenimiento posterior de un pequeño contingente en la cumbre de la OTAN de mayo próximo, siendo más que previsible nuestra aportación. Según el plan de repliegue aprobado por Zapatero y no contradicho por Rajoy, al 10 por ciento de los militares que volverán este año se sumará otro 40 por ciento en 2013, hasta completarse el repliegue en 2014. Las conversaciones con los talibanes, en una suerte de claudicación final tras diez años de ocupación, sumada a la incapacidad del Gobierno del país para asumir sus propias riendas y a una opinión pública en Estados Unidos en pleno proceso electoral, que refleja el hartazgo y la oposición al coste en vidas y dólares, enmarcan el comienzo de este adiós.

Ahora bien, aunque con fecha de cierre, aún hablamos de un horizonte de otros dos años de presencia española en el más complejo de los escenarios de conflicto. Los recortes impuestos a los presupuestos de Defensa no podrán obviar nunca que en el coste de la misión hay un capítulo implícito fundamental: el de la dotación de todos los medios necesarios a nuestras Fuerzas Armadas para garantizar su seguridad al máximo hasta el regreso. Ahí ni puede ni debe hablarse de recortes.

Fuente: www.defensa.com

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